lunes, 18 de febrero de 2008

Sembrar (uno)

A propósito del exhorto del presidente Calderón acerca de alentar en los niños el amor al arte, es necesario insistir en que no se logrará desde la escuela primaria. Los maestros que aprecian el arte conforman una minoría. Basta verlos de cerca, o de lejos, o de perfil, o de tres cuartos, para inferir sus gustos. Tal vez no tienen la culpa, porque ellos mismos, de niños, no recibieron el adecuado empujoncito para ingresar en ese mundo fantástico.
Quienes, desde la esfera pública, se dedican a lo que llaman "cultura", son los responsables de sembrar luz.
Esta tarea es la que debe encarar de manera directa la nueva Directora de la Casa de la Cultura, de Comitán.
Por desgracia, todos los intentos que se han realizado desde esa casa, intentos nobles por otra parte, no han tenido el sustento fundamental de formar públicos, de injertar el gusto por el arte.
En algún texto escrito hace ya varios años resalté la brillante labor que realizó Patricia Díaz, licenciada en algo que tiene que ver con la ocupación del tiempo libre. Pues resulta que la tal Paty posee la magia y el talento para fascinar a los niños. Junto al Director se dio a la tarea de organizar un curso de verano que fue ¡exitoso! Por primera vez la Casa de la Cultura de Comitán tuvo una afluencia de cientos de niños que asistían con gran gusto cada mañaña. Por desgracia no sé qué pasó y dicha actividad no tuvo secuencia. La Paty se fue a otra parcela, siguió sembrando gajos de luz, pero en otro ámbito.
De la actividad realizada por Paty entresaco dos aspectos que Ivette debe considerar ahora como fundamentales en su trabajo (espero que Ivette tenga la sensibilidad y tenga la sana costumbre de revisar este cuaderno. Sería muy triste que la encargada de tan delicada labor no tenga el hábito de revisar qué se dice en los medios acerca del pueblo): el primer aspecto debe considerar atraer a los niños a la Casa de la Cultura con un proyecto vigoroso, dinámico y eficiente; el segundo aspecto debe considerar que una vez que los niños se acerquen se conviertan en asiduos visitantes.
En la medida que se logre lo anterior, la formación de públicos amantes del arte se irá incrementando en forma exponencial.