lunes, 25 de agosto de 2014
LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE, EN APARIENCIA, EL ORDEN DE LOS FACTORES NO ALTERA EL PRODUCTO
Es la parte trasera de una combi pasajera. En el cristal se ve parte de la ruta que realiza: Centro – Cedro. En el cintillo inferior una advertencia: “Me ves y sufres”. (Debe referirse al usuario, debe ser la advertencia del mal servicio).
En seguida, el nombre de la institución encargada del servicio. Así, con letra bonita. Un lector desprevenido no se dará cuenta de la errata. Uno nunca sabe si fue error de dedo o error de ortografía. Se suplica al lector que no ponga nada en su corazón por la falta de tilde en la palabra “coalición”. Sí, por el contrario, se pide que ponga atención en la palabra “trasnportistas”. Así le sonó al rotulador, así le sonó a quien dictó el nombre, así les suena el lenguaje. Tal vez por esto, más gente de la que uno presumiera dice “hayga” en lugar de, bueno, ustedes saben.
Debajo del nombre de la coalición viene una serie de números que se antoja como aquella numeración que indica el verdadero valor de “pi”: 3.141592363542928272625209777… Uno piensa si el rotulista se equivocó de la misma manera y cambió la posición de algún número. Un simple mortal no puede advertir la torcedura que puede dar el Universo si un numerito de esos cambia de lugar, con la misma desfachatez con que la ene cambió de lugar por la ese. (Hasta albur se puede volver, porque el “ese” es travieso.)
Para completar la lectura vemos que, con letra roja, como debe ser, está la advertencia de tener Precaución. Se pide que el conductor de atrás vaya con todos sus sentidos alertas. (Ya no se sabe si porque el conductor maneja como “Checo” y se cree en la pista de Le Mans o porque el cambio de transportistas a trasnportistas puede causar un choque intelectual de proporciones inimaginables.
Una direccional indica al conductor de atrás que puede rebasar. Los choferes de combis pasajeras son personas a quienes les gusta ofrecer detalles. Sus vehículos nunca están ausentes de letreros como el de “Me ves y sufres”; también ponen uno que es bien dramático: “Con Dios voy, si no regreso estoy con Él”. ¿Quién, Dios mío, se sube tranquilo a una combi que presagia, de forma tan pesimista, un posible accidente fatal?
Pero, además, a los transportistas les encanta rotular palabras con errores ortográficos. Y uno piensa: ¿qué puede esperarse de un chofer que no pasó de sexto de primaria, con maestro de la sección 40?
Si alguien dijera que también a la palabra Precaución le falta tilde, el cafre brincaría (como carro sobre bache en la carretera de Comitán – La Independencia) y, con las manos en la cintura (cintura de chofer de tráiler), diría que “Ya, chale, si está escribida en mayúsculas y las mayúsculas no se acentúan”. Esto lo dice con la autosuficiencia de un integrante de la Real Academia de la Lengua Española, la que pule, fija y da esplendor.
A veces, cuando veo este tipo de letreros pienso si el orden de los factores no altera el producto. Uno entiende que dos más tres es lo mismo que tres más dos, pero trasnportistas ¿es lo mismo que transportistas? ¿De veras? ¿Es lo mismo Comitán que Comiatn? ¿Cambia algo en el Universo o todo sigue igual, como si nada, como si el mundo pudiese dársele la vuelta como calcetín?