viernes, 11 de noviembre de 2022

CARTA A MARIANA, CON RITMO

Querida Mariana: ¡a mover el culo! Dirás que comienzo en forma prosaica. No. Acabo de escuchar la canción con esta letra. Nada que ofenda, al contrario. La canción invita a bailar, a mover los brazos, las piernas, a sonreír, a llenarse de vida, a mover los pies, a mover el culo. Ya lo hemos platicado en varias ocasiones, en España no tienen inconveniente en decirle culo a la parte del cuerpo que nosotros, más pudibundos, llamamos trasero. Lo bueno que en Comitán tenemos el sucedáneo perfecto y empleamos tutís. No todo mundo reconoce este término. Diría Armando Alfonzo, es “sólo para comitecos”. A mover el tutís, a moverlo. Claro, hablamos de baile, de música. De acuerdo con el diccionario, culo es: “parte del cuerpo humano constituida por las nalgas”. ¿Lo sabías? Llama mi atención que se refiera a una parte del cuerpo humano; es decir, los cuches no tienen culo; los cuches tienen ¿cola? No sé bien, algún amigo veterinario podrá decir o un amigo carnicero, pero, de acuerdo con el diccionario sólo los humanos tenemos culo, y acá (¡bendito Dios!) hay personas que se ofenden si escuchan la palabra. Si aplicamos esto podemos decir que cuando una chica comenta que le pica la cola (se está diciendo cuchita), lo correcto sería, en caso de que tenga un granito en la nalga, decir que le pica el culo. A mí me sorprende, de veras, cómo muchas personas respingan la nariz y retuercen su mente, cuando escuchan la palabra culo, se ofenden, piensan que quien lo dice es un grosero. Dios mío. Se ofenden con la mención de una palabra simple, una simple palabra bisílaba. Si a estas vamos la palabra baba es más ofensiva y ahí vemos a medio mundo besándose en la boca, babeándose a la hora del beso francés y a la hora de dormir. Pobres almohadas. Los comitecos, cuando bailamos (bueno, los que bailan) movemos el tutís, ah, qué alegre se pone el parque central cuando la marimba suena y las parejas se ponen a bailar. No faltan (qué bueno) quienes no necesitan pareja para bailar, se paran de la silla y solitos ahí andan dándole brillo a las lajas del parque, levantando los brazos, las piernas, moviendo el culo. “Ve aquella culona”, ah, tiene un traste de antología, cuando lo mueve el aire se hace delgado para que su tutís se regodee en el espacio. “Mirá, cómo lo mueve”. Sí, se refiere al tutis, es que, seamos honestos, es la parte que más se mueve en el baile, digo, del baile popular. Si hablamos del ballet, otras partes del cuerpo son las más visibles, las más estéticas. Los grandes bailarines se remueven en el aire, abandonan el piso y extienden los brazos y las piernas en una armonía divina. Los que bailan, los jueves y domingos, en el parque, apenas despegan los pies del suelo, cuando un pie está arriba, el otro está bien puesto en la tierra, mueven los hombros, el torso y mueven sabroso el tutís. Ah, qué bonitos se mueven los tutises, de acá para allá, bamboleo exquisito. “Si como lo mueve ¡lo bate! ¡Qué sabroso chocolate!” Ah, rima genial, que da a entender que la chica en cuestión, así se mira, es de movimientos geniales, por lo tanto, a la hora del batido debe ser sensacional. No, no me preguntés cuál es el batido. ¿Qué voy a saber? De las artes el que menos caso le hago es a la danza, pero mis ojos se llenan de vida cuando, de vez en vez, presencio a los integrantes de los grupos de danza folclórica del pueblo. El otro día vi la actuación del famosísimo ballet de Amalia Hernández, en el Festival Internacional Cervantino, ah, qué deslumbre, qué sincronía de movimientos. Excelso. Posdata: a mover el culo, es invitación permanente a bailar, a gozar la vida. Moverlo con ritmo de marimba, en alfombra de juncia, con el grito de “Cotz para los marimberos”, mientras la anfitriona reparte los “puritos” y en la noche “se pierde la llave”. A mover el culo, como manifestación de vida, como agradecimiento por estar sano, porque las patas no se cansan de batir el aire, de airearlo. ¡Tzatz Comitán!