domingo, 21 de septiembre de 2014

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA ABSURDA





Cuentan que en un país totalitario existían bibliotecas con letreros de “No leer”. Los libros estaban en estantes, al alcance de los lectores, pero éstos no podían abrirlos ni tocarlos, ya que miles de guardias vigilaban que se cumpliera a cabalidad la restricción. El Presidente de ese país totalitario, cada vez que llegaba un extranjero, lo llevaba a conocer la Biblioteca Nacional, que era impresionante, con jardines y salas de lectura llenas de luz y millones de libros colocados en estantes pulcros. Cuando el visitante leía el letrero de “no leer” y preguntaba acerca de ese comportamiento tan estricto (y tonto), el Presidente del país totalitario decía que tal medida lo hacía pensando en el futuro de la humanidad. ¿Cómo, los lectores del siglo XXII, podrían garantizar su acceso a la lectura? ¡Preservando los libros! Todo mundo sabía que si alguien tomaba un libro, éste comenzaba a ajarse. Existen lectores con la insana costumbre de doblar las hojas como recordatorio de dónde queda la lectura; hay algunos otros que subrayan párrafos enteros o escriben notas en los márgenes de las páginas. Hay algunos (qué pena) que manchan los libros porque los leen mientras comen mango o toman un vaso de atol de granillo. Los libros, decía el Presidente del país totalitario, deben conservarse en buen estado a fin de garantizar que las próximas generaciones tendrán la posibilidad de acercarse al conocimiento y poder ser libres en el pensamiento y en la acción. Cuando el extranjero preguntaba qué tiempo llevaban esos letreros, el Presidente del país totalitario veía los estantes con orgullo y decía que esas indicaciones llevaban siglos. Desde tiempo inmemorial, sus tatarabuelos habían heredado el país y habían conservado esas tablillas con letreros de “No leer”. El extranjero asentía y pensaba que en cuanto llegara a su país haría una campaña similar, a fin de llegar a ser un país tan grande como el que visitaba. En cuanto llegaba a su país contaba las maravillas vistas y oídas y ordenaba que en todas las bibliotecas de su país se colocaran letreros de “No leer” a fin de preservar los libros para que las generaciones futuras tuviesen garantizado su derecho a la lectura.