jueves, 30 de septiembre de 2010
ARENILLA PARA GABRIELA BARRIOS GARCÍA
Gabriela juega. Ella entretiene el tiempo jugando a las cajitas.
Mi amigo Juan siempre responde: “Acá, matando el tiempo”, cuando alguien le pregunta qué hace. Cuando medio mundo se empecina en asesinar al tiempo, por fortuna, ¡otra mitad lo entretiene! Quienes entretienen al mundo son los que hacen que el mundo siga vivo, a pesar de todo.
Gabriela juega, a veces toma a Lety de la mano y juntas, parlanchinas, divertidas, hacen entrevistas a cuanto tipo se les pone enfrente; en otras ocasiones, toma a Emilio de la mano y, juntos, hacen lo contrario, cierran los ojos, clausuran su boca y abren sus oídos como si fueran bocas de baúl. Juegan a escuchar lo que se mueve por debajo del aleteo de la mariposa, por debajo del agua que corre por el río.
Gaby se divierte en descubrir el sonido que duerme por encima de la calle, porque, ya se sabe que lo que duerme tiene el sonido original. Todo lo que está en vigilia imita otros sonidos. Cuando Gaby encuentra un sonido novedoso cierra la tapa del baúl y lo atrapa para siempre. ¿Qué pasó cuando alguien abrió la caja de Pandora? ¿Qué ocurre cuando alguien, maravillado, abre la caja de Gabriela?
Ella quiso grabar el sonido que hace la bisagra cuando abro el ojo, pero no la dejé. Antes que ella lo hiciera yo saqué la grabadora y la puse frente a su oído. Acá el juego resultante.
1.- El Paisaje sonoro de un corazón marchito, ¿qué sonidos contiene?
El paisaje es un capullo guardado celosamente en un caparazón construido con trozos de esperanza muerta, de desasosiego acumulado, donde resuena el eco del frío escarchado, la soledad inconcebible y la oscuridad perpetua. Después de un largo tiempo, una niña lo encuentra entre la arcilla, lo limpia y en sus frágiles manos lo acaricia, lo acerca a sus labios y le susurra palabras no conocidas.
2.- ¿Qué hace un sonido cuando da vuelta en la esquina?
El sonido es movimiento y como tal no puede estar en un solo sitio, por eso huye y cuando da vuelta se consume, deja de ser y a su paso acumula huellas que van desvaneciéndose hasta volverse ausencia. Lo escucho alejarse de mí sigiloso, mientras alguien más lo recibe con plena intensidad en su morada.
3.- ¿A qué suena una nube enojada?
¿Las nubes se enojan? Las de mi mundo no. Ellas son cómplices que invitan a la contemplación, al reposo y a la fuga. En ese ir y venir, son silencios fragmentados, son libres, caprichosas, escandalizan al cielo con su presencia. Para ellas no hay tregua, no hay rendición, son guerreras apasionadas que se ofrecen sin mesura para quien quiera colgarse de ellas y volar.
4.- Los seres humanos estamos llenos de sonidos, ¿cuál es el más terrícola y cuál el más espacial?
Al omitir los sonidos cotidianos, cada terrícola tiene lo suyo, como Josué, que aún en pleno medio día bajo el sol, en el lugar 31 de la fila del departamento de trámites, el zumbido de una abeja en la oreja izquierda lo ausenta de ahí y lo lleva a sentir la brisa fresca del campo que cuando niño visitó para ver a su abuela, y sonríe, se siente vivo.
El más espacial es que proviene de la mente de Isadora, escritora de ciencia ficción, que está a mitad de un cuento que se desarrolla en el espacio interplanetario; el cual es interrumpido por una mezcla, en su imaginación, del goteo de agua en una gruta y el misterioso ronroneo de un gato, que la hace repetir: “somos sólo un puntito en la vía láctea”.
5.- ¿Quién oye el sonido del Sol a la hora que abre la persiana de su ventana?
Don Gustavo, el oficinista que tiene el escritorio lleno de oficios y cuentas qué solventar, que abrumado tiene la osadía de asomarse a esa pequeña ventana que mantiene cerrada (por órdenes del jefe) e invita al Sol a pasar.
6.- ¿Por qué los pasos de la noche son más intensos que los del mediodía, a pesar de que camina en puntillas?
Porque han decretado que la noche se ha hecho para dormir, todos los que siguen las reglas lo hacen y en el día se reparten en pedazos para cumplir lo establecido; pero hay otros, los audaces, los del lado oscuro, los malditos que se niegan a ese decreto y flotan, deambulan como dioses y en esa penumbra crean, sueñan despiertos, caminan tras sus deseos y hacen magia con las manos, con sus entrañas, a ellos es imposible siquiera escucharlos susurrar.
7.- ¿Cómo suena la caricia de un viejo perverso en la piel de una muchacha bonita?
No hay sonido. El palpitar del corazón y las sienes ensordece los oídos, sólo sienten la danza cadenciosa del lugar construido por y para ellos, donde no hay lugar para arrugas ni prejuicios de la novata piel. Es como el renacer de un libro viejo, olvidado en el librero, en manos de un lector nuevo.
8.- ¿Cuál fue el primer sonido que escuchó el primer hombre?
Una comparsa que emanó de su piel al sentir la humedad del universo que lo recibió y lo hizo suyo; en ese génesis, su llanto lo llevó a recorrer la destrucción y construcción de su propio ser. Porque cada nacimiento es un mundo habitable en sí mismo.
9.- ¿Qué sonidos provoca una desmesura en la llanura?
Son los sonidos del recuerdo, de una calle húmeda, una habitación compartida, el de la niebla y la melodía de ojos azules en la carretera, que provocan que Lupita se descalce y corra sin pausa para ir en busca de él.
10.- ¿Qué sonidos te llevarías a la famosa isla?
Ninguno, sólo llevaría el deseo que me conduzca a descubrir y escuchar nuevos sonidos, gozarlos, aprender de ellos y aprehenderlos cada instante hasta mi eternidad. Haría un archivo con recursos omnímodos de cada delicada sucesión de sonidos y silencios.
(Gabriela Guadalupe Barrios García. Es comunicóloga, reportera y “paisajista sonora”. Junto con Leticia Bárcenas tiene el blog desmesuradas.blogspot.com, donde publican las entrevistas que realizan; además, al lado de Emilio Ruiz Llaven, tiene una página sorprendente que se llama archivosonoro.org, cuyo nombre dice todo lo que encierra).
martes, 28 de septiembre de 2010
OSCAR BONIFAZ, UN PERFIL EN MI MEMORIA
Martha Díaz Carreón escribió el presente texto. Pasamos copia para los lectores de este cuaderno.
Dice la voz popular respecto de una persona que, a pesar del tiempo, va conservando su apariencia y la presencia de su fisonomía con relativa frescura, que el tiempo no pasa por ella, y ya más profundamente, consideran los que saben, que eso, además de ser signo de buena salud, obedece a que la expresión física es reflejo fiel de lo que le viene de adentro; es decir, la calidad del carácter, de la contextura espiritual y, en general, de la actitud que ante la vida se tiene, o también, a la manera de José Ingenieros, “que lo que el árbol tiene de florido, viene de lo que tiene sepultado”. Esta consideración la podemos aplicar a la persona de Oscar Bonifaz, de quien podemos pensar -quienes lo conocemos- que toda la vida ha sido el mismo: ¡la silueta delgada, el caminar ligero, la sonrisa pronta y contenta, la fácil respuesta de su simpatía para todos, y esa increíble, irrepetible actitud que pareciera ser, como decimos: “la mera verdad”; sobre todo cuando aborda la broma, el comentario , la anécdota, o el cuento pueblerino.
Él se pone a contar, a trasmitir, lo que se ofrece en el momento del encuentro, y así uno se esté “matando” de la risa, él adopta una actitud circunspecta, como que no entiende, como que le extraña y como que se pregunta el por qué, o el qué, es lo que mueve a una reacción así, y qué origina y provoca tanta celebración. ¡Ay no saben ustedes cómo se disfruta, cómo atrae una personalidad así! Cómo en el camino complicado de la cotidianidad es un bálsamo, es un remanso contar con una presencia así (siempre que lo encuentro, pienso que me lo quiero llevar a mi casa).
Pero aquí quiero decir que me he llevado una sorpresa y es que esté cumpliendo ¡85 años!, como lo dijo en su carta invitación el muy admirado Juan Carlos Gómez Aranda, e imagino que si le digo de frente al maestro mi sorpresa por esa edad, que no sólo no representa sino que me parece algo así como una confusión de fecha, me va a contestar con esa expresión tan suya: “¡Qué, qué tiene!, es cierto, no me diga que no lo sabía usted, ¡no me conoce bien, pues”.
Digo que estoy escribiendo sobre él, así, solo acudiendo a mi memoria; así como de memoria lo describo pienso que muchos se van a ocupar de su obra, que es excelsa. Sin embargo, me atrevo a decir, con respeto y con modestia, que no se ha sabido aquilatar su valía en las letras del estado y del país, obra que tiene profundidad y registra matices tan variados, como versátil es, en toda su producción. Ya en el verso, como en la prosa, conviven igualmente, el dolor, el valor, la dignidad y los perfiles de la tragedia humana, pero de esto, se ocupan los intelectuales, que saben que sus creaciones, han trascendido fronteras; por mi parte prefiero pensar en voz alta y delinear en este trazo mi percepción de quien me ha regalado tanto afecto y ha sido una influencia definitiva y muy señalada en la vida. Y no crea, usted que me lee, que todo ha sido vivir en su cercanía, sólo del florido festín de la alegría de su afecto y su amistad; que si bien he disfrutado con largueza y plenitud, siempre, lo mejor de su esencia, me la ha prodigado en los momentos más difíciles, confusos y dolorosos.
Ambos, él más que yo, sufrimos el detestable desempeño de una sociedad neocolonial, discriminatoria, cruel y rayana en lo irracional. ¿Por qué no decir también de su increíble sabor costumbrista, tradicional y hasta elegante, pero hipócrita, mañosa y descompuesta, que a algunos más que a otros nos marcó para siempre a su paso por nosotros, como lo hizo con todos nuestros coterráneos, y a cada quien en la medida de su propia circunstancia?
