domingo, 10 de octubre de 2010

CONJUROS

Con un abrazo respetuoso para los poetas Balam y Yolanda Gómez, por haber obtenido
el segundo y tercer lugares, respectivamente, del Premio Estatal de Poesía.




La periodista Sandrita de Los Santos me hizo una entrevista en 2008. Entre otras cosas me preguntó qué me desagradaba del oficio de escritor. ¡Nada!, respondí. Hoy respondo igual: no me desagrada algo de mi oficio, me desagrada lo que rodea al oficio del escritor. Escribo para publicar y publicar libros significa tocar puertas y esto no va conmigo, porque, en ocasiones, sobre todo en oficinas gubernamentales, tal empresa exige soportar tratos indignos. Dije, en 2008, “Dios me libre hincarme ante los Semidioses de Coneculta-Chiapas” para solicitar el apoyo en la publicación de un libro.
En ocasiones, cuando algún lector generoso me pregunta dónde puede hallar libros míos yo le explico que no existen. No es carencia de obra (he publicado dos o tres librincillos caseritos, uno con una selección de cuentos y otro con una novelita corta que es un texto muy sencillo); no existen porque no he estado dispuesto a someterme a la prueba indigna y no tengo paga para hacer una digna edición de autor.
No revelo ningún secreto si digo que Coneculta-Chiapas publica a los recomendados; a los amigos; a los que amenazan con hacer una huelga de hambre frente al Palacio de Gobierno (¡esto es cierto!, un poeta hizo la finta y antes de que llevara a cabo su plan le prometieron publicar su libro). Publican, después de mil antesalas (¡Dios mío!), a quienes soportan malos tratos y casi casi se ponen de alfombra para que los coneculteros pasen por encima. Pero, por fortuna para los escritores, deben publicar las obras que son premiadas en concursos a que ellos convocan.
Yo no soy recomendado de alguien poderoso; no soy amigo de algún poderoso; no se me da eso de “treparme a la cruz”; ni tampoco me gusta ponerme de alfombra. Por esto no tengo libros publicados.
Claro, en este momento, alguien puede objetar: “¿Y qué tal que no te publican, vos, porque tu obra es mala y no merece la gloria de la prensa?”. ¡Cierto! Por esto, a veces, someto mi obra al juicio de un jurado y participo en concursos a nivel estatal. Si un jurado de expertos no me elige entiendo que mi obra necesita una revisión, pero cuando el jurado me concede un premio mi obra recibe el aval. Ahora mismo estoy en esta situación (y esto me da mucho gusto porque un libro mío se publicará y no tendré necesidad de “pedir favor”). Sin solicitarlo, el favor ya me lo hizo el Jurado del Premio Estatal de Poesía Enoch Cancino Casahonda 2010, al conceder la Mención Honorífica al libro “Conjuros” y recomendar a la institución convocante (léase Coneculta-Chiapas) la publicación del mismo. ¡Uf, qué alivio! El jurado leyó mi trabajo y consideró que tiene cierto valor y bien puede llegar, en forma de libro, a las manos de mis lectores, quienes, generosos, siempre me preguntan por qué no encuentran libros míos en las librerías.
Uno de estos días tendré la satisfacción de decirles que el libro “Conjuros” estará a disposición en los múltiples puntos de venta que la institución tiene dispuestos en todo el estado de Chiapas y en otros lugares.
Me da gusto que así suceda. Al lado del libro merecedor del Premio y del libro con la obra de la poeta Yolanda Gómez Fuentes, aparecerá el librincillo con mi obra. ¡Ya el lector decidirá si, en efecto, alguna luz contiene mi escrito! Yo espero que sí. Siempre he dicho que soy consciente de mis limitaciones y nunca he escrito un texto deslumbrante, lo mío, lo mío (como dijera Chedraui), es el brillo de un cerillo que sugiere un camino para hallar la luz.
Dios es generoso conmigo y evita que yo me hinque ante los Semidioses de Coneculta-Chiapas. Envió un ángel para que en mi nombre le recomendara la publicación del librincillo. ¿Qué más? ¡Nada! Sólo repetir el verso de Sabines: “¡Que Dios bendiga a Dios!”.