En el mes de noviembre del año pasado anduve por Oaxaca. Apenas estuve unas horas pero pude darme cuenta del auge de su proyecto artístico. Me topé con muchos turistas visitando galerías y comprando arte oaxaqueño. Asimismo visité el IAGO (Instituto de Artes Gráficas), espacio singular creado por el artista Francisco Toledo. Antes de tomar el camión para regresar a Puebla entré al Taller Rufino Tamayo. Veinte o veinticinco muchachos tomaban la clase de dibujo al natural. Los aprendices hacían apuntes de un modelo que estaba en el centro del círculo. Imaginé que esto es algo similar a lo que hacen los clubes de fútbol: tienen sus escuelas de donde saldrán las estrellas del futuro. ¿Cuántas escuelas de fútbol existen en Comitán? ¿Contratan a jugadores de renombre para que lleguen a dar clínicas? ¿Cuántos talleres artísticos existen en Comitán? ¿Invitan a artistas famosos para dar pláticas de orientación?
Con frecuencia escucho a mis afectos comitecos quejarse que Comitán ya está invadido por la delincuencia y la droga. ¿Hacen algo para contrarrestar esos efectos? La lucha contra el narco es difícil. Ni siquiera el gobierno logra controlarlos. El único camino para evitar que los jóvenes caigan en ese abismo es el camino del arte y de la educación. Por cada planta de mariguana que siembre el narcotráfico, la sociedad debe sembrar un árbol inmenso de arte y de deporte.
Los inversionistas deben darse cuenta que la siembra del arte redundará de manera decisiva en sus negocios. Oaxaca es muestra de ello.
En Comitán no tenemos un Toledo, por ejemplo, pero sí tenemos mucha gente de bien que tiene recursos para poder alentar un proyecto que dé luz.
