viernes, 26 de octubre de 2012


ANDO CAMIN-ANDO

El otro día dije unas palabras en la Exposición “Enfocando a Rosario”. Paso copia.

El que toma café le pregunta al fotógrafo: “¿Y qué, en qué andás?”. El fotógrafo se sienta tantito y dice “Ando enfocando, ando”.
Rosario Castellanos pudo llamarse Guadalupe o Rocío. El destino quiso que se llamara Rosario. Y ahora los que toman café cuando ven al grupo de fotógrafos dicen: “Son compas que rezan el Rosario, osario”.
Hoy vivimos un fenómeno singular en Comitán. Los fotógrafos han vuelto la mirada al arte, al arte conceptual. En una época que se toman millones de fotografías digitales cada minuto, un grupo de comitecos decide hacer de la fotografía un vehículo de expresión artística. Bien por quienes documentan el instante cuando estamos en el antro, cuando nos damos el primer beso, cuando nuestro hijo cumple su primer año, cuando compramos el auto que deseábamos, cuando la abuela llega a casa. Pero, mucho más bien por todos aquéllos que han decidido mirar un poco más allá y hacen proyectos conceptuales.
Julio César Águeda López, Presidente de Jóvenes Factor de Cambio, me contó de rapidito el origen de esta exposición. Se trataba de acercarse a la figura de Rosario a través de su obra. Ella, que fue tan escasa para la fotografía; ella que fue huraña para la vida pública, hoy se ve enfocada a través de múltiples miradas. Pero no es ella y sí. No es ella porque ella ya está muerta; pero sí lo es, porque, lo sabemos, los artistas tienen un pacto con la inmortalidad. La obra de los artistas rebasa el horizonte de la vida y se enfila hasta el infinito, hasta donde esta palabra permite su elongación.
Rosario pudo llamarse Candelaria o Ruperta, pero no lo hizo porque era destino rezar sobre su altar todos los días. Enfocar a Rosario significa enfocar, también, a Comitán; significa enfocar a los indígenas y a los caxhlanes. Enfocar a Rosario significa prender una veladora y oír el grupo de tambor y pito que sube por la calle que va del Mercado Primero de Mayo al Parque Central. Enfocar a Rosario significa maravillarse con su palabra poética, palabra que tiene mucho de ese cantadito con el que hablamos a diario y que tiene un vínculo directo con la palabra divina envuelta en el rosario de todos los días. “Padre nuestro que estás en la tierra…”, dice la mujer que reza en la penumbra del oratorio. Ahí, enredado entre el incienso y las veladoras, está la voz de Rosario. Ahora, ¡qué bueno!, también está en las fotografías que hoy se exponen. No sé, pero pienso que esta propuesta conceptual acerca de la obra de una poeta comiteca es la primera que se realiza en nuestro pueblo y, estoy seguro, es apenas el principio de lo que promete ser una realización de gran trascendencia para la vida artística de nuestro pueblo.
El que toma café queda viendo al grupo de muchachos y muchachas que llevan su cámara colgada al cuello; los queda viendo porque llama su atención lo que hacen: enfocan todo lo que está frente a ellos, incluso lo que está detrás, lo que no se ve. Estos artistas son rascadores y pepenadores. Su cometido en esta ocasión fue abrir huecos en el piso y en las paredes para encontrar los rastros que dejó Rosario. Un poco como si al influjo de la palabra invocaran la luz de la imagen. Acá está aliada la maravillosa palabra con la no menos maravillosa imagen. Ambas sustancias conforman la propuesta.
Felicito al grupo Jóvenes Factor de Cambio y lo mismo hago con los expositores; felicito a quienes se atrevieron a buscar en la palabra de Rosario una imagen que sintetizara el origen y el destino de nuestro pueblo. Los jóvenes fotógrafos hicieron su papel de oficiantes. Que la luz de su ojo tatúe por siempre el corazón de los espectadores y de quienes toman café todos los días. Gracias.