miércoles, 14 de junio de 2017

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA, DE CUANDO EL MUNDO ESTÁ AL REVÉS





“¡Mirá, mirá!”, me dijo Pau, señalando la estructura metálica. Su mamá hizo una cara de Bendito Dios. En voz baja, la mamá me dijo que los del ayuntamiento eran unos inútiles. Pero Pau parecía no compartir la idea, porque se acercó al contenedor y vio que la parte superior tenía agua: “Es para que tomen agua los pajaritos”, dijo, llena de vida, y completó: “La fuente de allá es para personas, ésta es para las palomas”.
La estructura, se ve, está bocabajo. Lo que acá se ve como parte superior, en realidad, es la base de un contenedor que soporta un basurero, pero acá, por vayan ustedes a saber qué causa, quedó así en uno de los pasillos del parque central de Comitán.
Pau dijo que la otra era la fuente para las personas y ésta la fuente para que los pajaritos tomaran agua. En efecto, el platillo de la base estaba lleno de agua, debido a que la noche anterior había llovido de manera torrencial.
“¡Mirá, mirá!”, volvió a decir Pau y señaló hacia el platillo. Y yo vi que una chinita (uno de esos pajaritos modestos que sobrevuelan el parque) se había parado en el borde del platillo y tomaba agua, ¡tomaba agua!
Sólo faltaba, pensé, que el pajarito se metiera en el agua y se diera un baño y moviera las alitas para secarse.
¿Quién tenía la razón acá? ¿Pau o su mamá? Acá las dos estaban en lo correcto. La mamá de Pau había dicho que los del ayuntamiento eran unos inútiles, remarcando el error de los encargados del mantenimiento del parque al permitir que una estructura metálica estuviera obstaculizando el paso peatonal y diera un mal aspecto en el corazón de la ciudad; pero Pau (con su mirada inocente, con su sonrisa de hilo de agua limpia) también tenía razón, porque esto, visto desde su óptica era de una proverbial belleza. Si un turista llegara y pusiera atención a lo que la mamá de Pau decía se llevaría la impresión de que Comitán es una ciudad descuidada al máximo, pero si pusiera atención a lo que Pau señalaba diría que Comitán es una ciudad fantástica, una ciudad amiga de las aves (¡Ay, si supieran que algunos residentes, con pistola de diábolos, matan palomitas! ¡Ay, si supieran que una tarde mataron a las palomas que estaban en el interior del templo de San José! ¡Ay, si supieran que una tarde envenenaron a palomas que estaban cerca de este andador!).
Pau, su mamá y yo nos sentamos a comer esquites, cerca de donde estaba esta estructura. Vimos cómo los pajaritos se acercaban a picotear en los arriates, buscando alguna lombriz y luego los vimos volar hasta “su” fuentecita y beber del agua fresca que ahí había.
A veces, como en este caso, el descuido puede generar luz. Una vez, el jardinero de la casa del tío Eulogio se enfermó y dejó de cortar el césped durante muchos días. El césped estaba altísimo ya, parecía un bosque sembrado con bambú. Alicia, hija del tío, descubrió que era lugar ideal para jugar escondidas con su perrita chihuahueña. La perrita tardaba mucho en hallar a su ama, porque cuando entraba al terreno era como si entrara a un laberinto. Alicia salía con sus mejillas rojas de la emoción y la perrita toda húmeda de rocío. Cuando el jardinero regresó se halló con una petición especial: un terreno de cuatro por cuatro no debía podarse jamás. Alicia quería ver hasta dónde llegaba el césped, ¿subiría hasta el cielo? Ella, como en cuento infantil, ¿podría subir por una de esas varas para tocar las nubes?
A veces es necesario una mirada infantil, una mirada sencilla, ingenua, como la de Pau para no enojarse a la primera por los descuidos de los encargados del mantenimiento del parque central de Comitán.