sábado, 3 de enero de 2015

CARTA A MARIANA, QUE HUELE A SOL




Querida Mariana: ¿a qué huele Comitán? Comitán tiene aromas cálidos y afectuosos. A veces, a las siete de la mañana, cuando uno se sienta en el parque central y toma un vaso de jocoatol caliente Comitán huele a patio luminoso. Es un aroma que no puede hallarse en otro lugar del mundo, dan ganas de agarrar un pomito y guardar un poco para tiempos en que asoma el olor a caca; dan ganas de untárselo al corazón.
Comitán es un pueblo mágico. El nombramiento fue muy claro, lo dieron por lo que somos. Fue el reconocimiento a lo que juntos hemos construido. Nadie le da el título de pueblo mágico a un pueblo que huela a mierda. Por esto, me resisto a pensar que nuestro pueblo huele a podredumbre. Comitán huele a cielo limpio; a tenocté; a tejado donde el sol resbala; al agua que salta sin prisa por la Calle del Resbalón. Comitán tiene el aroma de muchacha bonita recién bañada. Comitán huele a nubes jugando chinchinagua por su valle; huele a una rodaja de butifarra con limón; huele a papalote a mitad del cielo. Ya lo dijo Sabines (el poeta) Comitán tiene el aroma del aire, de la quietud del aire; del aire que, como chinita, se posa en las ramas de los árboles.
Juan Carlos Gómez Aranda comentó un día de éstos que ya pronto se iniciará con la inversión de la planta tratadora de aguas. Esta es buena noticia. Va en el sentido donde camina la voluntad de los comitecos: seguir preservando el aroma único y bondadoso de esta tierra.
¿Cuál es el aroma de Comitán? Es el del afecto de los comitecos; de los patios llenos de claridad y de helechos; de los corredores con sus pilares de madera y sus pisos de ladrillo que huelen a gloria cuando las mamás riegan agua sobre ellos. Comitán huele a chimbo, a pan compuesto, a olla podrida, a una copa de buen comiteco. Comitán huele a palmito, a penpenchile en frasco de mayonesa. El aroma de este pueblo es el que revolotea en las entradas de velas y flores.
Muchos se rasgan las vestiduras en intento de ofrecer más atractivos a los turistas. ¡Por Dios de los misericordiosos! ¿No han entendido que Comitán ha sido nombrado pueblo mágico por lo que tiene? No otorgaron el nombramiento por lo que puede venir, sino por la historia que se ha preservado. ¿Qué ofrecer al turista? Basta abrir la mano, como siempre lo hemos hecho, para que los miles y miles de turistas encuentren un corazón maravilloso. Un corazón que no existe en algún otro lugar del mundo. ¡Comitán es único! ¿No hay vida social en las noches? ¿No hay antros? ¡No, no hay! Esto es lo que tenemos que vender. Al mundo debemos decirles que acá, en un rinconcito de esta patria, hay un pueblo tranquilo que ofrece noches apacibles, noches para comulgar el pan que ofrece Dios a los hijos buenos. ¿Quieren discotecas? ¡Ahí está Acapulco, con sus maravillosas playas y su arena cálida! ¿Quieren andadores llenos de bebederos? Ahí está San Cristóbal de Las Casas con su oferta abrumante de personas que van de un lado para otro. ¿Qué buscan los turistas? La mercadotecnia actual da cuenta que hay mil posibilidades. No a todo mundo le gusta la playa, no a todo mundo le gusta el desmadre. Hay gente que busca la posibilidad de hallar un lugar donde pueda descansar, donde las vacaciones sean un reencuentro con Dios. Bueno ¿qué buscan? Acá está Comitán, pueblo bendito, pueblo mágico que (perdón por la pinche insistencia) lo es por lo que tiene. ¿Hemos pensado por qué muchas personas que visitan Comitán quedan prendados? Pues porque somos lo que somos, porque ofrecemos lo que tenemos, porque somos un pueblo que es como una flor sencilla pero llena de aromas.
¿Por qué no más gente se queda acá? Los criterios han cambiado, pero hasta hace poco, Comitán era considerado un lugar de paso, entre San Cristóbal y Los Lagos. La gente no quedaba a dormir acá. Ahora la oferta hotelera ha crecido, en número de habitaciones y en calidad (quiero pensar que así es) y ya más gente se queda a dormir acá.
¿Qué nos falta? No sé. No soy experto en turismo, pero el sentido común indica que nos ha hecho falta bulbuluquear lo que somos: un pueblo mágico, único. Basta decirle a todo el mundo (con una campaña publicitaria relevante) que Comitán tiene un aroma único. Este pueblo huele a prodigiosos remates visuales. Comitán es una ciudad para caminar. (Ya es hora de comenzar con un agresivo proyecto para modificar esas banquetas de lajas que tanta inseguridad provocan en los caminantes. Ya es hora de que comencemos a cambiar para bien, sin transformar el sentido cultural único de nuestro pueblo.)
