domingo, 12 de octubre de 2025

CARTA A MARIANA, CON ROSARIO EN EL MALETÍN DE DON JORGE

Querida Mariana: tal vez has visto a Don Jorge. Él trabaja en la oficina de Comunicación Social, del Ayuntamiento de Comitán. No sé cuántos años ha estado ahí, han pasado ya varias administraciones, varios presidentes, y él sigue ahí, en un escritorio. No sé cuál es su trabajo específico, pero yo lo veo muy temprano con un montón de periódicos bajo el brazo, imagino que hace análisis de las notas publicadas. Esto sólo lo imagino. Lo que no imagino es su interés por la figura de Rosario Castellanos Figueroa, porque lo he constatado. El otro día, Paty Cajcam y yo caminábamos por un portal frente al parque y Don Jorge me dijo que quería compartirnos algo acerca de Rosario. Por supuesto que sí, y el día de la cita llegó puntualmente, los que no llegamos con puntualidad fuimos nosotros, pero platicamos un rato. Don Jorge (acá lo ves en la fotografía) sacó un legajo de copias fotostáticas y nos dijo que esa información tenía relación con la vida de Rosario. Si lo ves bien, no fue poca cosa, que en este 2025, año donde celebramos el Centenario del Nacimiento de nuestra pichita amada, él compartiera con nosotros varios documentos que hablan acerca de Rosario. No sé en qué momento Don Jorge comenzó a interesarse por la vida y obra de nuestra pichita amada, pero él nos prestó un juego de copias con “Cuadernos de Jerusalén”, números 2 y 3, correspondiente a noviembre de 1975; “Rosario Castellanos y Nahum Megged. El largo camino a la ironía”, de Silvia Cherem S.; “Rosario Castellanos, su mirada a través de la prensa judía”, de Francisco Javier Acosta Martínez. Tal vez la cinta que une a Rosario con Don Jorge se amarró en los años 90, años donde él viajó a Israel y estuvo en un kibutz y en escuelas talmúdicas; tal vez el viaje lo realizó porque el apellido Cancino es sefardita, de origen judío; tal vez dicha cinta se afianzó porque él ha vivido en Comitán desde hace muchos años. Conocí a Don Jorge cuando abrió un restaurante de mariscos, “El cangrejo ermitaño”, que, en los años ochenta, fue muy exitoso en la ciudad. En 1982, siendo novios, mi Paty y yo íbamos a comer, con frecuencia. A mí me encantaba comer una cazuela de pulpo al ajillo. Ah, qué cosa tan deliciosa. Un día cerró el restaurante y ya luego lo encontré en el edificio de la presidencia municipal, en la oficina donde sigue laborando. En los años 80, a Don Jorge le encantaba practicar el buceo, hoy se apoya con un bastón para caminar. La foto que te comparto es testimonio del instante en que él lee fragmentos del texto de Silvia Cherem, donde la autora comenta el libro que Nahum Megged escribió: “El largo camino a la ironía”. Dice Silvia que Rosario y Nahum se conocieron en 1971, cuando nuestra pichita amada viajó a Israel y Nahum fue su guía; luego diría que Nahum se convirtió en el más querido de sus amigos en aquel país. En el artículo de Silvia nos enteramos que Nahum dijo que “Rosario se ganó el corazón de los israelíes desde el primer momento. Comenzó dando clases de cultura mexicana en la Universidad Hebrea de Jerusalén, y su nombre figuraba constantemente en emisiones radiales y conferencias en las que expresaba su gozo de vivir en Israel. La recibían con euforia de heroína. Los periódicos le dedicaban programas y titulares, y quien la conocía, la adoraba por su simpatía e inteligencia”. ¿Mirás? Ah, qué orgullo para nosotros, sus paisanos, al saber que Rosario fue reconocida en aquel país, tan lejano. Acá (te juro que es cierto lo que digo) hay compas que insisten en restarle méritos a Rosario. Por fortuna, somos más los que comprendemos nuestro deber moral de seguir honrándola, porque fue una mujer muy inteligente. Posdata: Paty y yo llegamos tarde a la cita, por lo que sólo estuvimos un rato con Don Jorge. Teníamos otro compromiso ineludible y no queríamos repetir la impuntualidad, así que le dijimos a él que nos permitiera platicar en otra ocasión. Estuvimos con él no más de veinte minutos, pero fue muy interesante ver la pasión que lo envuelve. Nos permitió llevarnos el juego de copias, para leerlo con atención. La fotografía resume lo que acá he dicho: Don Jorge está con un texto en sus manos, lo lee en voz alta (nosotros lo escuchamos con atención); al fondo está el busto de Rosario, en el patio central del centro cultural que lleva su nombre; como ha llovido con generosidad el verde de la naturaleza es una diadema que corona el busto y el retrato de Rosario en el mural que pintó Cunjamá. Sí, fueron apenas veinte minutos, pero Don Jorge nos compartió mucho de Rosario, textos escritos en su honor. Desde la ciudad donde creció, nos sentimos muy cerca de la escritora que está considerada como la más importante escritora mexicana del siglo XX. Pucha, ¡nadita! Este momento fue un homenaje a Rosario, mínimo homenaje, pero lleno de emoción. ¡Tzatz Comitán!