martes, 26 de octubre de 2010

LOS FAMOSOS


Como a medio mundo ¡a mí también me gusta ver fotos! Me seducen los álbumes con fotos color sepia o a todo color. Es un disfrute que en las manos te quede algo de polvo y de pegamento. Claro, ahora los álbumes son digitales -así como las fotos- y los vemos a través de este chunche. El Maestro Hermilo Vives dice que las fotos impresas actuales tienen una caducidad, poco a poco van perdiendo sus características de color. Hace una semana, Tony Carboney -integrante del Consejo de la Crónica, de Comitán- nos enseñó a Pepe y a mí, una foto de principios del siglo pasado y estaba impecable, conserva el brillo que tuvo el primer día. Pero, bueno, ante esa calidad ahora impera la celeridad. Antes la paciencia se ponía a prueba, hoy, al instante tenemos la imagen en pantalla y en papel, además de que podemos mandar (en el mismo instante) la foto al pariente que radica en la parte más lejana del mundo.
En una ocasión leí un manual de Zen y leí uno de los preceptos: "No te tomes fotos con gente famosa". Desde entonces trato de seguir al pie de la letra dicho precepto porque se me hace algo muy digno y humilde. ¿Para qué buscar la foto al lado de Mario Vargas Llosa si éste nunca ha sido gente de tu barrio, de tu colonia, si nunca ha sido tu compa con el que te llevás de cuartos hasta mañana? Cuando alguien (con fama local) me llama para una foto me acerco, por supuesto, porque el precepto también, sin decirlo, incluye la sentencia de "procurar no ser mamila".
Una vez, realizando un trabajo en San Andrés Larráinzar, me topé con el siguiente letrero: "No amarrar animales en este lugar", entonces le pedí a mi compañero de chamba que me tomara una foto. Me quité el cinturón, lo enredé sobre mi cuello y el otro extremo lo trabé en una rama del árbol y ¡el prodigio se cumplió! Siempre he sido rebelde.
Ayer pasé por la tienda de doña María Elena y miré el escenario que ella creó al frente de su tienda (es maravilloso porque en la banqueta, que es muy generosa en ancho, ella colocó una banca para que los caminantes agotados puedan descansar un rato). Entiendo que Doña María Elena colocó estos monigotes como una manera de celebrar a los muertos enredados en el "jalowín". Es una prueba más de ese maravilloso sincretismo del que hablan los expertos. Me acordé del letrero de San Andrés y le pedí a Paty que me tomara una foto al lado de esos monigotes, sólo para decirme un poco que el mundo está lleno de ellos y que, en el fondo o en la superficie, todos tenemos un poco de ese misterio encerrado detrás de máscaras.
¿Por qué subo mis fotos a este álbum? ¿Será vanidad o será la simple gana de compartir con los otros, por si a los otros les gusta también mirar álbumes de fotos?
El Maestro Hermilo dice que las fotos digitales, poco a poco, van perdiendo su color. Estoy seguro que en este chunche no pierden esa gracia, pero pregunto ¿hasta cuándo permanecerán acá? La humedad no las deteriorará y se supone que nunca se extraviarán en alguna mudanza (he perdido muchas fotos de mi infancia en cambios de casa), pero, por ejemplo, en el 2040 (apenas treinta años después) estos álbumes digitales ¿sobrevivirán?