miércoles, 17 de septiembre de 2014

PARA EL QUE NO CREE EN UNA PATRIA INDEPENDIENTE





México conmemoró doscientos cuatro años de independencia. Miles de mexicanos dieron el grito, pero no de independencia, sino de enojo porque, aducen, nada hay que festejar. México no es independiente, gritan. Sinónimo de independiente es autónomo. En esta era de globalización es difícil que un país sea autónomo. Todos los países dependen en mayor o menor medida de otro. Nuestro país no es la excepción. Ser plenamente autónomo significaría cortar relaciones con los demás países, algo así como imponernos un bloqueo total.
Un día, nos cuenta la historia, México se independizó de España. ¿Para abandonar nuestra dependencia debimos, entonces, dejar de hablar español, idioma que nos fue impuesto? ¿Debimos adoptar un nuevo idioma, el tzomayanáhuatl, para demostrar nuestra independencia? ¿No es mexicano aquel compa que habla una lengua extranjera, el inglés, por ejemplo?
¿Nada hay que conmemorar?
Lo cierto es que esos miles de mexicanos se enojan por una falta de total independencia, en tiempos en que no existe ningún país independiente. Un primo mío, hasta el día de su muerte, siempre despotricó en contra de los Estados Unidos y manejaba un auto Ford.
En este siglo XXI ¿qué significa el concepto de independencia? Quienes saben dicen que el movimiento de independencia fue iniciado por un grupo de criollos. Mi compadre Armando luego se aventaba un chistorete cuando alguien preguntaba quiénes eran los criollos. Él decía: “Crio yo que son aquellos que nacieron en América pero con origen europeo”. Es decir, la independencia de México no la logró algún grupo de nativos, herederos naturales de esta tierra. Si hacemos caso a los detractores de la independencia, veremos que tienen razón: México sigue gobernado por descendientes de aquellos americanos con sangre española. ¡Dios mío, qué embrollo! ¿Qué debo hacer con mi apellido español, Torres, que me habla de un linaje que proviene de alguna región de España? ¿Para ser totalmente independiente debo cambiar mi apellido por un Tehuatezintli, por ejemplo? ¿Qué hacer con el italiano Molinari? ¿Ya no debo leer a Cervantes? ¿Debo mandar por la borda la literatura de Vila-Matas?
En el plano literario, todo mundo sabe que España es quien dicta el canon en nuestra América Latina de estos tiempos. En términos esenciales seguimos dependiendo de España, porque el lenguaje es uno de los elementos de mayor influencia.
Quienes gritan en contra de nuestra independencia lo hacen con palabras castellanas. ¡Chin! ¡Qué contradicción!
Parece que el proceso de colonización es más complejo de lo que nos cuentan. En Estados Unidos hablan inglés porque Inglaterra los colonizó; Brasil habla portugués porque Portugal los colonizó; decenas de países latino americanos fueron colonizados por los bárbaros españoles. Así fue la historia, no podemos modificarla ni un ápice. ¿Brasil es independiente de Portugal? Parece que sí, en la medida en que los demás países latinoamericanos son independientes de sus propias coronas avasallantes; pero Brasil sigue hablando una lengua que le fue impuesta. El lenguaje sigue siendo un vínculo imposible de romper.
Tienen razón quienes se rasgan la vestidura al decir que no somos independientes. En donde no tienen razón es en querer ser totalmente independientes. ¿A qué aspiran? Respeto sus gritos y su derecho a vomitar su coraje, pero no justifico su comportamiento casi totalitario. ¡Nada hay que celebrar!, dicen. Yo digo que sí. En estas fechas conmemoramos el hecho de que un grupo de criollos luchó (a punta de madrazos) para dar paso a una nación independiente de España cuyo nombre es México. La Nueva España ya no existió. Renació en un país independiente de la corona española. Claro, habrá que decir que el nuevo gobierno estuvo conformado por hijos de españoles. El movimiento de Independencia no fue promovido por algún Cuauhtémoc Xolospintli Atenahuac, sino por un compa que tenía los siguientes apellidos: Hidalgo y Costilla. ¡Va, pues, en el nombre de Dios! En la primaria tuve un compañero con el apellido Costilla y en mi vida me he topado con una caterva de Hidalgos; pero también me he topado con muchas personas con apellido Pacheco. Si alguien me dijera que el primer Virrey de la Nueva España fue don Antonio de Mendoza y Pacheco, ¿qué debo pensar? ¿Qué debo hacer? ¡Dios mío, en este país hay millones de “pachecos”!; es decir, millones de hombres que no son independientes al ciento por ciento.
México conmemoró el Día de la Independencia. ¿Por qué no?