Son parte también, de nuestro haber existencial, el entrañable amor por la risueña tierra que nos tocó por cuna, y de la que ahora disfrutamos con algarabía infantil cuando estamos en ella, que en el caso del Maestro Oscar es apego definitivo, inmarcesible, pero que de cerca o de lejos vivimos constantemente, su intimidad, su sabor, su color y la riqueza de los amores que nos entrega.
Guardo del maestro su imagen imborrable de preceptor en la escuela secundaria de Comitán, rodeado de sus alumnos, antes o después de su clase, siempre dedicando su atención, ya fuera a las dudas, para aclararlas; ya a la discusión amable de algún tema que prolongaba en pláticas ex cátedra, o simplemente compartiendo las inquietudes personales del grupo, o de alguien en lo personal. Ah… pero también conocí -y ahora concluyo- que su versatilidad le permitió incursionar en otras actividades, ajenas, aparentemente, a su inquietud intelectual y docente. Por lo que puedo recordar, por cierto no exenta de nostalgia, aquella papelería, convertida después en zapatería (¿o eran ambas?), que era el punto de reunión para amigable y muy alegres encuentros, de él con todos los jovencitos estudiantes que nos ocupábamos de irle a quitar el tiempo, con la inocente diversión de la broma, el chascarrillo o el comentario oportuno que siempre tuvo con amable tolerancia para todos nosotros, aunque no fuéramos parte de su clase.
Yo creo que la zapatería fue un reflejo y también una manera de hacer eco de la vocaciòn artesana de su padre, un recio y prestigiado liberal de aquella ciudad, en la que, con la dulce y apacible doña Rosario Caballero, hizo su hogar, en el que nacieron Oscar y sus hermanos Luis, Roberto y Rosalba, para el beneplácito de quienes pudimos conocerlos y gozar de su afecto, simpatía y afecto.
Asi como su obra literaria de gran alcance cultural, tambien su vocacion docente, le exigió perferccionarse en las tareas de la enseñanza, sumando a su ya solida formacion, su paso por la escuela normal superior, de la que sus compañeros externan un testimonio de convencida admiracion. ha sido tambien, promotor tenaz y dedicado del teatro, la sublime rama del arte, que muestra certeramente, sobre todo, las pasiones y las virtudes humanas, es lamentable que en comitan, no hayan sabido aprovechar este renglón de las capacidades del escritor y maestro.
ahora, ya en la distancia que el tiempo se ha ocupado de ponernos a cada uno en su espacio, con sus cosas, con su propio camino, cumpliendo el inexorable ritmo del destino, con infinito cariño y sentida gratitud, quiero desear para mi, que el creador me siga concediendo la sombra de su calida y amorosa compresion, y el privilegio incomparable de su amistad.
Dice la voz popular respecto de una persona que, a pesar del tiempo, va conservando su apariencia y la presencia de su fisonomía con relativa frescura, que el tiempo no pasa por ella, y ya más profundamente, consideran los que saben, que eso, además de ser signo de buena salud, obedece a que la expresión física es reflejo fiel de lo que le viene de adentro; es decir, la calidad del carácter, de la contextura espiritual y, en general, de la actitud que ante la vida se tiene, o también, a la manera de José Ingenieros, “que lo que el árbol tiene de florido, viene de lo que tiene sepultado”. Esta consideración la podemos aplicar a la persona de Oscar Bonifaz, de quien podemos pensar -quienes lo conocemos- que toda la vida ha sido el mismo: ¡la silueta delgada, el caminar ligero, la sonrisa pronta y contenta, la fácil respuesta de su simpatía para todos, y esa increíble, irrepetible actitud que pareciera ser, como decimos: “la mera verdad”; sobre todo cuando aborda la broma, el comentario , la anécdota, o el cuento pueblerino.
Él se pone a contar, a trasmitir, lo que se ofrece en el momento del encuentro, y así uno se esté “matando” de la risa, él adopta una actitud circunspecta, como que no entiende, como que le extraña y como que se pregunta el por qué, o el qué, es lo que mueve a una reacción así, y qué origina y provoca tanta celebración. ¡Ay no saben ustedes cómo se disfruta, cómo atrae una personalidad así! Cómo en el camino complicado de la cotidianidad es un bálsamo, es un remanso contar con una presencia así (siempre que lo encuentro, pienso que me lo quiero llevar a mi casa).
Pero aquí quiero decir que me he llevado una sorpresa y es que esté cumpliendo ¡85 años!, como lo dijo en su carta invitación el muy admirado Juan Carlos Gómez Aranda, e imagino que si le digo de frente al maestro mi sorpresa por esa edad, que no sólo no representa sino que me parece algo así como una confusión de fecha, me va a contestar con esa expresión tan suya: “¡Qué, qué tiene!, es cierto, no me diga que no lo sabía usted, ¡no me conoce bien, pues”.
Digo que estoy escribiendo sobre él, así, solo acudiendo a mi memoria; así como de memoria lo describo pienso que muchos se van a ocupar de su obra, que es excelsa. Sin embargo, me atrevo a decir, con respeto y con modestia, que no se ha sabido aquilatar su valía en las letras del estado y del país, obra que tiene profundidad y registra matices tan variados, como versátil es, en toda su producción. Ya en el verso, como en la prosa, conviven igualmente, el dolor, el valor, la dignidad y los perfiles de la tragedia humana, pero de esto, se ocupan los intelectuales, que saben que sus creaciones, han trascendido fronteras; por mi parte prefiero pensar en voz alta y delinear en este trazo mi percepción de quien me ha regalado tanto afecto y ha sido una influencia definitiva y muy señalada en la vida. Y no crea, usted que me lee, que todo ha sido vivir en su cercanía, sólo del florido festín de la alegría de su afecto y su amistad; que si bien he disfrutado con largueza y plenitud, siempre, lo mejor de su esencia, me la ha prodigado en los momentos más difíciles, confusos y dolorosos.
Ambos, él más que yo, sufrimos el detestable desempeño de una sociedad neocolonial, discriminatoria, cruel y rayana en lo irracional. ¿Por qué no decir también de su increíble sabor costumbrista, tradicional y hasta elegante, pero hipócrita, mañosa y descompuesta, que a algunos más que a otros nos marcó para siempre a su paso por nosotros, como lo hizo con todos nuestros coterráneos, y a cada quien en la medida de su propia circunstancia?
Son parte también, de nuestro haber existencial, el entrañable amor por la risueña tierra que nos tocó por cuna, y de la que ahora disfrutamos con algarabía infantil cuando estamos en ella, que en el caso del Maestro Oscar es apego definitivo, inmarcesible, pero que de cerca o de lejos vivimos constantemente, su intimidad, su sabor, su color y la riqueza de los amores que nos entrega.
Guardo del maestro su imagen imborrable de preceptor en la escuela secundaria de Comitán, rodeado de sus alumnos, antes o después de su clase, siempre dedicando su atención, ya fuera a las dudas, para aclararlas; ya a la discusión amable de algún tema que prolongaba en pláticas ex cátedra, o simplemente compartiendo las inquietudes personales del grupo, o de alguien en lo personal. Ah… pero también conocí -y ahora concluyo- que su versatilidad le permitió incursionar en otras actividades, ajenas, aparentemente, a su inquietud intelectual y docente. Por lo que puedo recordar, por cierto no exenta de nostalgia, aquella papelería, convertida después en zapatería (¿o eran ambas?), que era el punto de reunión para amigable y muy alegres encuentros, de él con todos los jovencitos estudiantes que nos ocupábamos de irle a quitar el tiempo, con la inocente diversión de la broma, el chascarrillo o el comentario oportuno que siempre tuvo con amable tolerancia para todos nosotros, aunque no fuéramos parte de su clase.
Yo creo que la zapatería fue un reflejo y también una manera de hacer eco de la vocaciòn artesana de su padre, un recio y prestigiado liberal de aquella ciudad, en la que, con la dulce y apacible doña Rosario Caballero, hizo su hogar, en el que nacieron Oscar y sus hermanos Luis, Roberto y Rosalba, para el beneplácito de quienes pudimos conocerlos y gozar de su afecto, simpatía y afecto.
Asi como su obra literaria de gran alcance cultural, tambien su vocacion docente, le exigió perferccionarse en las tareas de la enseñanza, sumando a su ya solida formacion, su paso por la escuela normal superior, de la que sus compañeros externan un testimonio de convencida admiracion. ha sido tambien, promotor tenaz y dedicado del teatro, la sublime rama del arte, que muestra certeramente, sobre todo, las pasiones y las virtudes humanas, es lamentable que en comitan, no hayan sabido aprovechar este renglón de las capacidades del escritor y maestro.
ahora, ya en la distancia que el tiempo se ha ocupado de ponernos a cada uno en su espacio, con sus cosas, con su propio camino, cumpliendo el inexorable ritmo del destino, con infinito cariño y sentida gratitud, quiero desear para mi, que el creador me siga concediendo la sombra de su calida y amorosa compresion, y el privilegio incomparable de su amistad.
lunes, 27 de septiembre de 2010
DIEZ PARA ANTES DE DORMIR
1.- Los resultados de un proyecto en una dependencia son directamente proporcionales a la capacidad y preparación de sus directivos. Si analizamos, por ejemplo, la personalidad y trayectoria de quienes han dirigido Coneculta-Chiapas constatamos tal afirmación. El antecedente de la creación de Coneculta fue el Instituto Chiapaneco de Cultura, institución que bajo la dirección de Andrés Fábregas Puig marcó un momento importante en el fomento de las artes. De los directores de Coneculta, Mario Uvence es quien más ha brillado por su capacidad y claridad en el proyecto a ejecutar. Óscar Oliva y Alfredo Palacios, a pesar de sus reconocimientos como escritores (el primero mucho más que el segundo), hicieron una labor mediana. Pero donde Coneculta-Chiapas se extravió fue con Jane Guadalupe y ahora, con Marvin Arriaga, el instituto no levanta. Y es que basta leer las fichas curriculares de quienes han ocupado el cargo, y de quien lo ocupa actualmente, para saber qué camino presagia luz y cuál oscuridad.
2.- Quienes no avanzan en la ciencia y en el arte tienen varices en el cerebro.
