viernes, 24 de octubre de 2025

CARTA A MARIANA, CON ACTIVIDAD FÍSICA

Querida Mariana: mirá qué bonita fotografía. Es recuerdo de un instante. Como todo en la vida tiene su momento anterior. Sucede que este grupo de chicas se reúne todos los días (bueno, tal vez el domingo no, porque ese día es de desayunar tamalitos). ¿Para qué se reúnen estas chicas? Para caminar en el parque de Guadalupe (que en realidad se llama de La Independencia, pero nadie dice este nombre oficial). Llegan temprano, tal vez antes de las siete y le dan vueltas al parque, mientras se mueven sus pies y lo demás de sus cuerpecitos, también hacen ejercicio con su lengua y comentan el día a día del anterior, planes, recuerdos, anécdotas. ¡Andá a saber qué tanto platican! La bendición de lo que hacen es que además de hacer el ejercicio tan necesario (lo mejor para el cuerpo es ponerlo en movimiento) tienen un rato de sana convivencia. Pero resulta que dentro del grupo de caminadoras felices está la mamá de mi amiga María, quien acaba de abrir su local “María Siliceo. Repostería”, que está ubicado en la esquina privilegiada del nombrado parque de Guadalupe y, un día antes, María y su mamá las invitaron para que al terminar la jornada pasaran a tomar un café acompañado con un pastelito. Está de más que te diga que María es una excelente repostera, todo Comitán así lo reconoce, por eso, todo Comitán pasa a comprar lo que ella prepara con gusto de gourmet (a mí me encanta comer unas galletitas de avena que prepara, que le agrega unas pequeñas grageas de chocolate). Esa mañana modificaron su rutina, porque casi siempre caminan, conviven y luego se despiden y sin que se quiebre una taza cada una va para su casa y se activan en sus diferentes actividades. Paty Cajcam y yo pasamos por ahí esa mañana tan alegre, rumbo a la oficina. ¿Todavía siguen acá?, quise preguntar, pero era una interrupción estéril, por supuesto que estaban ahí, ese día estaban en la convivencia, porque ellas saben que la vida compartida es más divertida, más llena de energía y de luz. Seguían ahí, en el feliz güirigüiri. Así como nosotros pasamos por ahí, también pasó el cancionero que les ofreció una canción y ellas aceptaron, una abrió su bolso y pagó la canción y el compa, con buena voz, les armonizó el momento. Es que, por ahora, esta escena es inusual, casi puedo asegurar que el local de mi amiga María inauguró este espacio con la presencia de estas caminadoras. Pronto colocará mesas con sombrillas para que la gente de Comitán y los visitantes pasen a tomarse un café con los postres que ella prepara. No fue suficiente una canción, otra mujer abrió el bolso y le dio billetes al cantador para que interpretara una más. ¿Mirás los rostros felices? Así las encontramos, riendo, disfrutando alguna anécdota. El grupo de esa mañana era de nueve mujeres, como si fuera un símbolo de nuestro pueblo: nueve estrellas. La presencia de María hizo el diez tan buscado por todos los alumnos en el aula; y la presencia del cantador hizo el once, ya como si fuese un equipo de fútbol soccer, presagiando lo que sucederá en nuestro país, en Canadá y en USA, países que serán sedes del Campeonato Mundial de Fútbol. Estas chicas no se preparan para participar en alguna olimpiada, no, caminan para fortalecer los cuerpos y lo hacen en medio de la chorcha que rejuvenece, que permite que sus caras pinten sonrisas que son como bigotes de Dalí. Esa mañana las sonrisas se distendieron de más, porque a la hora que las vimos ellas, por lo regular, ya están en otros lugares, pero esa bendita mañana siguieron juntas y acá está la foto que da puntual testimonio de ese día especial. ¿Puedo mencionar a los protagonistas de esta fotografía? Pues primero está el cantador que alegró el momento, luego, de pie, está mi querida María, quien abraza a su mamá Viole y a Guille (con la cachucha), que es mamá de la admirada licenciada Lupita Nájera (quien ahora radica en la Ciudad de México y celebra el primer año de su hijita). Están las dos hermanas de mi amigo y compadre Javier: Lety y Kena (son quienes tienen sudaderas de color azul, bien uniformadas las hijas de Doña Blanquita y del notario Javier Aguilar Torres, personas ilustres de este pueblo ilustre). ¿Sabés quien es la chica que está con su saco muy colorido? Es Cuquis, hija de la mítica Doña Lola, quien atendía la cafetería del Cine Comitán y vendía los taquitos dorados más ricos que se ofrecieron en esta ciudad, en esos tiempos y en estos. Cuquis es hermana de Lupita, niña bonita, que se birlaba unas tortitas (también muy sabrosas) y me las regalaba, yo digo que le caía yo bien, más que bien. Posdata: ¿quiénes más? Ahí está Anita, Flori, Loncha y Socorrito. Ah, las nueve estrellas que iluminaron esa mañana el parque y el local de María. ¡Tzatz Comitán!