sábado, 9 de septiembre de 2017

CARTA A MARIANA, DONDE EL NÚMERO DIECISIETE PUEDE SER UN PÁJARO




Querida Mariana: Me gusta la palabra “bandada”. ¿Te confieso algo? Cuando era niño pensaba que significaba “Grupo de bandidos”, tal vez porque en esa época jugaba en el sitio de la casa el juego de “Policías y bandidos”. En quinto de primaria, el maestro Juanito (papá de la poeta Mirtha Luz) nos citó en el parque central a las cinco y media de la tarde. La bola de muchachitos estuvimos ahí desde las cinco, jugamos a escondernos detrás de los árboles y luego, los más atrevidos, jugaron chinchinagua, que era un juego muy divertido, pero al que no todo mundo se atrevía, porque era para osados. Yo jugué escondidas, pero no chinchinagua. El maestro llegó y nos dijo que nos sentáramos debajo de un árbol; dijo que viéramos, que oyéramos. Y vimos y oímos, ¡vimos una parvada de zanates que hacía una bulla de cien mil tambores, de cien mil trompetas! El maestro, cuando el sosiego llegó, dijo que eso era una bandada. Ahí entendí el sentido de la palabra. Desde entonces me gusta mucho escucharla. La otra tarde, Pau la mencionó: Señaló el cielo y dijo: “Tío, mira la bandada”. En el cielo, a lo lejos, apareció un grupo de aves. “¡Las contemos, las contemos!”, dijo Pau y, con su dedito señaló y comenzó a decir: “Una, dos, tres…”. Me emocioné. ¿Alcanzaría Pau a contar los pájaros antes de que desaparecieran? “…nueve, diez…”, siguió contando, mientras ya los pájaros (eran garzas que volaban hacia la Ciénega) pasaban sobre nuestra cabeza. “…doce, trece, ¡trece!, tío”, dijo Pau, satisfecha de haber cumplido su misión. “¡Trece! ¿Las miraste?” Sí, dije.
En la clase del día siguiente, el maestro Juanito nos dijo que la palabra “bandada” se empleaba para nombrar un conjunto de aves, tal como lo habíamos vivido la tarde anterior y dijo que sacáramos nuestro cuaderno de dibujo y dibujáramos una bandada. Todos dibujamos a los zanates encima de los árboles del parque central de Comitán. ¡Ah! Las dos experiencias fueron magníficas.
Ayer busqué la palabra en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y hallé que, en su primera acepción, bandada significa lo que el maestro nos explicó: “Grupo numeroso de aves u otros animales alados que vuelan juntos”; es decir, tan es bandada el grupo de garzas como el de zancudos o el de tsizimes. En una tercera acepción, la Real Academia dice que puede aplicarse la palabra bandada a “Tropel o grupo bullicioso de personas”. ¿Mirás? No sólo se aplica a aves, sino también a grupos de personas argüenderas, aunque no vuelen. No andaba yo tan mal. Un grupo de bandidos trepados en caballos, entrando en tropel a un pueblo de madera, puede llamarse bandada, y de igual manera se puede llamar bandada a un grupo de cirqueros que llegan a los pueblos y marchan por las calles, con tambores y tarolas, anunciando su presentación en la tarde.
Vos sabés que me encanta el cine. Con mi Paty acudo frecuentemente a las salas de Cinépolis. Me encantan tres espectáculos: el cine, el teatro y el circo. El cine, por fortuna, está de manera permanente en Comitán; el teatro, de vez en vez; y el circo casi es inexistente. ¿Recordás el párrafo de la novela “Balún-Canán”, donde la niña protagonista cuenta su experiencia de la llegada del circo a Comitán? ¡Ah, es sensacional! Copio algunas líneas para que las recordemos juntos. Acá va: “Hoy recorrieron Comitán con música y programas. Una marimba pequeña y destartalada, sonando como un esqueleto, y tras la que iba un enjambre de muchachitos descalzos, de indios atónitos y de criadas que escondían la canasta de compras bajo el rebozo. En cada esquina se paraban y un hombre subido sobre un cajón y haciendo magnavoz con las manos decía: Hoy grandiosa función de circo. El mundialmente famoso contorsionista, don Pepe. La soga irlandesa, dificilísima suerte ejecutada por las hermanas Cordero. Perros amaestrados, payasos, serpentinas. Todo a precios populares, para solaz del culto público comiteco”.
Dicen que el camino al infierno está sembrado de buenas intenciones. Un partido político creó una iniciativa para evitar el maltrato de animales en los circos. Cuando la iniciativa se convirtió en ley, los circos comenzaron a desaparecer por falta de audiencia, y los animales, que se suponían ya no serían maltratados, terminaron abandonados y muchos de ellos murieron, debido a que la “genial idea” no contempló qué pasaría con esos animales que ya no estarían en los circos. Por eso, ahora es muy difícil que en Comitán tengamos la maravilla del circo que, en mis épocas de niño, en una ocasión se instaló en terrenos cercanos donde actualmente están las instalaciones de Telcel, al lado del bulevar.
