lunes, 30 de octubre de 2023

CARTA A MARIANA, CON REGRESO A LA VIDA

Querida Mariana: creemos que los muertos regresan una vez al año. Malena dice que debemos hacer un caminito de sal en el altar para que sepan hallar la senda. Todo es un misterio. No sabemos bien a bien cómo regresan, pero los mortales creemos que los espíritus de los fallecidos vuelven. Todo es incertidumbre. No hay certezas, pero nos aferramos a la creencia. Cada año hacemos altares en las casas o en los lugares públicos. Hay una ley física inmutable: los seres humanos no podemos estar en dos lugares al mismo tiempo; es decir, no poseemos el don de la ubicuidad. Tal vez (sin duda) los espíritus poseen dicho don. En el momento en que abandonan el cuerpo se multiplican sus almas, porque el Día de Muertos llegan a muchísimos lugares, diseminados en espacios lejanos. No sabemos cómo llegan, ¿lo hacen en forma gregaria, en montón, o viajan en solitario? Los niños que fallecieron con sus papás en un accidente automovilístico ¿cómo llegan? ¿Regresan tomados de las manos de los papás o llegan solitos? ¿Ya crecieron? No, la lógica indica que los niños se quedan en esa edad por los siglos de los siglos. Los niños y niñas nunca crecen. Imaginá a un personaje relevante, imaginá a Rosario Castellanos. En muchos lugares le dedican altares. En Comitán hacen altares donde su fotografía los preside. Hay altares dedicados a Rosario en bibliotecas, escuelas, en su museo. Tal vez en alguna casa familiar. Pero no sólo en el pueblo, en todo el estado de Chiapas, en todo México y en muchos otros lugares, donde aman la vida y obra de nuestra paisana. El día que los muertos llegan, Rosario ¿llega a todos los altares y prueba algo de la comida que le ofrecen? ¿Lo hace en forma simultánea o conforme una ruta mágica que diseñó? No sé bien a bien cuándo comenzó esta tradición, pero, entiendo, sólo se da en nuestro país y en los hogares católicos. Lourdes acostumbra hacer el altar desde que su papá murió. En una esquina de la sala improvisa una mesa y la adorna con papel de china picado, flores amarillas, veladoras, aguardiente, agua, pan, cigarros, dulces y diversos platillos. Ella asegura que en algún momento del día siente la presencia de su espíritu, se queda parada y ve cómo la cortina de la ventana se mueve, inicia el movimiento en la parte inferior, como si un cuerpo se colara por ahí. En la habitación corre un aire frío, como si una nube de hielo volara por todo el cielo. Ella no se mueve, deja que el prodigio suceda. Después de uno o dos minutos el frío desciende al piso, como si fuera una lluvia que se deshace y el clima anterior vuelve, ella se abraza, para darse calor y para hacer más intenso el momento en que su papá llegó a visitarla. Ella asegura que eso le sucede. ¿Quién se atreve a dudar? Al final del día sabemos que son nuestros muertos lo que regresan, ese posesivo hace que no nos interese la experiencia ajena, sino la propia. Hacemos altares en las casas y en espacios públicos. Lo hacemos porque creemos que los muertos regresan el Día de Muertos, ellos vuelven por nosotros, no por ellos. Tal vez ellos están tranquilos donde están y de pronto, como si fuese una alarma, una campana comienza a sonar. Es la señal. Deben abandonar su tranquilidad para volver a la tierra, porque en la tierra sus deudos esperan su llegada. ¿Hay algunos espíritus que se resisten a volver? Algunos piensan: ¿volver, para qué, si nadie me extraña, nadie me quiso en vida? Piensan: ¿ahora sí me quieren mucho?, ¡que se jodan, no regreso! ¿Habrá algún espíritu que llega a casa en Día de Muertos y, al ver reunidos a todos, esposa, hijos y nietos, le entra algo como una burbuja de nostalgia y desea quedarse con ellos para siempre? ¿Hay una señal para que todos vuelvan al espacio oscuro donde moran? Tal vez los espíritus de todos los muertos ya se fundieron, porque otra ley física indica que la energía no se pierde ¡se transforma! Tal vez todo ya es una amalgama infinita, porque los cuerpos se han hecho polvo. No sabemos cómo vuelven. La mayoría de mortales (hay que decirlo) hacen los altares y se van tranquilos a sus labores, los niños a las escuelas, los papás y mamás a los trabajos o a las reuniones, las chicas con los chicos. Pocos son como Lourdes que el Día de Muertos se queda en su casa todo el día, no prende la radio ni la televisión, apaga su celular, corre las cortinas de la ventana para esperar el momento en que la tela comienza a elevarse y deja pasar el espíritu de su papá. Posdata: tal vez el papá de Lourdes hace una entrada teatral, porque los espíritus pasan toda materia física. ¿Cómo llegan los espíritus? ¿En bola o en forma separada? En este altar del restaurante “El camino secreto” llegarán tres espíritus: el padre Carlos, Doña Lolita Albores y el cantante Joan Sebastian. Si le hubieran dicho al padre no lo habría creído. ¿Platicarán entre ellos? ¿Joan Sebastian se aventará una cancioncita? Seguro que el padre Carlos vuelve a morirse, él que amó la música clásica. Si le hubieran dado a elegir habría elegido a Johan Sebastian Bach. ¡Tzatz Comitán!