3.- Los comitecos de los años cincuentas del siglo pasado: “vos-eaban”; los comitecos de esta primera década del siglo XXI: “tu-itean”.
4.- Ahora que la centenaria UNAM entregó dieciséis Doctorados Honoris Causa busqué el nombre de Mario Nandayapa entre los elegidos, pero no fue reconocido con tal honor.
5.- Cuentan que Gabriel García Márquez entró a un restaurante en Colombia y pidió un café. El mesero tardó más de diez minutos en servirle por lo que el escritor reclamó la tardanza. El empleado unió las manos y, con humildad, dijo: “Usted me clavó cien años de soledad, ¿le parece mucho que yo me desquite con unos cuántos minutos?”.
6.- ¿Qué libro leía Felipe Calderón cuando se le ocurrió organizar el dispendio celebratorio del Bicentenario? “Todas las familias felices”, de Carlos Fuentes.
7.- La gente que mira desde arriba cree que todos los de abajo son hormigas. Por lo regular esta gente evita mirar hacia el cielo porque, sin saberlo bien, algo les dice que son simples cucarachas.
8.- Convocaron al Concurso del texto más erótico. Ganó un texto que cuenta cómo el aire, de manera sutil, seduce a la noche.
9.- Dicen que la sombra le preguntó al cuerpo: “¿No crees que ya estoy lo suficientemente grandecita para salir sola a la calle?”.
10.- ¿Por qué los chiapanecos nos sentimos orgullosos del mito de los chiapanecas lanzándose al Sumidero para defender su libertad y de igual manera nos enorgullecemos del escudo que celebra la victoria de los españoles sobre los indios chiapanecas?
viernes, 24 de septiembre de 2010
CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO EL GALLO PIERDE PLUMAS
Querida Mariana: Armando llegó a casa por la noche, ya pasada la noche. Llegó como caballo acezante, pateó la puerta y me dijo, con voz de piedra bajando por la montaña: “Compa, se acabó París”, se reclinó sobre la pared y se quedó estacionado como si la Segunda Guerra retornara. ¿Lo mirás? Uno está tranquilo en su casa y la desgracia llega desde la calle. En la calle suceden todas las cosas, las buenas y las malas. En casa todo es como en pueblo viejo donde no sucede algo. He visto casas donde hay carros buick modelo 1918. Es en la calle donde transitan los carros modernos. Yo no guardo autos antiguos, pero sí conservo en el patio de la casa la armonía de otros tiempos, muy lejanos a estos tiempos vertiginosos. Como si fueran autos de esos de lámina gruesa, conservo en la cochera una serie de recuerdos perennes. Mi casa, Mariana, es como uno de esos radios de bulbos con “estática”. Por esto me gusta escuchar una canción donde se alcance a oír el patinar de la aguja sobre el disco.
¿Así que se acabó París? ¿Mirás qué cosas dicen? Armando se llevó la mano a la boca y, besando la cruz, dijo: “Sí, compa, los gitanos levantaron toda la ciudad y se fueron a otra parte”. Quien no lo conoce puede convencerse de la certeza de sus dichos, sobre todo cuando, como si fuese Al Pacino, se lleva la cruz a la boca y cierra los ojos en actitud de San Francisco. ¿Mirás, Mariana? Este mi compa ¡tiene cada idea! Esa noche, lo traté como si fuera un sobreviviente del Día D (estos apapachos le encantan y lo apaciguan), lo abracé y lo pasé para la sala. Ahí, Paty le dio una taza de té de menta y unas rosquillas de mantequilla.
Mi mamá, generosa como siempre, le preguntó por la Torre Eiffel y él dijo que, gracias a Dios, seguía en pie, pero que en cualquier momento regresaban “Los Parisi” y se la llevaban de fierro en fierro. Yo iba a preguntarle por El Sena, pero era como alentar su desvarío.
Los seres humanos somos frágiles y, a veces, la única manera de disfrazar nuestro cristal de aire es imaginando historias. A Armando, por temporadas, le da por inventar cosas. Los imagina de tal manera que los narra como si, en efecto, sucedieran. Por esto los niños lo siguen a todas partes. Es seductora la manera como cuenta sus inventos, casi casi como si fuera un Laco Zepeda (claro, Laco en sus mejores tiempos, porque ahora que nos narró la historia como pretexto del Bicentenario ya sonó un poco a homenaje a Ángel M. Corzo con los “Cuentos del abuelo”).
Somos frágiles, en el camino se nos caen las plumas y, por esto, buscamos sucedáneos para el vuelo, aún a sabiendas de que somos de la tierra y el cielo no es más que una utopía. A veces, Mariana querida, pensamos que la vida puede ser un simple modo de ser gitano, como si, a la hora que se nos pegara la gana, pudiéramos recoger los trastos y largarnos a otra parte. Pero, Mariana, ¿de qué nos sirve la mudanza si, después de todo, no podemos ir más allá de lo nombrable? Por esto es que soporto que Armando llegue a altas horas de la noche a casa (altas horas, para mí, son las nueve o nueve y media). Tolero y, a veces, impulso su capacidad de imaginación sólo para ver si por ahí se cuela algo que no sea tan común como la vida de todos los días. Deseo que su capacidad pueda, un día, abrir algo como una ventana cuya vista dé hacia otro mundo, otro en donde París sea como un sueño o como una orden de tacos para llevar.
Pd. Un afecto me obsequió, hace tiempo, un llavero original con la réplica de la Torre Eiffel. Siempre que saco el llavero para abrir la puerta de la oficina creo que algo de París está conmigo, como si la Torre fuera mudable y, por instantes, la Ciudad Luz se quedara sin su símbolo. Una vez escribí un cuento acerca de esto. La Torre desaparecía de la ciudad cada vez que el hombre desorientado perdía el llavero. ¿Alguna vez has imaginado a la ciudad de París sin la Torre?
jueves, 23 de septiembre de 2010
CINCO DE CIEN
La UNAM cumple cien años. México entero lo celebra. Es el festejo de la inteligencia y del progreso.
En 1974 me inscribí en la Facultad de Ingeniería, de la UNAM y durante cinco años asistí religiosamente a la Universidad. En 1979 descubrí que de los créditos totales apenas había aprobado un cuarenta y tantos por ciento (en ese tiempo eliminaron la seriación de materias y los alumnos podíamos, perfectamente, inscribirnos a Electrónica III sin haber aprobado el antecedente de Electrónica I, por ejemplo). Entonces me di de baja y me inscribí en la Escuela de Arquitectura, de la Universidad del Valle de México, cuyo edificio estaba en la colonia Roma. Pero, bueno, como dijera la nana Goya, ya es otra historia.
Mi paso por la UNAM, entonces, no prosperó en el objetivo que mis papás esperaban de mí: ¡hacer una carrera profesional!
Durante muchos años cargué una piedra de culpa por no haber logrado el objetivo.
Hace quince días un compa comiteco me invitó a un desayuno para conmemorar los cien años de la UNAM. Ex alumnos de la Universidad se reunieron e hicieron el día de ayer una celebración muy emotiva, en un restaurante de la ciudad.
Cuando recibí la invitación dije que soy egresado de la UNACH, institución donde terminé los cursos de la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericana, pero un segundo después asumí mi categoría de ex alumno de la UNAM.
Si bien no concluí mi formación formal, el paso por la UNAM fue determinante para construir lo que hoy soy. Hoy, me siento conforme con lo que soy.
La UNAM me permitió conocer muchos ciclos de cine de arte, asimismo me proporcionó las bases de mi formación literaria. Durante horas y horas permanecí días y días en la Biblioteca Central leyendo cuentos y novelas. En las clases del famoso TORRES HACHE, un brillante maestro de la Facultad de Ingeniería, aprendí que el mundo humanista era fundamental para el desarrollo pleno del mundo. De igual manera en la clase de Electricidad II tuve un maestro que al final de su clase llena de circuitos y alambres nos leía pasajes de una novela, en intento de que los estudiantes que dedicarían su vida a la ciencia y a la tecnología comprendieran que el arte era un complemento importante. Ahi, pues, aprendí que yo estaba destinado no para la ciencia y la tecnología sino para aquello que en esa facultad era un ingrediente sólo para sazonar. Aprendí que lo mío era esa especie que daba el sabor al caldo. La UNAM fue mi máxima formadora, fue el cubículo y el laboratorio que me guió en mi vocación.
Nunca logré el título de ingeniero en comunicaciones y electrónica. Esto lo lamenté mucho tiempo. Hoy, tal "fracaso" lo considero como la mayor lección de vida que pude tener. Cuando algo sirve para hallar luz el cordel oscuro es una bendición. La UNAM me dio luz y hoy camino sin titubeos.
Por ello me uno a los miles y miles de alumnos de la UNAM que hoy celebramos sus cien años de dar luz. ¡Goya, goya, goya, cachún cachún ra, ra, ra, cachún cachún, ra, ra, ra, Universidad!
miércoles, 22 de septiembre de 2010
ARENILLA PARA CRISTA BELÉN ALBORES AMÉZCUA
Claudia Ponce De León me presentó a Crista, sin que ella estuviera presente. Claudia me dijo: “Crista es una gran pianista”. Así pues, cuando tuve a Crista frente a mí, tiempo después, supe que estaba frente a una gran pianista, sólo faltaba corroborarlo oyéndola tocar. La oportunidad se presentó en el festejo que, con motivo al cumpleaños ochenta y cinco, se le organizó a Oscar Bonifaz. Crista llegó en el mes de agosto al Centro Cultural y dijo que deseaba participar en el guateque. Los organizadores la aceptaron de inmediato. Ella, para cumplir con su compromiso, viajó de manera especial desde Xalapa el día diez de septiembre. Ahí la escuché. La vi sentarse en la parte alta del auditorio y esperar, paciente, el momento en que el maestro de ceremonias la anunció. Crista subió, se sentó frente al piano (se sentó en una silla porque el banco anduvo medio extraviado) y se dejó llevar como el viento lo hace ante el Valle, y el público hizo lo mismo. Yo fui como un papalote y me dejé llevar a los cielos donde Crista me encumbró. Sí, Crista es una gran pianista. Orgullosamente es comiteca, chiapaneca. Ahora, ya con la confianza que da habernos conocido de manera personal, la conduje al cielo de la palabra y ella jugó.