Por fortuna, el teatro aún respira en Comitán. La tradición de las obras escenificadas que, en los años sesenta y setenta, montaban doña Leonor Pulido y Óscar Bonifaz, y en los años ochenta, Lupita Alfonzo, sigue viva. Sigue viva gracias a los esfuerzos de Joel Sánchez, de Elvira Hernández, de Ángel Medina y, sobre todo, de Rosa Hortensia Aguilar, quien, por estos días, celebra diecisiete años de su compañía “Escudo Jaguar Teatro”. Rosa Hortensia comenzó con el siglo. Tiene diecisiete años de sostenerse, contra viento, marea y huracanes. Porque la empresa no ha sido fácil. Dedicarse al arte en este país no es labor sencilla. Muchos menos sencilla en Chiapas y no se diga en Comitán. Rosa Hortensia ha mantenido a su compañía a pesar de los obstáculos naturales con que se ha topado, además de vencer los obstáculos artificiales y artificiosos que le han colocado.
Rosa Hortensia hace propuestas interesantes, como una adaptación teatral que hizo a un cuento de Rosario Castellanos, “Lección de cocina”, donde ella se muestra prodigiosa en escena. Pienso que uno de sus mayores logros son los monólogos. En la adaptación del cuento de la Castellanos, Rosa Hortensia logra momentos prodigiosos. Esta obra, con una mejor producción, podría perfectamente presentarse en los mejores teatros de Hispanoamérica. Pero, además, Rosa Hortensia abona al teatro de comedia. Son muy disfrutables sus puestas en escena donde realiza representaciones de anécdotas comitecas. Tiene dos o tres adaptaciones de anécdotas de Armando Alfonzo que son muy simpáticas y que abonan para conservar nuestra identidad a través de nuestros modismos.
Comitán no tiene una propuesta de teatro de vanguardia. Nos quedamos inmersos en un teatro costumbrista. No sabemos (no podemos saberlo) qué tipo de propuestas se hace, por ejemplo, en Londres o en Barcelona. Pero, cuando menos, tenemos un teatro que continúa con la tradición y esto no es malo.
Hace algunos años le hice una entrevista a Rosa Hortensia, ahí, entre otros conceptos, le pregunté: “¿Cuál es la palabra que más te excita?”, y ella respondió: “¡Vida!”. Vida es lo que Rosa Hortensia le ha dado a Comitán a través del teatro, porque, vos lo sabés muy bien, el teatro condensa la vida y es un arte que provoca al ser humano a verse en un espejo. Ahí, en escena está representada la vida. De esto, Rosa Hortensia sabe bastante.
Diecisiete años, se dice fácil. ¡Es toda una vida! Rosa Hortensia lleva mucho más tiempo en el teatro. Comenzó cuando era estudiante de bachillerato. Desde entonces nunca lo abandonó, siempre ha estado presente el teatro en su mente y en su corazón. En el año 2000 decidió iniciar el siglo con su compañía “Escudo Jaguar Teatro”. Ya llevamos diecisiete años de este siglo y ella continúa sembrando. Digo que no ha sido fácil. He sido testigo de los escollos que ella debe eludir. Pero ahí sigue, necia, terca (¡bendito Dios!). Si no fuera por ella, y por los mencionados, Comitán estaría en un campo yermo respecto a la actividad teatral. Comitán tendría que ser agradecido con ella, porque sin su “Escudo Jaguar Teatro” la actividad teatral sería un fantasma, un mero recuerdo de lo que hizo Ernesto Carboney, Óscar Bonifaz, Leonor Pulido, Lupita Alfonzo y demás apasionados del teatro en Comitán.
Por fortuna, el circo no ha muerto del todo. Existe ahora un movimiento de renovación. Hoy, los circos realizan propuestas donde lo tradicional queda atrás, porque ya no hay domadores de leones y de tigres, porque ya no hay focas que jueguen con la pelota o perritos que hagan piruetas o elefantes que, como niños en escuela, entren formaditos tomados de la trompa y de la cola. Ya no hay osos que bailen al ritmo de un pandero que toca el húngaro, con barba y saco de color rojo. Lo mismo debe suceder con el teatro en Comitán para que no perezca.

Posdata: Comitán tendría que estar agradecido con “Escudo Jaguar Teatro”. Contra todas las adversidades cumple diecisiete años. No es cosa simple cumplir tantos años en un país como México, en un estado como Chiapas, en una ciudad como Comitán.
Digo que me gusta la palabra bandada. Se aplica a grupo de aves o a grupo bullicioso de personas. Me gusta lo que hizo Pau, al contar las garzas en vuelo: “…trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete”. ¡Diecisiete años de esta ave que se llama “Escudo Jaguar Teatro”! ¡Felicidades!