jueves, 17 de julio de 2014

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE UNA PUERTA ES COMO EL PARAÍSO




“¡Mirá, mirá, un tzucumo sobre la pared!”, dijo la niña. Su mamá vio lo que la niña señalaba, hizo un mohín y luego jaló a la niña que llevaba de la mano. La niña, antes de dar vuelta en la esquina, aún alcanzó, con la cara hacia atrás, a ver el tzucumo sobre la pared.
En Comitán, a una clase de gusanos les llaman tzucumos. ¿Quién sabe qué significa esa palabra? Acá la gente no canta: “nadie me quiere, todos me odian, mejor me como un gusanito”. Acá cantan así: “Todos me quieren, todos me adoran, hasta los tzucumitos”. Porque, según se ve en esta fotografía, los tzucumos andan por todos lados, incluso en las entradas de las casas.
Muchos insectos tienen la capacidad del camuflaje. Andrés insiste en que este macollo de hojas camufla una cámara de vigilancia de esta residencia. Según la niña es un hermoso gusano adentro de un capullo que, alguna tarde de lluvia, se convertirá en una mariposa. ¿De veras los tzucumos se convierten en mariposas?
Los elementos de la fotografía son muy simples: un medidor de luz adentro de una jaula (según la niña, el medidor, en realidad, es un canario), una puerta de dos hojas y la pared coronada con una cinta de tejas.
Si el lector ve con atención observará que la puerta de metal tiene dos dibujos en la parte superior. El herrero cumplió con las indicaciones del dueño. Si el peatón camina con prisa no observará que el dibujo de los dos elementos superiores representa una mariposa (la niña diría que son dos papalotes a punto de alzar el vuelo).
La casa está llena de elementos de la naturaleza, casi casi como si fuese un bosque. Un macollo de hojas tzucumo inmenso (de color verde agua estancada), un canario medidor y dos mariposas que protegen la casa.
Alguien, sólo por joder, pintó el número 34 sobre la puerta. Tal vez es el número oficial de la casa. ¿Por qué lo repitió en la misma hoja? ¿Acaso un número le corresponde a una mariposa y el otro le corresponde a la otra mariposa? ¿Son mariposas participantes de maratón?
Hay un elemento que puede pasar desapercibido. En la hoja sin marcas, en el extremo junto a la pared, hay un nudo que cubre un hueco. Ese nudo es la manija de un lazo atado al pasador. Cuando alguien acciona el mecanismo, jala el cerrojo y la puerta se abre. En estos tiempos de inseguridad es un elemento insólito. ¿Cómo es posible que cualquier peatón pueda jalar ese lazo para abrir la puerta? Por eso, Andrés insiste en que el macollo de hojas verdes camufla una cámara de vigilancia que está conectada directamente a la Central de Policía. Cuando algún tunante jala el lazo para abrir la puerta, el dispositivo electrónico detecta la huella digital, la envía (en nanosegundos) al Registro de Detección y si la huella no es reconocida como elemento confiable, del macollo (tzucumo, diría la niña) sale un ejército de abejas asesinas que se va contra el insurrecto y lo ataca. Por eso, esta casa tiene una placidez difícil de hallar en otras casas, se sabe protegida por este sistema de vigilancia.
La niña siempre pide caminar por esta calle. Le encanta ver el tzucumo trepado sobre esta pared. A veces imagina que es un tzucumo desorientado que sueña con el Sueño Americano. Sabe que las tejas alineadas son vagones del tren llamado La Bestia. A las siete de la noche, el tzucumo trepa rápido sobre la pared, agota el breve tramo que lo separa del tren y sube al lomo de uno de esos vagones y mira el cielo y sueña con una vida mejor. A la mañana siguiente, ya deportado, el tzucumo vuelve a aparecer sobre la pared amarilla y roja de esta casa. Se sabe que los sueños de los tzucumos mueren cuando la transformación ocurre, cuando la mariposa vuela sin límites. Los gusanos dejan de arrastrarse cuando el universo les injerta alas.