domingo, 1 de octubre de 2023

CARTA A MARIANA, CON FIESTAS MODESTAS PERO GENIALES

Querida Mariana: robé este programa. Como ves en la parte superior el programa aparece en un libro de Doña Lety Román de Becerril, quien realizó una digna labor por dar a conocer parte de la historia del pueblo. Te he contado que ella publicó (en ediciones de autor) varios libros que ahora son reconocidos. Ella siempre protestó porque el pueblo no le dio el lugar que le correspondía. Todavía falta un pleno reconocimiento a su labor. En cualquier rato volvemos los ojos a su obra y la reconocemos. Paso copia del programa porque es de gran interés histórico, como mirás, corresponde a la feria de agosto de 1944. Recientemente tuvimos la feria correspondiente al año 2023. Así pues, el programa nos presenta qué actos se efectuaron hace 79 años. ¿Cuál es mi intención? Que mirés las diferencias. Lejos estoy de afirmar que tiempos pasados fueron mejores (como viejo que soy ya me tocaría decirlo). Lo que pretendo es que establezcás las diferencias, los cambios, que mirés cómo era el festejo en tiempo de tus abuelos. En ese tiempo era la “Gran feria comercial de agosto”, ese nombre definía bien el propósito. El festejo de 1944 abarcó cinco días, del uno al 5 de agosto. ¡Pelas! Va una mirada rapidita. Primer día, muy temprano “música y cohetes, recorriendo las principales calles para dar a conocer al vecindario que se ha iniciado nuestra tradicional festividad”. A las diez horas “vistosos carros simbólicos” con música de viento y “los atronadores cohetes”. A las cuatro de la tarde encuentros deportivos “amenizados por uno de los mejores grupos marimbísticos”. Para concluir: a las ocho de la noche “rumbosa serenata de gala (…) no faltando los atractivos toritos de petate, que serán la atracción de la chiquillería”. El día 2, a las diez de la mañana, carreras de cinta, con la participación de los mejores ciclistas, en el parque central. A las cuatro de la tarde, en el mismo parque audición musical con las mejores marimbas, palo encebado, comales y “las chispeantes carreras en sacos” (las llamadas carreras de encostalados). A las ocho de la noche grandiosa serenata en el parque central y, en la cancha del palacio municipal, encuentros deportivos (los mayores cuentan que en el patio central del palacio había una cancha de básquetbol). El día tres, a las diez de la mañana encuentro de básquetbol y a las cuatro de la tarde concurso de tiro al blanco, con participación de los campeones de 1943. Y a las ocho de la noche, en el parque central, una audición musical para terminar con pirotecnia. El día 4, a las diez de la mañana, concurso de trajes infantiles “premiándose a los más originales y estrambóticos” (era un concurso tradicional, en los años sesenta gané un primer lugar, vestido de huichol, el premio fue un triciclo, pero como ya tenía uno, cambié el premio con el del segundo lugar, que fue el juguete de una carreta que disfruté muchísimo). Luego del concurso no imaginás lo que siguió: ¡carrera de gatos! No lo imagino, ¿carrera de gatos? ¿Cómo era? En la tarde “grandiosa kermesse”, con puestos de antojitos, amenizada por grupos musicales. La programación del día cinco aparece con letra pequeña, lo que obstaculiza su lectura, pero por ahí se advierte que hubo un encuentro de básquetbol, más tarde una “rumbosa serenata de gala”, con la participación de las mejores marimbas de la localidad; como cierre de oro del festejo un “suntuoso baile en los salones del Club Social Deportivo (que ni me preguntés dónde estaba. Cuando me tope con el maestro Temo le preguntaré, él, sin duda, me dará el dato). Al final del programa está la información de la venta de caballos y mulas “en la plaza contigua al parque La Corregidora” (parece que era en el lugar donde ahora está el Centro de Salud). Y tan tan. El programa tiene muchos más elementos a considerar, pero como nosotros nada más damos una vueltita queda más que satisfecha la curiosidad. Posdata: el programa de feria muestra que era una feria modesta, pero llena de vida, de colorido. La autoridad solicitaba a todos los vecinos a adornar e iluminar las fachadas de sus casas “para prestigio de esta ciudad”. ¡Qué bonito! Ya no digo más, dije que no estableceré comparaciones. Se trata únicamente de ver cómo se divertían nuestros padres y nuestros abuelos. ¡Ah, qué tiempos! ¡Tzatz Comitán!