Vendamos las imágenes idílicas que promete este pueblo. Que los expertos realicen programas especiales para el turismo. El otro día fui por la zona de Los Riegos y quedé impresionado por los remates visuales que ofrece esta ranchería. Ahí están los muretes de piedra que fueron característicos en el pueblo. La vista de los árboles (no sé cómo se llaman. ¿Son sabinos?) al lado del río grande es un espectáculo lleno de luz y de vida. Caminé por la ribera del río y sentí un aroma de flor amarilla a punto de convertirse en sol. Luego subí por una ranchería que permite una panorámica de La Ciénega. Y aun cuando la gente mayor se queja de la degradación de ese espacio, todavía es una imagen que es como ungüento para el espíritu. Bajé del carro, busqué una sombrita, me senté en una piedra y miré, en la distancia, en la línea del horizonte, el caserío de Comitán. ¡Ah, qué belleza! Comitán desparramándose por la colina; las casas, como si fuesen cabras, sosteniéndose en la empinada montaña. Y estoy hablando, niña mía, sólo de dos espacios. Dos espacios que aún se conservan más o menos originales.
Nos hace falta vender de buena manera a este pueblo. Y no sólo para los turistas. Nos hace falta venderlo para nosotros, para los pobladores. Este pueblo no se hizo para que fuese una moneda de cambio o de trueque. Este pueblo se hizo para que quienes vivimos acá vivamos de buena manera. No podemos permitir que se cambie su vocación de hogar. Este pueblo lo hemos construido todos con mucho amor. Su voseo y su cantadito es parte de nuestra identidad. No podemos permitir que lleguen novedosos modos de hablar y nos roben lo que con tanto esmero hemos preservado.
Comitán tiene un aroma único en el mundo. No puede ser una mala copia de otros pueblos o de otras ciudades. Si logramos vender bien lo que somos, lo que nos distingue, no debemos preocuparnos, el turismo llegará. No modifiquemos nada de lo que somos, no le agreguemos algo. Lo único que debemos hacer, es luchar a brazo partido para que su esencia no se trastoque, para que su magia no se modifique. Somos un pueblo mágico, único. El otro día, en la prestigiosa revista “México Desconocido”, José Luis Aranda hizo un reportajito de nuestro pueblo y mencionó nueve esencias que les llamó “las nueve estrellas de Comitán”. ¿Cuál fue la primera estrella? ¡Su gente! ¿Mirás qué río de aguas tan limpias? Sí, estoy de acuerdo con José Luis, su gente hace la diferencia, no somos tuxtlecos, ni coletos, ni chiapacorceños, ni chilangos. ¡Somos comitecos! Auténticos, originales. Ahora sólo falta reflexionar un poco en lo que significa ser comiteco y hallaremos las puertas del cielo. José Luis siguió con su relación y mencionó ocho estrellas más. Luis Aguilar, nuestro escultor, leyó el reportaje de José Luis y dijo que Comitán es más, mucho más. Claro que sí, por esos somos un pueblo único. Pero, como dicen que para muestra basta un botón, copio acá las otras estrellas que José Luis (con mirada de turista, con mirada asombrada) escribió: segunda estrella: la cultura tojolabal; tercera: mercado primero de mayo; cuarta: parque de La Pila e iglesia de San Caralampio; quinta: parque de San Sebastián; sexta: Museo de Arte Hermila Domínguez de Castellanos; séptima: pan compuesto. ¡Sí, el pan compuesto se erige como la máxima presea de la gastronomía comiteca! (¿Y el chicharrón de hebra y demás hierbas de olor que hacen única a nuestra comida? Alex Hiram atendió a José Luis y lo llevó a uno de los Foquitos y ahí nuestro reportero estrella quedó prendado, para siempre, del sabor único del pan compuesto). ¿Cuál fue la octava estrella? El Hotel Delina, de Mauricio Castellanos. ¡Por supuesto! Este hotel tiene todas las características de una casa comiteca con los avances de la modernidad. Mauricio respetó la tradición y la continuidad. Esa es la lección para Comitán. No copiemos algo de afuera. Seamos nosotros, insertos en el siglo XXI. ¿La novena estrella? La Casa Museo Dr. Belisario Domínguez.

Posdata: ¿Qué buscamos? ¡Tenemos todo! Somos poseedores de un pueblo simplemente único. Sólo nos resta conservarlo, quererlo, mimarlo, preservarlo. ¡Que viva mi Mariana y mi Comitán! ¡Cotz para todos!