1.- ¿Qué sonido obtiene el especialista en percusiones cuando toca el tambor que antes tocó “El niño del tambor”?
El tambor es su instrumento a través del cual suena y resuena su espíritu.
2.- ¿Hace música un pájaro que camina sobre hojas secas?
¡Claro! Es “El pájaro que da cuerda al mundo”, ese que, a través de pasos armónicos y acompasados, se ocupa de hacer escuchar la armonía musical del universo.
3.- ¿Hay algún sonido que sea racista?
El arma que liquida, la palabra que liquida, transformando el blanco en rojo, ese rojo que nos muestra incapaces de aceptar lo otro, lo diferente.
4.- El que come “flautas”, ¿qué sonidos lleva en su estómago?
El de una armónica equilibrada, afinada y bien ejecutada…
5.- ¿A qué suenan tus recuerdos de niña?
A abejas zumbadoras y “angelitos que se van para los cielos a rogar por sus abuelos, por sus padres y hermanitos”. Suenan a los Hermanos Rincón, Cántaro y Cri-crí, claro, no podía faltar. Las cuerdas, los armónicos y las teclas del piano al que no soltaré jamás. Estos también suenan, vibran desde el 92.
6.- Si te ofrecieran dar un concierto sobre las campanas del Big Beng, ¿qué interpretarías?
El segundo movimiento del Concierto en Sol Mayor de Maurice Ravel. Vive per se, meditativo, difuminando los límites de la realidad (sugiero que lo escuchen con Martha Argerich y ¡verán!).
7.- El color rojo ¿suena más fuerte que el blanco?
Pareciera, pero es pura ilusión. Estamos acostumbrados a oír el ruido caótico de nuestro mundo, pero, si afinamos el oído y vemos más allá de lo evidente, el místico blanco, el sonido del silencio y la pausa resuenan tan pero tan fuerte que impacta y atemoriza. Su vibración es ¡tan alta!, que muchas veces pasa imperceptible ante los oídos faltos de curiosidad, pero si prestamos atención y dedicamos tiempo ¡es el silencio el que abre ante nosotros el mundo de las posibilidades infinitas!
8.- El espíritu de Ghandi ¿a qué instrumento musical puede compararse?
Al Contrabajo, el instrumento de cuerdas con el alma más grande. Un alma grande para soportar la tensión de las cuerdas y producir el sonido grave, profundo y claro como la voz que, si prestamos atención, es escuchada desde lo lejos.
9.- Dice Rosario Castellanos: “No me toques el brazo izquierdo, duele de tanta cicatriz…”. Cuando tocamos las cicactrices ¿qué sonidos escuchamos?
La voz de la experiencia y la curiosidad. Suenan los pasos del alma que, sin temor a lo desconocido, atraviesa los laberintos terrenales caminando, corriendo, saltando y, de vez en vez, tropezando (eso re-suena); pero, eso sí, se levanta fortalecida y sigue llenándose de sabiduría antes de que en un abrir y cerrar de oídos la vida calle frente a sí.
10.- ¿A qué hora y en dónde asoma el mejor sonido del mundo?
En el tiempo sin tiempo la hora es incierta y el lugar ni por asomo previsible, pero, para no correr el riesgo de no OÍR o de IR y NO ESTAR en el presente siempre tenemos que jugar (mírenlo, hasta con rima me salió).
(CRISTA BELÉN ALBORES AMÉZCUA. Nació en Comitán, Chiapas, bajo el signo de los gemelos. Pianista por convicción, diversión y profesión. Actualmente estudia en la Facultad de Música, de la Universidad Veracruzana, en Xalapa, Veracruz. Dice que es feliz de ser y estar. Vegetariana. Comedora compulsiva de lichi y mamey. Fotografía momentos, comparte tiempo, arma rompecabezas y así, pieza a pieza, segundo a segundo, va armando su vida también).
martes, 21 de septiembre de 2010
EL CIELO DEL VECINO
"Nos hemos dejado de ver a los ojos". Lo dijo la actriz Julia Roberts, en España. Julia tiene razón. Y no sólo eso hemos dejado de hacer. También nos hemos dejado de lado. Ahora todo mundo pasa como si fuese en una autopista, con prisa para llegar a quién sabe dónde. Hemos dejado de lado la plática sabrosa de la sobremesa; hemos dejado también la tarde debajo del árbol donde el abuelo contaba historias. Bueno, con decir que hemos dejado de ver el cielo ¡decimos todo!
En Puebla atendía un cibercafé y una mañana llegó una pareja. Ella se sentó frente a una computadora que estaba al lado de la ventana y él se sentó al fondo. Un poco contra mi costumbre (y sólo alentado por la novedad del comportamiento) me fijé en lo que hacían y descubrí que estaban "chateando" entre ellos.
Nos hemos dejado de ver a los ojos y esto significa que hemos dejado de lado nuestro lado más humano. ¿Cuál es el próximo paso?
lunes, 20 de septiembre de 2010
MEXICANOS AL GRITO DE PAZ
Antes de acostarme prendí la televisión. Pensé en qué se entretenían los hombres del siglo XIX. Alcé la vista y bendije al foco. Tomé un libro: “Unos cuantos cuentos Canarios”. Como siempre hago torceduras jugué con el título. Como si fuera una serie de caricaturas por televisión imaginé otro título: “Unos cuantos cuentos Gatos”. Pero el título original alude a escritores de las Islas Canarias. Comencé a leer un cuento de Gilberto Alemán de Armas (¡Ah, qué buen cuentero!). Seguí jugando, ahora con el nombre del escritor: Gilberto Mexicano de Paz. Entonces pensé que ya va siendo hora de que en México se convoque a un concurso para la nueva letra del Himno Nacional. La música es bella y todos los mexicanos la reconocemos y nos reconocemos en ella, pero ¿la letra? ¿De veras pensamos que es un himno digno para enseñarlo a nuestros hijos? ¿Es correcto que en todas las escuelas del país, a la hora del Homenaje a la Bandera, medio mundo cante esa letra?
Cuentan que organizaron un Concurso para hallar el Himno más bello del mundo y el nuestro quedó en segundo lugar, en primer lugar quedó La Marsellesa. Pero esto fue por la música. Si se convocara a un concurso de letras de Himnos Nacionales, el nuestro quedaría mal parado. Medio mundo lo ha dicho: ¡es un himno belicoso y anacrónico!
“Mexicanos al grito de guerra, el acero aprestad y el bridón”. ¿Qué? Muchos intelectuales sugieren que esta letra debe cambiarse por una que convoque a la unidad para la paz y para el trabajo. Es momento que la patria sepa que, en lugar de soldados, “el cielo, un hombre digno en cada hijo le dio”.
El Himno que interpretamos nació en mil ochocientos cincuenta y tantos. En ese tiempo, dicen los que saben, se buscaba un himno verdaderamente patriótico. Hoy, estos tiempos requieren un himno verdaderamente esperanzador, un himno que nos convoque a la unidad, al trabajo y al progreso. Yo respeto a mi patria y procuro ser patriota cumpliendo con mi encomienda sin joder al prójimo, pero, de veras, no estoy dispuesto a aprestar ningún bridón (que quién sabe qué signifique esto, porque ahora los caballos ya fueron sustituidos por autos modernos). Estoy dispuesto, sí, a representar a mi patria con dignidad, a fomentar valores, a compartir lo mejor de nuestra cultura, a sembrar sueños y esperanzas. Estoy dispuesto a vivir en mi patria, por mi patria; dispuesto a llenar la tierra con colores tierra para limpiar el rojo de la sangre, fruto de la violencia. Estoy dispuesto a aprenderme de memoria, lo juro, la nueva letra del Himno Nacional y, poco a poco, a olvidar esa letra que desde niño aprendí a cantar y que, subliminalmente, nos provoca ser lo que este país nunca soñó ser.
Anoche prendí la televisión y bendije al foco que alumbra mi cuarto. Pensé en qué se entretenían los hombres del siglo XIX, esos hombres que alumbraban sus noches con velas y que tenían un concepto especial de patriotismo y de valor. Hombres con pistola al cinto y que estaban prestos, a la menor provocación, a subirse al caballo para batirse contra el enemigo.
Abrí un libro y disfruté la lectura de un cuento de Alemán de Armas. Jugué con el nombre del autor e imaginé que sus apellidos eran otros: Norteamericano de Armas. Pensé entonces en la vecindad y en el tráfico de armas que se da en la frontera. Comencé a ver canarios y gatos. Apagué la luz y dormí.
sábado, 18 de septiembre de 2010
ENTRE LA REALIDAD Y LA FICCIÓN
La literatura, fruto de la imaginación, es la que se acerca más a la verdad. La ficción permite recorrer caminos que la historia, por ejemplo, tiene vedados. Y ahora resulta que en este ejercicio de reflexión por el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicanas un nuevo camino apareció. Algunos de nuestros héroes no fueron lo que pensábamos o nos habían asegurado que eran. Ahora resulta que muchos no existieron y son fruto del Mito, hijos de la ficción; otros han resucitado y los hemos visto como simples seres humanos, muy lejos del Olimpo donde los habían colocado. Los nichos especiales se han desmoronado. A quien considerábamos paradigma del "macho" resulta que tenía tendencias homosexuales. ¿Se cae el mito o se crea una historia más verídica?
Si algún beneficio hemos obtenido de estos festejos es precisamente el de revalorar nuestra historia. Los líderes fueron hombres de carne y hueso. Los padres de la patria también fueron seres susceptibles al error.
Queda la enseñanza para entender que los actuales protagonistas de la historia también son hombres imperfectos. ¡Ay de aquél que hiciera un ídolo de barro del presidente de la república o de los gobernadores! ¡Ay de aquél que escribiera hazañas extraordinarias de ellos! En México tenemos de Presidente de la República a un simple mortal que se equivoca más de lo que deseáramos! ¿Quién le advierte que es un hombre imperfecto, muy lejos, de veras muy lejos, del territorio donde viven los espíritus grandes?
viernes, 17 de septiembre de 2010
CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO EL TIEMPO ES MATERIA MALEABLE
Querida Mariana, subí al taxi y, de inmediato, vi el muñequito de peluche colgado del espejo retrovisor. El chofer oía un compacto con chistes de Polo Polo.
