sábado, 3 de mayo de 2008

Agua pasa por mi casa

No sé nadar y sin embargo el agua me seduce. Jueves y viernes tuve la bendición de estar cerca de manantiales. El jueves en una quinta muy cerca de esa cascada que se llama "El Chiflón"; ayer viernes, en un rancho donde brota el agua que riega el valle de Uninajab.
Es maravilloso saber que se llama "Ojo de agua" el lugar de donde brota el agua. Porque eso es: ¡un ojo! que nos da luz, que nos otorga vida. El ojo de agua es como el ojo del jaguar, como el ojo del venado a medianoche; es el ojo por donde se cuela la luz de la alborada.
El agua que brota del ojo es un agua inmaculada, como si fuese el rosario de la virgen, de aquella que bendijo su vientre por obra y gracia del espíritu santo.
La cercanía de esos manantiales devuelve la "gracia" al hombre, es como si colocara una ramita de albahaca en medio de su corazón. Porque los hombres también somos un manantial y en algún rincón del espíritu tenemos algo como un "ojo de agua", olla donde brota un chupamirto, una rama de laurel, un sueño de jaguar.