viernes, 18 de enero de 2008

Una línea detenida entre el tiempo y la imagen


Don Polo Torres y doña Elvita Cristiani
(Del archivo fotográfico de Beto Torres)

Todos los hombres son únicos, pero hay unos que son más “únicos” que otros. El hombre que siembra el campo es un hombre singular, pero el hombre que hurga en los esquineros del tiempo y de la imagen ¡es aún más singular!

Don Polo Torres es de estos últimos hombres. Son hombres que tienen la mirada puesta en el universo más que en un simple planeta solar.

No sé si en la ”Joyería Tocris” (simbiosis inédita de los apellidos Torres y Cristiani) continúen vendiendo relojes y cámaras fotográficas. Cuando conocí a don Polo (lejanos años setentas) los mostradores del local estaban llenos de esos chunches maravillosos. Mi papá me compró en su negociación la primera cámara fotográfica que tuve.

No todos los hombres tienen el privilegio de ejercer un oficio que está más cerca del misterio que de lo cotidiano. Respeto al hombre que vende cebollas y tomates en el mercado, pero no es un oficio en donde la creación esté presente. Don Polo tenía que ver con engranes que servían para medir el tiempo (¡qué maravilla!) y con rollos de película que, si no se velaban, detenían el tiempo. ¿Lo ven? Don Polo, en su río izquierdo le daba cuerda al tiempo, y en su río derecho detenía el tiempo y lo eternizaba en una postal.

Por eso don Polo fue un mago. Vivir tantos años enredado en esa mezcla de tiempo e imagen lo convirtió en una especie de Merlín.

De niño pocas cosas me impactaron tanto como la vez que don Polo nos tomó una fotografía con la cámara Polaroid y minutos después desplegó la fotografía a todo color ante nuestra vista. Esa tarde lo perseguí pensando que el acto que había realizado era magia y que, en algún lugar oculto, tenía escondido un cuarto oscuro minúsculo. Los demás magos que yo había conocido sacaban conejos de la chistera ¡sólo don Polo obtenía imágenes instantáneas a todo color!