viernes, 22 de febrero de 2008

La llave dorada

Ayer escribí un texto que titulé: días con cara de Selecciones del Readers Digest.
Hoy, muy temprano, entré a la página para escribir mi apunte diario y hallé un correo muy afectuoso.
Ana Isabel García Díaz escribió. A Ana la conocí en el Colegio Mariano N. Ruiz, allá en Comitán, ella fue mi alumna. Juntos (al lado de muchos destacados alumnos más) publicamos una gaceta que se llamó "Aleteos". Recuerdo con emoción los textos que ella escribía, que eran como barquitos de papel.
El otro día anduve haciendo cuentas y vi que llevo más de veinticinco años en la práctica del periodismo. He publicado en los diarios más modestos y en los más importantes de Chiapas (incluso en algunas páginas electrónicas de circulación nacional, como Reforma.com y Milenio.com) "Aleteos" era una gaceta que circulaba únicamente en el interior del Colegio. Era menos que una brizna y sin embargo, muchos de los alumnos de aquel entonces lo recuerdan con gran afecto. Igual que los muchachos creo que "Aleteos" fue algo muy importante a pesar de su humilde manufactura. Esto me demuestra que en el mundo no hay intento mínimo. Todo árbol que se siembra puede generar buena sombra.
Hoy quisiera decirle a Ana que su mensaje afectuoso sólo me demuestra que el tiempo abona. Un día sembramos una semilita y hoy ese árbol prodiga sombra.
Hoy quisiera decirle a Ana que el Colegio Mariano N. Ruiz ya no sólo es secundaria, sino también bachillerato y, Dios mediante, en agosto de este año será un plantel universitario.
Hoy quisiera decirle a Ana que en este momento me preparo para volver al Colegio. Ojalá que mi presencia en la Universidad del Colegio sea para sembrar árboles que, algún día, den sombra luminosa.
Hoy quisiera decirle a Ana que su mensaje me confirmó que hay llaves doradas que no abren nada, que no sirven para ningún fin práctico, pero que son necesarias como recordatorio de que el aprecio es sustancia que no está adentro de ningún baúl.
El viento es una nube que se enreda en las ramas. ¡Benditos columpios del espíritu!