miércoles, 9 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON FESTEJO

Querida Mariana: hay temporadas de grandes festejos. ¡Qué bendición! El otro día festejamos el cumpleaños 32 de la Revista VOS y ahora celebramos los treinta y tres de VISIÓN 59 – ÓPTICA, empresa de Jorge Guillén, que se encuentra en la ciudad capital de Chiapas, pero que, gracias al dinamismo de su fundador, llega a muchas partes del estado. Y digo esto porque, en forma frecuente, Jorge se descuelga de la capirucha y llega a Comitán para ofrecer lentes, lentes de calidad. Por acá, en redes sociales, veo las fotografías que sube, sobre todo, de antojitos comitecos que disfruta en sus viajes, como lo dicta la tradición, Jorge toma el café pero con pan y luego también le entra a las chalupas y a los tamalitos de frijol, los famosos pitaules. Celebro el cumpleaños 33 de su empresa, porque veo que es un hombre disciplinado, que le pone pasión a su trabajo, lo disfruta. Sabe que la imagen es esencial en todo negocio (vende pues productos para los ojos). No conozco su local en físico, porque ya sabés que me cuesta trabajo salir del pueblo, pero veo en fotografías que su negocio tiene una presentación muy atractiva. Y, pienso, que esto tiene que ver con el gusto por el diseño. Fijate que Jorge y yo coincidimos en los años 80 en la Facultad de Arquitectura, en la UNACH. Después que dejé la carrera de arquitectura en la UVM, en la Ciudad de México, me inscribí en la UNACH y ahí coincidí con Jorge, él se acuerda bien de cómo un grupo de alumnos fuimos a Villaflores para trabajar unas maquetas y planos de proyectos que el presidente municipal le presentó al gobernador Sabines, el viejo. El presidente mandó a acondicionar un espacio al lado de su oficina y ahí trabajamos. Una tarde tomamos dos cervezas de más, regresamos a trabajar y cuando tomé el cúter para cortar un pliego de papel cascarón, la emotiva cantidad de cebada hizo que, en lugar de cortar el papel, me hiciera un tajo en uno de mis dedos. ¡Pucha! Salí corriendo, buscando una salida, pero de nuevo la cebada me hizo la travesura de confundir las puertas, entré a la oficina presidencial y manché parte de la impecable alfombra verde. Al final bajé y fui a la Cruz Roja donde me cerraron la herida, al día siguiente me despedí de los compas, viajé a Comitán y ya nunca más volví a la facultad. Un día, años después me topé con Jorge y me preguntó: vos sos el que se lastimó el dedo, ¿verdad? Sí, dije yo. Su espacio es muy agradable, con excelente gusto. Estudioso de los espacios urbanos también ha contribuido a dignificar el bulevar donde está su negocio, planta árboles, obsequia arbolitos para que sus amigos y clientes los planten en sus entornos. Jorge es un ciudadano ejemplar. Y es más, porque a la empresa original, la que ahora cumple treinta y tres años ha agregado una donde vende bicicletas de calidad, porque es practicante del ciclismo, convencido de que esta actividad no contamina el medio ambiente y ayuda a la salud humana. Nos conocimos a inicios de los años ochenta, viajamos juntos a Villaflores para hacer maquetas y planos de proyectos que, tal vez, se llevaron a cabo y beneficiaron a aquel pueblo. En dos tardes estuvimos en el balcón central de la presidencia y desde ahí vimos a las chicas que daban vueltas en el parque y que nos veían con esa mirada que siempre aparece cuando hay jóvenes guapos. Y hoy, en 2022, tengo la bendición de mandarle un abrazo afectuoso, de desear que siga fortaleciendo su empresa y que contabilice ochocientos mil kilómetros bicicleteados. Posdata: ¡Salud! ¡Tzatz Comitán!