miércoles, 4 de octubre de 2023

CARTA A MARIANA, CON INQUIETUDES

Querida Mariana: la Constitución Política Mexicana es preciosa. No me la sé completa, pero es un documento que garantiza nuestra convivencia como sociedad. ¡Ah, si todo mundo la cumpliera! Viviríamos en una sociedad desarrollada. Pero, ya mirás cómo es la vida de torcida. En prepa, el licenciado Roberto Solís Cancino (en paz descanse) me dio clases de algo que se llamó DERECHO POSITIVO. Marco Antonio (con cierta razón) me decía que eso era una incongruencia (los juristas deben tener el conocimiento de que así se llame tal Derecho). Marco Antonio se preguntaba y nos preguntaba, al estilo de Derbez: “¿acaso hay un derecho negativo?”. En las clases del licenciado Solís, sus alumnos aprendimos lo que establece el artículo 5 de nuestra Constitución, que todo ciudadano mexicano puede dedicarse al trabajo que le guste, siempre y cuando sea lícito. Punto. Es un derecho que nos otorga nuestra Carta Magna. A todo mundo le parece correcto tal declaración, mientras la actividad sea lícita uno puede dedicarse a la profesión que le guste. Claro, hay ciertas restricciones; es decir, yo no puedo ser médico, porque no estoy preparado para ello, pero todo aquel profesionista que tenga un título profesional que avale el conocimiento y posea su cédula profesional puede ejercer la profesión. ¿Por qué me enteré que hace años una asociación impidió que fulanita de tal hiciera y vendiera tortillas hechas a mano? No lo sé. ¿A cuenta de qué? A mí, lo sabés, me encanta comer tortillas hechas a mano, casi no le entro a las tortillas hechas con masa procesada, me gusta el sabor del maíz recién cortado, con su poquito de cal; disfruto las tortillas recién salidas del comal, que levantaron pancita; las como con un buen plato de frijoles de la olla, con una salsita verde molcajeteada. Ah, es manjar de príncipes y yo soy un príncipe. Entiendo que hay mucha gente, muchísima, que disfruta las tortillas de las tortillerías. En realidad, a mí me apantallaron estas tortillerías en la Ciudad de México cuando fui de visita siendo niño. En el pueblo, en los años sesenta, todo mundo de Comitán comía tortillas de comal. Cuando estuve en el barrio de Tacubaya, donde estaba la casa de mi abuelita Esperanza, y caminé rumbo al mercado y pasé por una tortillería percibí un aroma inconcebible, que jamás había sentido mi nariz, ¡ah, era el aroma de las tortillas hechas con masa procesada! Era un aroma diferente, mis amigos que jamás habían ido a México nunca tuvieron esa experiencia, me sentí privilegiado. Al regresar a Comitán me sentía poseedor de algo que mis amigos no tenían, pero conforme pasaron los días regresé a la querencia, porque el sabor de aquellas tortillas chilangas no tenía comparación con las nuestras, las del pueblo eran más ricas, más sabrosas, más auténticas. Tal vez fue la primera vez que aprecié lo nuestro, lo auténtico. Ahora, a mis sesenta y seis años de edad, aprecio mucho la riqueza de nuestras tortillas hechas a mano. En Oaxaca me topé con locales pequeños, donde mujeres se dedicaban a hacer tortillas a mano y mucha gente llegaba a comprar, lo mismo presencié en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, un día que me quedé a la hora de la comida en aquella ciudad compré unas tortillas hechas a mano, dos aguacates y un pomito de chile piquín, fui al parque donde está una estatua de Bartolomé de Las Casas media descascarada, me senté en un banco y comí una de las comidas más deliciosas de mi vida. ¿Por qué en Comitán no le dejaron a una familia dedicarse a hacer tortillas de mano y venderlas, en su casa? Uf. Qué complicada la vida. Particulares le negaron su derecho constitucional a dedicarse a un negocio lícito. La autoridad debió protegerlos, pero ya sabemos cómo es la vida. No lo digo yo, mucha gente en el país sabe que muchos artículos de la Constitución no se respetan por parte de la misma autoridad. Qué pena. Posdata: estudié Derecho Positivo en la prepa. Pienso lo mismo que Marco Antonio: ¿por qué se llamó así la cátedra? Se supone que el Derecho, por definición, siempre será positivo. Ya, ya, sé que tu amigo Agustín brincaría de inmediato para dar toda una sesuda explicación acerca del término, pero así, a distancia, parecería una incongruencia o cuando menos un pleonasmo. Tal vez por esto recuerdo que en la prepa obtuve un seis en la materia, pasé de panzazo. ¡Tzatz Comitán!