Casi no subo a taxis porque me enerva el olor de los desodorantes que usan en los transportes públicos, pero, bueno, si se trata de elegir entre una combi o un taxi, pues prefiero este último.
Vos sabés que no le tengo miedo al uso de las palabras. Todas las que contiene el diccionario son para usarse. Si estoy en el aula descuelgo algunas que puedan pelarse con toda confianza; de igual manera, si estoy en la cantina con los compas tomando una cerveza, descuelgo las que no tienen cáscara. Coincido con aquéllos que dicen que no hay palabras malas y palabras buenas. Siempre he dicho que suena más “fiero” esa de “pluscuamperfecto” que la de “pendejo”. Yo me descontrolaría más si alguien me dijera: “Sos un pluscuamperfecto” que si alguien dijera: “Sos un pendejo”. Pendejo sé qué es, pluscuamperfecto ¡no! Los estudiantes de literatura deben chutarse palabras muy raras como: “Sinécdoque”, “Oxímoron” o “Epíteto” (pucha, esta última suena muy alburera, ¿no?).
¡No le tengo miedo al uso de las palabras! ¡No, no! Pero me molesta que ellas no se empleen en los lugares adecuados. Si voy al templo a orar (poné atención, dije: orar) me resulta estúpido emplear palabras que suenen irreverentes. Asimismo, si estoy platicando con los compas, me resulta absurdo sacar palabras vestidas con frac. Me parece que el secreto del lenguaje es el mismo de la vida: adecuarse al espacio y al tiempo.
El Polo Polo vomitaba sus lindezas, mientras el taxista tocaba el claxon con desesperación porque el auto de adelante se detuvo tantito. ¡No aguanté! Con cierta energía le pedí que apagara esa pendejada. El taxista (ya dije que estaba enojado) apagó el tocadiscos con un movimiento alterado.
¿Sabés que me pareció abusivo? Que el taxista no tuviera conciencia de que presta un servicio y de que él debe atender a sus clientes. Imaginé que no era yo quien subió al taxi; imaginé que era cualquier otro y pensé “¿Por qué este güey tiene que obligar a su cliente a escuchar sus gustos?”. A cada rato la gente se queja del sonido estridente de la música grupera que escuchan los conductores de las combis; ahora resulta que a esa lista hay que agregar a los que les gusta oír a Polo Polo o al personaje denigrante de “Pacho, el borracho” (menos mal que no llevaba un devedé porque si no, ¡seguro!, a sus clientes nos ponía a ver películas pornográficas. Y, vos sabés, no soy persignado, veo XXX pero en la intimidad).
Todo, Marianita de mi vida, tiene su espacio, ¿no? El Polo Polo y el Pacho son para cuando estás solo en tu casa. Ni siquiera se justifica cuando estás con tus compas, porque puede ser que alguno de éstos prefiera la plática amistosa y franca, en lugar de oír estupideces dichas por expertos del albur.
Me molestó que este taxista comiteco no tuviera conciencia de servicio. Pensé en la reacción de un par de turistas. ¿Lo verían como un producto folclórico de este pueblo?
En cuanto apagó el aparato sólo oí un resoplido como de doberman encadenado. Ya no le dije más porque pensé que ahí me bajaba y me golpeaba, y vos sabés que soy un hombre alejado de broncas.
Pd. Cuando sucede algo similiar pienso en mi tío Ramón que recomendaba: “Hijito, llevá siempre en tu morral un par de zapatillas de ballet para que se lo des a los fastidiosos y se vayan de puntitas a mingar a su chadre”.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
ARENILLA PARA CARLOS EMILIO RUIZ LLAVEN
Un día, Emilio decidió almacenar todos los sonidos del mundo. ¿Cómo hacerlo? Tomó un caracol de mar y guardó adentro de la espiral el sonido del búho, el de la piedra al caer, el del chasquido del agua sobre la playa y el del viento sobre una lona.
La gente del pueblo acudió, maravillada, a oír los sonidos “inéditos”.
Todas las noches, Emilio sale a pepenar nuevos sonidos. La otra tarde pensó que sería fantástico almacenar el sonido que hace el universo al expandirse. Subió a una montaña y, como si fuera un cazador, colocó una serie de trampas para atrapar el sonido.
Al día siguiente, toda la gente del pueblo lo vio regresar. Traía entre sus manos el caracol pegado a su pecho. Sus compas se acercaron a preguntar si había logrado el prodigio. Él abrió sus manos y presentó el caracol que, como si fuera un ente vivo, se estiró sobre las palmas de sus manos. El único sonido que apareció fue el del viento jugando a las escondidas.
1.- ¿Cuál es el sonido que hace una sombra a medianoche?
Según el gran compositor Rimbau De Lacroix, el sonido producido por este ente en ese horario es la socorrida onomatopeya “Shh”, aunque la inflexión para producir la misma por parte de la sombra no conlleva el enojo, sino todo lo contrario, el de la complicidad con ese cuerpo que lo proyecta y que con gran regularidad siempre presenta un problema en el suministro de líquido sinovial que no permite una buena lubricación de sus articulaciones y anda por toda la casa con lo que se conoce en lenguaje menos científico “Tronazón de huesos”.
2.- El asombro se instala en la mirada, ¿qué se instala en el dintel del oído?
A diferencia de la visión que es un acto pasivo (para generar una imagen basta con estar), el sonido es activo y reactivo, para generarlo se necesita fricción y acción, para percibirlo se requiere atención. Sin embargo, lo que deberíamos instalar en la Comprensión. Cuando comprendes los sonidos minimizas tus pre-juicios en ese entorno.
3.- ¿Cuál es el disfrute más suave de la danza de mil decibelios?
Tener los pies inmersos en ella en sus más de mil decibelios, bañarte con ellos y con ella y saber que no serás perjudicado en tu maquinaria auditiva, por alguna extraña razón siempre que estamos ante ese imponente sentimos que de ahí fue que salimos como especie humana, La mar le llaman y ella con su infinita composición de LA nos llama a nosotros.
4.- Los sonidos que se portan bien, ¿van al cielo?
No van, ¡están en el cielo! Un amigo que es ciego y además, sólo por el placer de desentonar, también es fotógrafo me decía que para él el cielo comienza exactamente arriba de su cabeza. El sonido está en el cielo, y el murmullo de los millones de plegarias basta con morirse para alcanzarlos y escucharlos.
5.- Las piedras cuentan historias al río, ¿qué cuenta el agua cuando llega al mar?
No cuenta, pide paz a La Mar que la recibe, la envuelve y la ayuda a olvidar toda la vorágine que ha vivido en su pasar por las “propiedades” del hombre. Ha de volverse muda y purificada, de otra manera ¿cómo sería capaz de regresar a nosotros?
6.- ¿Por qué en el vacío el sonido se convierte en un son-ido?
Los son-idos son-oros, son-ados. De aquella polémica y famosa carta del Jefe Indio Seattle recuerdo ahora: “El aire es de mucho valor para el hombre, pues todas las cosas comparten el mismo aire -el animal, el árbol, el hombre-, todos comparten el mismo aliento”. No es casualidad, entonces, que el sonido viaje por nuestros alientos y estar.
7.- ¿Qué pasa cuando la nota musical RE insiste en ser LA?
Siempre lo logra y, por increíble que parezca, esto ocurre por lo regular cada ocho veces.
8.- ¿Qué sonido es más seductor: el ronroneo de una esquina o el graznido de un túnel?
Los Chinos advierten de colocarse en las esquinas y ¡ay de aquél que se le ocurra colocar la puerta de su casa en una esquina!, esto debido al intenso flujo del Chi. Es claro que es una invitación más que una advertencia a los oídos despiertos. El flujo de sonidos en una esquina es por demás seductora, puedes otear cerrando los ojos (aunque la RAE lo tome como una incongruencia de término) para lo que te esperará en tu caminata sonora.
9.- ¿Quién es el hombre que ha abarcado más sonidos en su vida?
Un buen ejemplar del sexo que sea, siempre y cuando tenga la edad de 8 años, tiene en su oído el recuerdo de todos los sonidos antes de emerger a esta tierra y el conglomerado sonoro de su entorno sin tener prejuicio alguno ante ellos. Salud y bienestar a su vida futura a éste y todos los demás ejemplares similares y que su comunidad le proteja de ellos mismos.
10.- ¿Cuáles son los colores más nítidos de un sonido sordo?
Los puedes encontrar muy fácilmente. Debes realizar lo siguiente: ir a un parque donde haya niños y juegos infantiles, de preferencia a las cuatro o cinco de la tarde; si te es posible acuéstate a un lado del columpio rechinante. Con la palma de tu mano izquierda tápate la oreja derecha y con la palma de la mano derecha tu oreja izquierda, cierra tus ojos y apunta tus globos oculares hacia arriba y ¡ahí encontrarás los colores más nítidos que jamás hayas encontrado!
(Carlos Emilio Ruiz Llaven. Informático amante de la electrónica, la radio, los sonidos y las buenas historias sean éstas contadas, escritas, escuchadas, inventadas, encontradas… Vale la pena acercarse al sitio electrónico que tiene: www.archivosonoro.org)
martes, 14 de septiembre de 2010
HÉROES DE PLÁSTICO
"Nos tienen rodeados", decía el famoso vaquero en una cinta de los años sesentas. Los indios , sobre sus caballos, eran como hormigas sobre las montañas. Acechaban, esperando el momento para atacar.
Ayer, Miguel me dijo: "Nos tienen rodeados". Y yo asentí, un poco preocupado. ¿Cómo no estar preocupado si hasta en el festejo del Bicentenario nos tiran la soga? El titular del periódico es simple, como simple pareciera la determinación: "El Cuau estará en Palacio".
El Presidente de la República invitó al futbolista a dar El Grito en un lugar especial. ¿Por qué este tipo fatuo en la cancha es invitado especial? ¿Qué dirán los libros de Historia de México cuando aparezca una foto con el futbolista en el festejo del Bicentenario de la Independencia? ¿El futbolista es el prototipo del mexicano de este tiempo? ¿Es el héroe? ¿De veras es el modelo que deben seguir los jóvenes de esta patria? ¿Un pendenciero en la cancha, un borracho, un acomplejado, un hombre inseguro que tiene que estar con cien mujeres para que digan ¡qué hombre!? ¿Éste es el ejemplo para la juventud?
