Los cielos de Oaxaca son muy similares a los cielos de Comitán. El paisaje de Comitán sí es muy diferente al de Oaxaca. En la tierra del mezcal abundan los cactus y los panoramas desolados, Comitán, por el contrario, tiene más verdes.
Dicen que en una ocasión a Rufino Tamayo -el gran pintor oaxaqueño, alabado por el color de sus pinturas- le preguntaron de dónde tomaba ese colorido de sus cuadros y Tamayo dijo que de los mercados oaxaqueños y de las calles de la ciudad, ya que el color de las fachadas de las casas se reflejaba en las calles. La figura es bella, pero es mítica, no es real, aunque tal vez Tamayo lograba ver precisamente eso: ¡las calles de Oaxaca como un espejo, como un río infinito de colores! La mirada de los artistas es especial.
Pero, ¿sólo los seres predestinados pueden llegar a ser grandes artistas?
Yo no lo creo.
Algunos creadores son genios y desde pequeños demuestran su virtuosismo, otros (la mayoría de estos tiempos) logran hacer una obra digna a través de la disciplina y del trabajo. Oaxaca es ejemplo de esto.
Comitán, como cualquier pueblo del mundo, debería imitar lo que ha hecho Oaxaca en el campo artístico.
¿Por qué menciono Comitán? Por dos razones simples: la primera, porque me importa que el pueblo en donde nací tenga mejores perspectivas de desarrollo, y segunda, porque Comitán es un pueblo con una sensibilidad especial para el arte.
(Continuará)