domingo, 3 de agosto de 2014

DE FUEGO




El pasado miércoles 30 de julio, Comitán tuvo el privilegio de contar con la presencia del poeta Uberto Santos. Paso copia del textillo que leí esa tarde.
Uberto Santos es un verdadero poeta. De la tierra, como alfarero, toma la sustancia para sus poemas; del aire, como si fuese hijo del viento; del agua, como si un árbol creciera dentro de sí; del fuego.
Hoy, en Comitán, privilegio nuestro, presenta la antología poética “Cantar del fuego”. ¿El fuego crepita? ¿Qué el fuego en medio de la piedra? La biografía de Uberto dice que él nació en un lugar llamado Chachí, pero cuando lo conocí otro amigo poeta me dijo que Uberto era de un lugar llamado Laja Tendida y me dijo que Uberto, además de poeta, era agricultor. Cuando estuvimos juntos alrededor de la mesa vi sus manos y, en efecto, descubrí que eran manos acostumbradas a remover la tierra. Luego descubrí que no sabía cómo reconocer el oficio de poeta. El oficio de poeta no puede reconocerse en las manos, ni en los labios, ni siquiera en los ojos. El oficio de poeta está en el fuego. Uberto lo sabe, tal vez por esto, nombró “Cantar del fuego” a su libro, porque sólo en el brocal de la palabra se fragua el poema.
Siempre he creído que Uberto nació en Laja Tendida, porque su poesía tiene similitud con ese nombre. Su poesía tiende palabras de fuego encima del páramo, su palabra es capaz de sembrar aire en medio de la piedra. Es un prodigio ver cómo, en medio de la piedra, la palabra crece y se vuelve árbol y prodiga ramas y alienta el vuelo de mil pájaros. En medio de la Nada, Uberto siembra el Todo.
La mayoría de los poemas de Uberto son breves, apenas líneas de vuelo, apenas sugerencias para completar el árbol. En su mirada hay una sutileza que desgrana esa flama que él llama el canto del fuego. Escuchemos:
“Ahora que estallo en frutos / cómo me zumba la carne / cómo me zumba la sombra / cómo me zumba el color / De tanta pulpa que vengo / de tanto sabor que soy / ni dejo dormir el aire / ni dejo soñar el sol.”
A quienes no metemos la mano al fuego por nadie ni por nada, nos sorprende este vertiginoso crepitar, nos emociona este canto, que es el canto del fuego.
¿Para qué hablar más? Mejor hacer silencio y dejar que el poeta, esta tarde, nos comparta algunos de sus poemas.
Gracias por tu visita a Comitán, querido Uberto.