sábado, 2 de febrero de 2008

Los puentes largos

Era un pueblo acostumbrado a todo.
Una vez le dijeron que existirían dos horarios: uno de verano y otro de invierno. ¡Se acostumbró! Meses después le dijeron que habría puentes largos programados. ¡Se acostumbró!
El cambio de horario llegaba y el pueblo retrasaba o adelantaba el reloj; el puente largo programado llegaba y el pueblo salía con sus maletas e iba de vacaciones.
Era un pueblo de costumbres.
Acostumbraba celebrar todas las fiestas populares; era un pueblo acostumbrado a defender sus tradiciones: el día de la Candelaria, el de la madre, el del abuelo, el del compadre, el del niño, el del maestro y cien celebraciones más.
Desde siempre acostumbró celebrar a la Virgen de Guadalupe con tumultuarias y prolongadas peregrinaciones.
La gente del pueblo vecino no se explicaba cómo el pueblo de costumbres lograba sobrevivir. ¿A qué hora trabajaba?
Era un pueblo acostumbrado a todo.
¡Era!