miércoles, 25 de octubre de 2023

CARTA A MARIANA, CON HILOS DE TRADICIÓN

Querida Mariana: el Día de los Muertos altera el tiempo de ellos y los inserta en nuestra burbuja de vida. Nuestros muertitos dejan su lugar de ausencia y se hacen presentes. En casa nunca hicimos altares. Escribo la palabra hicimos, porque este año mi Paty decidió honrar a cuatro de nuestros espíritus queridos: Roberto (su papá), Amelia (su mamá), Elena (tía, hermana de su mamá) y Augusto (su suegro, mi papá). ¿Quiénes llegan a tu casa? Nuestros muertitos ya llegaron a casa. La querida Natalia hizo estas hermosas veladoras personalizadas. ¡Genial! Si querés tener estas veladoras personalizadas en tu altar te digo cómo ponerte en contacto con ella. Como en todas las familias, en casa tenemos difuntos desde siempre. Claudio Magris, en relación a la muerte, dice: “tarde o temprano sucede y poco importa cómo, de cualquier manera, tiene que suceder…” Los papás de Paty y tía Elena estuvieron en cama, mi papá murió de un infarto fulminante, su Dios cumplió su deseo, siempre pidió morir “de un chingadazo”, un hachazo divino detuvo el reloj de su corazón. Nunca habíamos tenido un altar en casa, ahora Paty lo ha hecho por primera vez. A mí me encantó el detalle de las veladoras, la luz está integrada con los rostros de los difuntos, con el recuerdo, con la nostalgia. Es tradición colocar fotografías de los difuntos y agregar veladoras, acá es un prodigioso ¡dos en uno! Natalia es una gran artista, hace muchos detalles bellísimos. ¿Paty le agregará más chunches al mínimo altar, como es costumbre? No lo sé. Tal vez le agregue una pequeña maceta con una flor de cempasúchil, de esas amarillas bien bonitas. ¿Agua? ¿Licor? Agua sí, claro que sí, el agua es el río de la vida. ¿Licor? Mi suegro y mi papá bebieron su trago, pero un día dijeron que ya era suficiente y se volvieron abstemios, durante los últimos años de sus vidas dejaron el chupirul, por eso lo más recomendable es no colocar la botella de Charrito en el altar, mejor evitar las tentaciones. ¿Comida? Tampoco sé. Si alguien me obligara a prepararle un platillo a mi papá le ofrecería angulas. Él era feliz preparando panitos de angula, ofreciéndolos y comiéndolos. Los domingos, después de misa de doce, cuando yo era niño, pasábamos a la tienda de Don Roque y de Doña María, a comprar una lata de angulas (producto español que hoy es carísimo, se cotiza arriba de los mil pesos. Acá en Comitán venden latas de angula de tsurimi, son productos chafas). Las angulas españolas venían en aceite de oliva. En casa, mi papá abría la lata con una llavecita que venía integrada, mi papá le daba vueltas, yo veía cómo la tapa se hacía choricito y dejaba a la vista el bonche de angulas, pequeñas culebritas blancas, exquisitas. Mi mamá ya había comprado pan francés (con el que hacen los panes compuestos), ya había cortado el pan en mitades, mi papá tomaba las tapas y, con delicadeza y con una cucharita, untaba el aceite. Era maravilloso ver cómo el pan embebía el aceite, como si fuera un animalito sediento. Luego, mi papá colocaba las angulas con un pedacito de chile que venía en la preparación, un chile rojo, con cierto picante, de sabor delicioso. En ese momento de mi infancia no sabía que mi papá nos invitaba unas tapas españolas de su creación. Ningún pan francés comiteco, en época alguna, tuvo mejor fin. A mi suegra le gustaban los plátanos fritos rellenos de frijol, a mi suegro le gustaba comer chicharrón de cáscara con salsa roja. ¿Cuál era el platillo favorito de tía Elena? No lo sé, ella vivía en Tuxtla. Para que no se “muera de hambre” podríamos ponerle una jícara de pozol o una horchata de coco. Mi mamá prepararía arroz quemado para mi papá, con la receta de Colombia. Posdata: ¿Paty colocará calabaza en dulce en el altar? Hoy, por primera vez habrá un caminito de luz para que lleguen nuestros difuntos. Sé que en tu casa acostumbran hacer un altar bellísimo con fotos de todos los amigos y familiares muertos y ponen calaveritas de dulce con los nombres en la frente. Nunca me has dicho dónde consiguen esas calaveritas. ¡Tzatz Comitán!