¡Qué pena que el Presidente de la República ya no se valga por sí mismo! Para que la gente esté "contenta" ahora los políticos convocan a artistas y deportistas famosos.
Sí, Miguel, nos tienen rodeados. ¡Qué pena!
Qué pena porque quien debiera estar en Palacio tendría que ser alguien que, en efecto, hubiese defendido la soberanía de este país, no quien ha "maldefendido" al Tri. Qué pena que la noción de patria ahora sea un mediocre equipo de fútbol que siempre pierde.
Tenés razón, Miguel. Los modelos que el gobierno presenta a los jóvenes son de plástico desechable. ¿Y qué podemos hacer si nos tienen rodeados?
¿Cómo decirle a nuestros jóvenes que vale más la niña que, en un discurso, le dijo al Presidente de la República que antes de gastar dinero en esas "vedetes" de la Selección Mexicana de Fútbol debería invertir dinero en sus científicos?
Pero, claro, si en balcón apareciera un verdadero héroe de la patria, pero desconocido, ¿quién aplaudiría al Presidente?
¡Qué pena! ¡Estamos rodeados y no podemos hacer algo para evitar el ataque!
lunes, 13 de septiembre de 2010
DEL CASETE AL DEVEDÉ
“¿Te acordás del casete?”, dijo Rafael. Sí, me acuerdo. Se enrollaba todo. A veces había que usar un lápiz para enrollar la cinta. Los jóvenes que ahora juegan en el parque no saben de cintas enrolladas. Estos chavos son de la generación del devedé.
“¿Te acordás que si la cinta se rompía la pegábamos con un pedazo de diurex?”. Sí. No creo que ahora un devedé pueda arreglarse tan fácil.
Porque nada es perfecto, los devedés también “se enrollan”. El otro día estaba en la casa de Mariana, puso una película y la imagen se vio con rallas (casi casi como se veía la televisión en los años setentas). Romeo le recriminó: “Eso pasa por andar comprando piratas”, pero Mariana le demostró que el devedé fallado era ¡original!
Bastaba un pedazo de diurex para unir dos pedazos de cinta. Claro, los profesionales usaban una cinta profesional.
Rafael entonces me dijo que los chavos de los setentas habíamos usado productos “piratas”. Como no teníamos paga para la cinta profesional usábamos pedazos de diurex.
Ayer entré a una tienda de importaciones y compré todo un “set” de navajas. ¿El precio? ¡Veinte pesos! Los estudiantes de arquitectura de los años setentas compraban una sola navaja y el precio no era barato.
Ahora la gente compra lo “pirata” porque es barato. Todo es desechable. Ya casi no reparamos chunches. La cinta diurex ya no sirve para unir pedazos de cintas. El país también ha cambiado, ahora todo es como un set “made in china”, barato, pero desechable. Nos hemos acostumbrado a vivir así. La educación, como proceso social, también entra a dicha dinámica. El conocimiento ya no ayuda a la reflexión.
Rafael entró a su recámara y sacó una caja de zapatos llena de casetes. Sacó una cinta diurex y nos pusimos a romper las cintas de los casetes y las fuimos uniendo con pedazos de diurex. “Nos vemos estúpidos, ¿no?”, me dijo. Yo asentí, sólo por no defraudarlo, sólo para decirle que también los viejos debemos simular que nos adecuamos a estos tiempos de devedé.
El “jugar” a unir cintas con diurex no se me hizo una estupidez. Hubo un tiempo en que la educación fomentaba principios inalterables y se practicaba la lectura y la reflexión y la sociedad no caminaba tan mal. Tal vez conviniera regresar un poco a esos procesos sencillos de aprendizaje. Tal vez Rafael tiene razón: estos tiempos están diseñados para formar una generación “pirata”, ¡una generación desechable! Los hijos de los potentados reciben una educación diferente a la que recibe la masa. Esto garantiza la pervivencia de “los líderes”. ¿Quién lo sabe? Pues sólo ellos, los que dictan los sistemas de aprendizaje y los contenidos a estudiar. Los libros gratuitos fueron un gran aporte porque garantizaron a todos el acceso del conocimiento, pero parece que ahora se convirtió ya más en una herramienta de control efectivo. Algo de “pirata” ya se ha colado en los libros de texto gratuitos. La historia también, parece, es un proceso desechable y de poco “valor”.
La historia nacional parece un texto que debe verse en pantalla de plasma a través de un impresionante devedé. No sé, pero parece que no era tan malo “jugar”, siendo niños, a pegar la historia del país con pedazos de diurex. La historia no era tan uniforme y tan sosa.
viernes, 10 de septiembre de 2010
LAS CARICIAS DEL VIENTO
A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que son como las hojas de ortiga y mujeres que son como las hojas del viento.
La mujer hoja del viento se cuenta por tormentas y huracanes. Es papalote que asoma por todas las montañas de su amante. Cuando sube a la cima se siente libre y vuela, ¡vuela!; cuando repta por la Costa hace barcos de aire sobre el mástil de su amado. Con este tipo de mujer el hombre armonioso prepara té. El sabor de la infusión tiene cierto parentesco con el té de menta, con el té de hierbabuena, con el de piedra lunar.
Esta mujer es libre por los cuatro costados. Cuando uno está con ella la pregunta que asoma no es ¿en qué época de tu vida fuiste feliz?, sino ¿en qué instante estás en la mano de Dios? ¿En qué instante sentís que te fundís con el viento, con el universo? ¿A la hora en que escribís, a la hora en que cantás debajo de la regadera? ¿A la hora de Cortázar en que dejás que ella misma te acaricie el glíglico de la anomepea? ¿En qué momento sentís que sos Uno con el Todo y que el Todo está en vos que sos no más que el Uno?
Los hombres que están presos, los que cargan la piedra de la soledad, los que comen el pan de la tristeza y de la nostalgia, siempre añoran estar con una mujer hoja de viento, porque ella es como el agua para la lluvia, como la migaja de pan para el mantel.
¿En qué instante la mano de Dios se vuelve hoja de viento? ¿En qué momento está enredado en la piel de esta mujer? ¿Cuando vas al mercado y encontrás el polvo envuelto en ramitos de girasol? ¿Cuando tenés el vientre inflado y te sentís globo de Cantoya? ¿Cuando la radio es como una mujer que aúlla a la luna?
Nunca alcanza el tiempo para estar con una mujer hoja de viento. Cuando venís a ver ya llegó el Otoño y es hora de la mudanza. Por esto, nunca llevés reloj a la hora de estar con ella. Tampoco llevés un “sandgüich”. Que te baste su aliento, la caricia inmaculada de la esquina de su corazón.
Quien tenga la bendición de tener a su lado a una mujer hoja del viento ¡que se sienta doblemente elegido! Elegido por la luz de una lámpara, elegido por la sombra de un laberinto sin árboles y sin muros.
Basta salir de casa a la hora en que la lluvia azota fuerte sobre los techos y sobre las calles para advertir que la mujer hoja del viento camina, como Jesús, sobre las corrientes de río, sobre las avenidas del Sol derretido. Basta pararse frente a ella para sentir el aliento de cenzontle y el aroma de una tarde sin nubes.
Quien encuentre una de estas mujeres que realice el conjuro para que nunca suelte sus amarras sobre otros territorios, otras islas.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como una canción de Sting, y mujeres que son como una rola pacheca de Alex Lora.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
EL TRÍPTICO
Imaginá que te llamás Tríptico. Imaginá que sos Tríptico. El díptico te envidiará, porque a pesar de que él tiene más espacio, vos tendrás el privilegio de ser como la Divina Trinidad que es tres en uno y viceversa.
Si sos creyente podrás reflexionar acerca del triduo: Dios padre, Dios hijo y Dios Espíritu Santo; y si sos ateo te divertirás como si fueras un mar de confusión metido en un laberinto.
Tendrás que acostumbrarte a pasar de mano en mano, a ser arrugado y a terminar tus días en un basurero. Pero no te preocupés porque, a final de cuentas, este el destino de todos los seres del mundo. Mi tía Eugenia, por ejemplo, ha pasado de mano en mano, ya está toda arrugada y terminará sus días en algún basurero universal.
Lo bueno es que mientras llega el final, vos disfrutarás que tu pareja te tome con ambas manos y te abra lentamente. El díptico no posee el misterio. Apenas lo abren ¡muestra todo! Vos, en cambio, te abren, pero no logran mirar todo. Hay un fragmento de vos que queda en la puerta de la incógnita. Y esto, lo sabés bien, es lo que se llama sugerencia, lo que provoca la sensualidad.
Deberás elegir un papel bonito. No vayás a ser de esos trípticos corrientes que son fotocopias. ¡No, no! ¿Por qué no vas a San Cristóbal de Las Casas y te metés en el Taller Leñateros, de la poeta Ámbar Past y elegís un bonito papel reciclado? Un papel que tenga flores, que huela a campo, que tenga la huella de los pinos y del viento para que cuando tu pareja te abra sienta un chiflón de vida y sepa que contigo es posible meter los pies al agua limpia y es posible volar todos los papalotes sobre tus cielos.
Imaginá que sos un Tríptico de esos que sirven para orientar a los ciegos; de esos que son guías para amantes; de esos, bonitos, que enseñan cómo llegar a las puertas del cielo sin caer en la tentación de meter la cabeza en la ventana del infierno para ver porqué la gente se divierte tanto allá adentro. Imaginá que sos un tríptico del cielo y que los lados de tu estructura están pintados como si fuesen la Capilla Sixtina. No dejés que tu pareja te abra como si fueras un simple folleto publicitario de esos que regalan a la entrada de los mercados de autoservicio. ¡No, no! Tampoco seás como esas tarjetas de cumpleaños que tocan el happy birthday a la hora que los abren. Cuando te abran silbá el sonido del silencio. Sé como uno de esos fascinantes paisajes sonoros que producen Emilio Ruiz y Gabriela Barrios. Conservá en tu interior las esencias de tu identidad. Si en alguna hoja tenés una mancha de comida, que sea de algún platillo típico de la comunidad y no sea una mancha de hamburguesa, porque entonces serías un “manchado”. Conservá en tu interior el aroma del viento y los pasos del abuelo a la hora que caminaba en la madrugada por los corredores de la casa.
