Buenas tardes.
Trinitaria está de fiesta, lo veo en el rostro de su gente y en el aroma que se derrama sobre el atrio del templo.
No sé si la celebración es una pausa en la rutina; o si es un truco para alargar el tiempo. Sé que ustedes, habitantes de este pueblo, tienen la respuesta.
El lunes presencié el encuentro de marimbas. Hubo instantes en que el público se emocionó con la interpretación de un grupo y aplaudió, y el aplauso unánime se volvió un aleteo inagotable, como si mil mariposas jugaran en ese espacio debajo de un cielo improvisado.
Trinitaria está de fiesta y me da gusto que la palabra también tenga su espacio.
Porque el espacio de la palabra no es el espacio momentáneo que se erige en la explanada, el espacio de la palabra abarca todos los cielos, todas las eternidades.
Trinitaria está de fiesta y me da gusto que lo celebre a través de este encuentro con la obra de Mario Escobar.
¿Por qué digo esto? Porque la palabra de Mario es una palabra sencilla, es una palabra semilla.
Conozco el trabajo de Mario desde hace muchos años, tal vez más de diez, más de doce. Hace muchos años Mario y yo coincidimos en un taller de creación. Desde entonces he sido testigo de dos virtudes de Mario como creador. Una de estas virtudes es el talento innato, la otra virtud es una virtud aún más ponderable: es la paciencia del artesano.
Mario es un constructor delicado, realiza su oficio como si el acto de crear fuera una celebración. Mario posee el secreto de la pausa, del tiempo exacto para presentar la obra. Mario no se precipita en dar al primer reclamo. Mario sabe que sólo puede aliviarse la sed del sediento cuando el agua del mar ya no tiene sal, cuando ya es un agua inmaculada.
Digo que Trinitaria está de fiesta y lo reitero. De esta feria ustedes se apropiarán de algunos chunches expuestos en las “zacatecas”, pero, sobre todo, se llevarán esencias y bálsamos que sólo son prendas para el espíritu.
Por esto me da mucho gusto participar esta tarde en la presentación del libro: “Los días por venir y otras ficciones”. Porque el libro, de todos los objetos del mundo, es el chunche que más esencias reúne.
En la contratapa de este libro escribí que “Con este libro de cuentos, Mario Escobar se ubica como uno de los importantes escritores de la narrativa actual”. Hoy, ante ustedes, refrendo cada una de mis palabras.
Así como sentimos el aleteo de mil mariposas la noche de las marimbas, así, yo los invito a vivir el aire de este universo que Mario ha construido con palabras sencillas, con palabras semillas.
¿A quién se le ocurrió incluir la presentación de este libro en la feria? Quien haya sido es un espíritu sensible, es alguien que comparte con su pueblo algo como un puño de viento, algo como un espejo de agua rescatado de Montebello.
Trinitaria está de fiesta. Su cielo sabe a marimba, a cohete, a copal y a la rama más tierna del universo: la palabra.
Que la palabra semilla de Mario Escobar dé frutos en el corazón de los lectores de Trinitaria y en el espíritu de los futuros narradores de esta tierra. ¡Que así sea!
¡Salud!