miércoles, 15 de octubre de 2025
CARTA A MARIANA, CON NUESTRO CONSENTIDO
Querida Mariana: todo mundo lo sabe, todo mundo lo dice, Tata Lampo es el santo consentido de Comitán. Es que es tan milagroso, dicen cientos de personas. Su aura llega a lugares muy distantes. Te comenté que el grupo llamado “los intensos”, que son los compas que se visten de mujer el día de la Entrada de Flores, del 10 de febrero, y participan echando desmadre y bebiendo cervezas y dos o tres pajuelazos de trago, llegan bolos al templo, trastabillan al subir la escalinata, se hincan ante la imagen, besan el vestido del santo, y si les preguntás por qué lo hacen, todos, pero todos, aseguran que lo hacen por amor a San Caralampio. La gente que los ve en el trayecto de la romería dicen que no debería participar ese grupo de malcriados, que confunden un acto religioso con un simple carnaval, pero estas discusiones se topan con el manto de la fe, porque ellos, dentro de sus creencias, participan porque se lo deben al santo, van para agradecerle favores por un año más.
Acá te paso copia de una bellísima talla en madera de cedro, pintada, que quién sabe de qué año es. Es una pieza de arte singular, única. En nuestra ciudad y en la cercanía existe una gran muestra de arte religioso que está relacionado con la advocación de Tata Lampo. No sólo en la pintura se manifiesta esa cinta de luz, también en la literatura aparecen muchos ejemplos donde el templo y la plaza están nombrados.
¿Ya viste la riqueza de la talla en relieve? Es de gran factura. Tiene preeminencia el soldado que está a punto de darle un tajo al cuello del santo que, como siempre, aparece, hincado frente a la imagen de Cristo, en este caso particular está sentado sobre un túmulo de nubes blancas, cargando una cruz. Digo que la imagen del soldado ejecutante es la de mayor tamaño, como significando que el acto que hará es un acto magno, por su crueldad. El soldado ve hacia el frente, no ve al santo, sólo cumple con una orden (como cualquier soldado), mantiene en la otra mano la cuerda que está amarrada a las manos del santo, quien ya tiene un resplandor en la cabeza. Tata Lampo ve hacia Dios, sin preocupación alguna, ignora lo que el ejecutante está a punto de hacer. En la parte central está el Espíritu Santo, representado por la paloma blanca, con las alas extendidas, la cabeza en la parte inferior y la cola en la superior. La imagen se completa con un fondo arbolado, el cielo azul, y en primer plano una serie de flores blancas, que parecen alcatraces. La tranquilidad que emana del rostro de Tata Lampo le resta dramatismo a la imagen, parecería que congeló el brazo del soldado que nunca ejecutará la orden, porque el santo parece decir que está a punto de acercarse a Dios en el plano espiritual, su carita da mucha paz. El artista logró dar una profunda placidez a su rostro; en cambio, el rostro de la divinidad parece agobiado por el peso de la cruz, y el rostro del ejecutor es un rostro sin emoción, es eso ¡un simple ejecutor!, si pudiera tiraría la espada y correría a esconderse o, en el colmo del milagro, usaría la espada para cortar el lazo que fastidia las manos de San Caralampio y lo levantaría, aunque, tal vez, el propio santo insistiría en hincarse para no dejar de ver el rostro divino. Esta es la grandeza de los santos, dicen los que saben, el misticismo que alcanzan se sobrepone a todo lo terrenal.
He conocido muchas imágenes de San Caralampio, ahora en el templo venden figuras hechas en serie con diversos materiales frágiles; pero, en los años setenta conocí las imágenes en madera, también de cedro, que hacía mi tía Mechitas de Bermúdez, en su casa de la bajada a La Pila, ella tenía una gran capacidad y talento para las tallas en madera. Cada una de las imágenes que hacía era única, de ahí su valor artístico. El esposo de la querida güerita María Antonieta Villatoro también hacía imágenes de San Caralampio en madera, una vez me mostró la imagen que llamamos San Caralampio Robocop, porque movía los brazos. Ah, qué catálogo tan sublime de imágenes. Te conté que he conocido dos obras de arte plástico que son muy hermosas, valiosas. Lo que quiero decir, mi niña querida, es que el cariño que le tiene la gente de Comitán ha hecho que el arte forme un gran abanico de luz. No hay otro pueblo donde la imagen de San Caralampio haya propiciado tal riqueza artística.
Posdata: esta talla en relieve es propiedad de mi amado Gutmita, él me contó que un día un señor de Apellido Cabrera estaba bolo y llegó a venderle esta imagen a la mamá de Gutmita. ¿Cabrera? ¿El escultor? ¿Es obra de él? Andá a saber. Abraham Gutman así me lo contó y no estaba bolo cuando me lo contó. No sé de qué tamaño es la imagen, se ve que no es muy grande, pero sí tiene su buen tamaño. Mirá lo que es la vida, la imagen dejó Comitán y ahora se encuentra cerca de Chiapa de Corzo, en la residencia de Abraham, quien es el mero mero del principado de San Ramón.
Algún día, los expertos deberán hacer un libro que contenga todas las imágenes habidas y por haber de San Caralampio.
¡Tzatz Comitán!