Imaginá que sos Tríptico, que sos como un mínimo pétalo de papel, pero vestite como si fueras traje para Albert Einstein o túnica para Gandhi o sayal para la Madre Teresa de Calcuta.
martes, 7 de septiembre de 2010
lunes, 6 de septiembre de 2010
CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO LA LUNA NO TIENE ÁRBOLES
Querida Mariana, son paisajes tristes aquéllos donde no hay árboles. No me gustan los Desiertos, ni los terrenos chiapanecos donde los talamontes hacen gala de su bestial nombre. Me gustan los territorios que están llenos de plantas, hormigas, guacamayas, ríos con aguas limpias y cielos limpísimos. Me gustan los seres humanos cuyos espíritus son como selvas rebosantes de esa luz que tiene todos los tonos del verde.
Cuentan que hubo un planeta que tenía millones de árboles y éstos millones de pájaros, pero una bestia sin alas tuvo envidia de los millones de pájaros.
No sé qué pensás vos, pero yo siempre he pensado que la madre de todos los vicios no es la pereza sino ¡la envidia!
La bestia, que como ya dije era ¡una bestia!, vio detenidamente el vuelo de un avión y concluyó que el avión no podía volar sin combustible. Así, realizó una analogía tonta (era una bestia) y dedujo que la clave del vuelo de las aves ¡era el combustible!, y que los pájaros cargaban combustible cada vez que se posaban en las ramas.
¡Burro! (con perdón de los burros). Un tepezcuinte, amigo de la bestia, le dijo que si los aviones volaban era porque tenían alas, pero la bestia vio la nave sin combustible sobre la pista y vio que no podía volar. Insistió en su teoría.
Una tarde convocó a millones de hormigas guerreras y pagó cien hojas verdes a cada una para que tumbaran todos los árboles. Cuando el planeta quedó sin un árbol, la bestia se sentó sobre una piedra en la cima de una montaña y vio el cielo, satisfecho porque había acabado con las fuentes de aprovisionamiento de los pájaros. No tardó ni un segundo cuando miró una parvada encima de él y un segundo después sintió una cagada sobre su cara.
¡No!, gritó.
El tepezcuinte se asomó y le dijo: “Te lo dije, ¡bestia!”.
Pero eso no fue todo, querida Mariana, porque las hormigas también se dieron cuenta que habían obrado mal. El día que cada una agotara sus hojas ya no habría. Así, cuenta el fabulista, la idea de la guerra asomó en las cabecitas de las hormigas y se volvieron guerreras. Todas pelearon y se mataron por poseer las hojas que aún quedaban en bodegas.
Por esto, niña bonita, no soporto a las bestias. No soporto a los seres que son talaespíritus. ¡Hay muchos! Acá en el pueblo he detectado a varios que insisten en imitar de manera grotesca a Juan Rulfo con su ya famoso Pedro Páramo (en mala hora y con mala leche). Hay una insistencia en volver páramos a nuestros fértiles territorios. Por esto coincido con Ramiro que siempre dice: “Yo no me junto con pobres ni con pendejos”. Es mala decisión andar con pobres de espíritu. Éstos tienen envidia de aquéllos cuyos espíritus son como selvas llenas de lianas, de lluvias menudas a contraluz, de mariposas y de loros volando en los cielos. Por esto, niña bonita, por esto me gusta estar con vos.
PD. Una vez alguien me preguntó: ¿Para quiénes escribís? Hoy puedo decir con certeza: escribo para espíritus de Selva y de Bosque. No escribo para espíritus de Desierto.
sábado, 4 de septiembre de 2010
EN ELOGIO DEL POETA OSCAR BONIFAZ
Juan Carlos Gómez Aranda, destacado político comiteco, envió copia del artículo que salió publicado el día de hoy en El Heraldo de Chiapas. ¡Va para nuestros lectores! Gracias.
En elogio del poeta Oscar Bonifaz
El laureado poeta y forjador de muchas generaciones de jóvenes chiapanecos, Óscar Bonifaz, está cumpliendo hoy 85 prolíficos años. Para celebrarlo, durante toda la semana se realizará en Comitán una serie de eventos en las principales sedes culturales de la ciudad, ágoras que él conoce en sus mínimos rincones y están trillados muchos senderos con sus huellas, en la más amplia acepción de la palabra, porque en ellas ha impartido cátedra y creado parte de su obra.
El año de1925 fue bueno para la literatura, pues ese mismo año nació Rosario Castellanos con quien Bonifaz cultivaría una gran amistad, más allá de la coincidencia de la geografía, vocación y tiempo.
Ese mismo año fue presentada la primera edición, en sistema Braille, de El Quijote de la Mancha y George Bernard Shaw, escritor y dramaturgo irlandés, obtiene el Premio Nobel de Literatura. También se publicaron Biombo, del gran Jaime Torres Bodet; De Fuerteventura a París, de Miguel de Unamuno; El proceso, de Franz Kafka e Inquisiciones, del universal Jorge Luis Borges.
De muchas maneras, MaestrOscar -como le llamamos sus coterráneos- representa el espíritu de Comitán y de Chiapas: es un creador infatigable que captura y trasmite como pocos la idiosincrasia de nuestro pueblo; rescata lo mejor de la tradición literaria y crea la propia; es un poeta sensible y profundo que cala en el alma de sus lectores.
Lo conocí hace medio siglo cuando visitaba su casa para jugar con sus hijos, disfrutando además fascinantes conversaciones e inolvidables sesiones de hipnotismo. Después, fue mi maestro de civismo, historia, literatura y ética. En esa época, influyó para que muchos miembros de mi generación viéramos de otra manera los libros y las “ruinas” arqueológicas.
Bonifaz es un faro que ilumina, con sus 19 libros y 14 premios, el horizonte literario de México. Y porque ha sido también un sembrador de palabras, letras e ideas, provocadoras con frecuencia, es que hoy cosecha admiración y afectos.
Sus discípulos lo conocimos como un maestro que con rigor nos impartió sus materias, pero sobre todo nos motivó a hurgar más en ellas. Como amigo, lo disfrutamos liberal, irreverente y por su eterno buen humor. Como poeta y escritor lo leemos con frecuencia porque vale la pena sumergirse en sus libros y refrescarse con sus subversivas y apasionadas letras, que inevitablemente nos trasportan al mundo onírico y real que ha construido.
Nunca está quieto, como en ningún momento toma sosiego su escritura para dar sentido exacto a sus ideas. De la misma manera, está en constante transformación escribiendo, promoviendo conocimiento o defendiendo el teatro en la región, agonizante a veces.
En él, las letras fluyen y se transforman como la lacerante realidad social de nuestro pueblo. Lujuria de letras con olor a copal, juncia o comiteco que nos entrega como legado trascendente de su manantial, de su capacidad de amar, de develar injusticias, respetar y servir a Chiapas.
Por todo ello, hoy celebramos a Oscar Bonifaz. Por mi parte, tengo frente a mí la primera y vieja edición, hoy amarillenta, de Grito sin espacio que me regaló mi padre en 1967 y comparto con Ustedes, queridos lectores, mi poema favorito de entonces:
El Mar y yo somos gemelos.
Su verde indefinido
lo llevo yo disuelto en esperanzas.
Y estas gotas que bajan de mis órbitas
como las aguas del mar,
son muy amargas.
El mar es profundo,
insospechado.
Igual a mí que me soy desconocido,
Hacemos tempestades
y por sí mismos nuestra furia aplacamos.
No sabemos de puntos cardinales.
Inquietos,
Ignorantes del sueño y las edades.
En elogio del poeta Oscar Bonifaz
El laureado poeta y forjador de muchas generaciones de jóvenes chiapanecos, Óscar Bonifaz, está cumpliendo hoy 85 prolíficos años. Para celebrarlo, durante toda la semana se realizará en Comitán una serie de eventos en las principales sedes culturales de la ciudad, ágoras que él conoce en sus mínimos rincones y están trillados muchos senderos con sus huellas, en la más amplia acepción de la palabra, porque en ellas ha impartido cátedra y creado parte de su obra.
El año de1925 fue bueno para la literatura, pues ese mismo año nació Rosario Castellanos con quien Bonifaz cultivaría una gran amistad, más allá de la coincidencia de la geografía, vocación y tiempo.
Ese mismo año fue presentada la primera edición, en sistema Braille, de El Quijote de la Mancha y George Bernard Shaw, escritor y dramaturgo irlandés, obtiene el Premio Nobel de Literatura. También se publicaron Biombo, del gran Jaime Torres Bodet; De Fuerteventura a París, de Miguel de Unamuno; El proceso, de Franz Kafka e Inquisiciones, del universal Jorge Luis Borges.
De muchas maneras, MaestrOscar -como le llamamos sus coterráneos- representa el espíritu de Comitán y de Chiapas: es un creador infatigable que captura y trasmite como pocos la idiosincrasia de nuestro pueblo; rescata lo mejor de la tradición literaria y crea la propia; es un poeta sensible y profundo que cala en el alma de sus lectores.
Lo conocí hace medio siglo cuando visitaba su casa para jugar con sus hijos, disfrutando además fascinantes conversaciones e inolvidables sesiones de hipnotismo. Después, fue mi maestro de civismo, historia, literatura y ética. En esa época, influyó para que muchos miembros de mi generación viéramos de otra manera los libros y las “ruinas” arqueológicas.
Bonifaz es un faro que ilumina, con sus 19 libros y 14 premios, el horizonte literario de México. Y porque ha sido también un sembrador de palabras, letras e ideas, provocadoras con frecuencia, es que hoy cosecha admiración y afectos.
Sus discípulos lo conocimos como un maestro que con rigor nos impartió sus materias, pero sobre todo nos motivó a hurgar más en ellas. Como amigo, lo disfrutamos liberal, irreverente y por su eterno buen humor. Como poeta y escritor lo leemos con frecuencia porque vale la pena sumergirse en sus libros y refrescarse con sus subversivas y apasionadas letras, que inevitablemente nos trasportan al mundo onírico y real que ha construido.
