lunes, 24 de noviembre de 2014

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE ESTÁ UNA BRASA





Es una imagen común en Comitán. Un anafre sobre la banqueta, un anafre que sirve para asar los elotes. Cuando un cliente llega, la mujer coloca el elote asado sobre una hoja verde y agrega una mitad de limón y un poco de polvojuan. El polvojuan es un ingrediente muy comiteco, que preparan con chile y tostada molida.
Es una imagen común. Se ha convertido un referente cultural que mucha gente aprecia. Los comitecos tienen el gusto de comer elotes asados. Nunca falta el que se enoja, porque estos anafres significan un estorbo en las banquetas y son un riesgo por la brasa.
Mariana tiene la costumbre de preguntar cuál es el elemento imprescindible en una relación. ¿Acá cuál es el elemento imprescindible? Mariana dice que la brasa, dice que sin la brasa no existe el elote asado. Juan siempre se ríe de estas asociaciones que Mariana formula. Él dice que todos los elementos son necesarios para que se dé un producto. Juan tiene razón. ¿De qué sirve la brasa sin el elote? Mariana insiste en su juego, discrimina los elementos y dice que acá la brasa es lo más importante. La presencia de la mujer así lo indica. Ella espera que el elote esté en su punto, pero mientras espera sus piernas y muslos reciben el calor de la brasa. La bondad (Mariana insiste), la bondad de los anafres es que siempre están colocados por debajo de las rodillas de los hombres y de las mujeres. No hay (insiste), no hay otro objeto que tenga tal cualidad. Por esto, las mujeres que venden elotes asados deben colocarlos sobre las banquetas. Cualquiera podría asar un elote en un horno para pan, por ejemplo, pero Mariana dice que eso sería contra la lógica y contra la tradición. Dice que el calor que alimenta la vida no es el del horno o del fogón sino el del anafre. El calor rico es que se da cerca de las piernas, cerca del muslo. El calor que proviene de una plancha hace daño, el que emerge de un horno es dañino, y esto es así porque es un calor que llega al tórax, al corazón, a los pulmones. Estos calores hacen mucho daño a las personas. El calor bueno es el que sube, el que se siente a la hora que alguien camina por la playa de Puerto Arista, el que sube de un anafre donde una mujer asa elotes.
La mujer de esta fotografía tenía una sonrisa en su rostro. Jamás se impacientó mientras el elote estaba en punto, porque ella había pedido un elote tierno (casi tan tierno como su corazón), y, como logra apreciarse acá, estos tres elotes están “muy cascarudos” (así lo dijo, casi casi como si fueran ya mazorcas, especiales para dentaduras hijas de iguanodontes).
El calorcito que sube de un anafre es un calor que es pariente del magma del Centro de la Tierra; primo hermano de aquel calor que queda adentro de las sábanas donde durmió una muchacha virgen. Ese calorcito hace que el elote, sin prisa, con decoro, vaya tomando un color dorado fuerte, casi oro, casi ceniza, casi ala de cuervo.
¿Qué es lo más importante para que un producto termine’? Sin la brasa el elote es una simple mazorca. Tal vez Mariana tiene razón y para lograr formar universos hay elementos que deben privilegiarse. ¿Qué originó el universo? ¿Fue la conjunción de varios elementos o fue uno sólo (la energía total) que logró el milagro?
Veo a mucha gente en el parque comiendo elote asado. Veo cómo refriegan un pedazo de limón y luego agregan un poco de polvojuan y le dan una tarascada en donde se concentra el instante supremo. Desde que Mariana lo dijo no dejo de pensar en el calor de la brasa, en la importancia de la brasa, pero también pienso en la maravilla de los anafres. A mí no me molestan los anafres a mitad de la banqueta. Si es necesario, pienso que a dos metros termina la esquina y debo cruzar la calle. Lo pienso así porque la brasa es importante para todas las actividades que realiza el hombre. El corazón de la amada es una brasa; una brasa la mirada de Mariana; una brasa el instante en que un pichito busca el abrazo de su madre.
Mariana tiene razón, pero Juan también. Es necesaria la aleación de varios elementos para lograr el producto perfecto: el anafre, la brasa, el soplador, la parrilla, el elote, el limón partido, el polvojuan y la mano de la mujer (nunca he visto a un hombre atendiendo un puesto de elotes asados).