Nunca está quieto, como en ningún momento toma sosiego su escritura para dar sentido exacto a sus ideas. De la misma manera, está en constante transformación escribiendo, promoviendo conocimiento o defendiendo el teatro en la región, agonizante a veces.
En él, las letras fluyen y se transforman como la lacerante realidad social de nuestro pueblo. Lujuria de letras con olor a copal, juncia o comiteco que nos entrega como legado trascendente de su manantial, de su capacidad de amar, de develar injusticias, respetar y servir a Chiapas.
Por todo ello, hoy celebramos a Oscar Bonifaz. Por mi parte, tengo frente a mí la primera y vieja edición, hoy amarillenta, de Grito sin espacio que me regaló mi padre en 1967 y comparto con Ustedes, queridos lectores, mi poema favorito de entonces:
El Mar y yo somos gemelos.
Su verde indefinido
lo llevo yo disuelto en esperanzas.
Y estas gotas que bajan de mis órbitas
como las aguas del mar,
son muy amargas.
El mar es profundo,
insospechado.
Igual a mí que me soy desconocido,
Hacemos tempestades
y por sí mismos nuestra furia aplacamos.
No sabemos de puntos cardinales.
Inquietos,
Ignorantes del sueño y las edades.
viernes, 3 de septiembre de 2010
DIEZ PARA ANTES DE DORMIR
1.- ¿Por qué será que las mujeres que han dirigido Coneculta-Chiapas tienen mucho de Chiapas, pero menos de culta y más de cone?
2.- Cuentan que hubo un tiempo donde el Sol desapareció. Como era un tiempo antes del descubrimiento del fuego, la gente pensó que todo mundo había perdido la vista. Todas las personas, a tientas, buscaron un palo que les sirvió de cayado. Se reunieron en la plaza, oraron y realizaron sacrificios humanos para que de nuevo se hiciera el día. Imaginaron que un monstruo había comido al Sol. Nunca imaginaron la realidad: ¡el Sol andaba de parranda! Cuando, una mañana, todo crudo, el Sol volvió a salir la gente dijo que era ¡un milagro! Agradecían no la aparición del Sol sino el milagro de volver a ver. ¡Ah, mundo!
3.- Más te vale ser gato, porque cuando un gato observa el mundo nunca piensa: “¡Perra vida!”.
4.- Al Rey Celta se le ocurrió levantar un Monumento al Viento. Convocó a todos los constructores del reino y les encargó diseñar el más soberbio edificio. De esto hace miles de años y a la fecha los constructores siguen buscando algo digno. Lo más que lograron hacer fue una construcción parecida a un ventilador o parecida a los molinos con los que luchó El Quijote.
5.- Un día convocaron a todos los artistas plásticos del mundo para hacer unas pruebas con sus ojos y comprobar que su mirada es diferente a la de los simples mortales. Los escultores (por sus manos privilegiadas) fueron comisionados para tomar las pruebas, pero el experimento nunca se realizó porque los ojos de los artistas notaron huellas de perversión en los dedos de los artistas escultores.
6.- Prender un cerillo es un acto común. Pero existe un pueblo donde los cerillos tienen cola y patas. La gente se divierte, por las tardes, buscando los cerillos que se esconden detrás de las cajas de madera. Deben hacerlo antes de que el Sol se oculte porque es difícil hallar un cerillo en medio de la oscuridad si no se tiene una vela prendida con un cerillo.
7.- Todos tus maestros de literatura te dirán que lo ignores, pero yo deseo que te conviertas en un fenómeno Paulo Coelho. Total, de la gloria eterna después de muerto a la gloria efímera en vida, ¡es preferible esta última! De qué le sirve a Vincent Van Gogh ser famoso ahora y que sus cuadros valgan millones de dólares.
8.- Juan abrió un bazar donde vendía sueños antiguos. Los coleccionistas podían encontrar sueños de todo el mundo. Uno de sus tesoros era el sueño que tuvo Jesús la noche en que su madre le llevó un juguete hecho con barro cocido.
9.- Sólo en los tiempos buenos se reconoce que es posible hacer un pase mágico y evitar la miseria de la vida.
10.- A veces es bueno tener conciencia de las formas de nuestro rostro. Observar detenidamente, frente a un espejo, las líneas que delinean nuestra nariz o nuestros ojos. Las líneas perimetrales que delimitan y funcionan como diques para evitar que la carne de los labios rebose y todo sea como un amasijo sin forma. De vez en vez es bueno saber que sin esas líneas seríamos una masa embarrada en el suelo.
jueves, 2 de septiembre de 2010
miércoles, 1 de septiembre de 2010
INVITACIÓN - BÁSQUETBOL DE PRIMERA EN EL GIMNASIO MUNICIPAL
Jorge Gómez, presidente de la liga municipal de básquetbol, invita a todos los aficionados al básquetbol, en Comitán, a presenciar el partido que se efectuará el día jueves 2 de septiembre, a partir de las seis y media de la tarde, en el Gimnasio Municipal "Profr. Roberto Bonifaz Caballero".
SE ENFRENTARÁ LA SELECCIÓN NACIONAL DE BÁSQUETBOL SUB 21 CON LA SELECCIÓN CHIAPAS.
El costo de entrada es mínimo: $20.00.
Como decía el recordado locutor Jorge Saborío: ¡Allá nos vemos!
SE ENFRENTARÁ LA SELECCIÓN NACIONAL DE BÁSQUETBOL SUB 21 CON LA SELECCIÓN CHIAPAS.
El costo de entrada es mínimo: $20.00.
Como decía el recordado locutor Jorge Saborío: ¡Allá nos vemos!
EL QUE ESTÉ LIBRE DE PIEDRAS QUE TIRE LA PRIMERA CULPA
No percibí las primeras señales. Eran muy claras, pero yo no las vi. Entré al salón de clases, en el viejo edificio de piedra de la preparatoria, que hoy es la Casa de la Cultura. Me senté hasta atrás. El Maestro Oscar (quien recibe un homenaje en su pueblo la próxima semana) sacó el libro de Literatura Mexicana e Hispanoamericana, de Edmée Álvarez. Este libro traía en la portada unos versos de Sor Juana: “Nocturna, mas no funesta, de noche mi pluma escribe”. ¡Ah, qué prodigio! Javier me pasó un papel: “Nos vemos a las cuatro, en mi casa”. Escribí mi respuesta y le pasé el papelito: “Sale”. Mientras el Maestro escribía la tarea en el pizarrón. Debíamos llevar para la siguiente clase un resumen de “Las Cartas de Relación de Hernán Cortés”. El Maestro dejó el gis sobre el canal del pizarrón, dio la vuelta y quedó de frente. Claro, dijo, si alguien quiere escribir una crónica o un cuento acerca del contenido del libro ganará un punto extra. A mí el punto me valía lo mismo que la masa untada al bolillo, pero me seducía la idea de escribir una creación propia. Así lo hice. Fui a la biblioteca (que en ese tiempo se encontraba en la presidencia municipal. La puerta daba al corredor exterior del edificio). Escribí un cuentecillo en donde yo estaba sentado precisamente en el mismo lugar donde redacté la tarea. ¿Qué haces?, preguntó un hombre barbado que se me acercó. Olía a viejo, ¡apestaba a perro muerto! Yo me tapé la nariz y, enojado, le dije que debía entregar una tarea para el día siguiente y ¡eran muchas páginas las que debía leer! Entonces el viejo sacó una bitácora de su mochila de cuero y dijo: ¡Acá tengo todo! Me dictó un resumen y cuando se despidió me dio la mano y dijo: ¡Mucho gusto, soy Hernán Cortés!, y el viejo lo vi caminar por el parque central de Comitán, hasta que desapareció detrás de unos árboles. ¡Perfecto!, dije. Trabajo de diez. Al otro día entregué la tarea, aún orgulloso, pero a medida que las horas de la tarde pasaron, ya en mi casa, comencé a sudar. ¿Qué había hecho? Imaginé a mis compañeros burlándose a la hora que el maestro leyera el pinche textillo. ¡Chin! ¿Por qué no hice un resumen como todos? (veinte o treinta años después me enteré que Ana Ramírez también había hecho un trabajo de creación, y su trabajo y el mío habían sido considerados trabajos con calificación superior). El día que el maestro entregó los trabajos con calificación ¡no fui a la escuela! ¡No soportaría la burla y el escarnio de los demás!
“Nos vemos a las cuatro de la tarde, en mi casa”, había dicho Javier. Antes de las cuatro estaba parado frente a la puerta de madera, pintada de rojo quemado. Le chiflé y él abrió (su cuarto daba a la calle). Me senté sobre la cama y él se puso a revisar un libro para hacer la tarea. En medio del trabajo la pregunta saltó: “¿Ya decidiste qué vas a estudiar?”. Yo, me puse de pie y dije: “Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica. Me vas a tener que decir: Señor Ingeniero en Comunicaciones y Electrónica Don Alejandro…”. Él rió y yo también. Por eso fui a la Facultad de Ingeniería, en la Universidad Nacional Autónoma de México y pasé cinco años estudiando unos circuitos que jamás entendí.
No percibí las primeras señales. La química Angelita, antes de entrar al salón, por quién sabe qué motivo dijo los versos de un poema de Machado: “Vosotras, las familiares, inevitables golosas…”, y yo, como en automático, recité los versos que seguían: “…vosotras, moscas vulgares, me evocáis todas las cosas”. La maestra me quedó viendo con una gran sonrisa y me dijo: Bien, bien.
No percibí las primeras señales. Mi vocación era la literatura, pero yo insistí en caminar por sendas oscuras, como la de esos cuentos de terror, donde los árboles secos se mueven con el viento y sus ramas son como brazos larguísimos de seres de ultratumba.
Pero, bueno, hay gente así. Ahora veo a muchos jóvenes confundidos. Yo advierto, de inmediato, la luz que tienen en sus ojos y en su corazón para andar por caminos iluminados, pero ellos toman otros senderos. Ojalá que algún día adviertan que se equivocaron de camino y brinquen al que les señala su destino, su vocación.
Yo, cuando ya estaba casado, con hijos, rectifiqué el camino y me inscribí en la Facultad de Humanidades, de la Universidad Autónoma de Chiapas y me saqué la espinita estudiando la Licenciatura en Lengua y Literatura Hispanoamericana. ¡Uf!
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