miércoles, 17 de febrero de 2010

INSTRUCCIONES PARA SER ESCRITOR DE ARENILLAS



1.- Ser un snob o, cuando menos, poner la cara. Al día siguiente de la noticia del Premio Nobel de Literatura, escribir una cita del libro más reciente del autor, para dar la impresión de ser un experto.
2.- No quebrarse la cabeza buscando los grandes temas. Al contrario, escribir acerca del colibrí; de la tierra; del lodo; de la vez aquella en que doña Pancha olvidó llenar la bañera y se bañó “en seco”; o de cuando doña Brígida confundió a San Antonio con San Juan Diego y colocó a éste de cabeza (y así sigue).
3.- Ser monotemático. Como si la escritura fuera un simple rompecabezas modelar cientos de piezas para que, al final, aparezca el cuadro que sintetice la vida.
4.- No formar parte de mafias literarias. Desconocer movimientos como La Espiga Amotinada o como El Crack (que suena como a ruptura de hueso).
5.- Tener a la imaginación como Diosa Suprema; venerarla y reverenciarla las veinticuatro horas del día.
6.- Seguir la recomendación de los antiguos: ¡comer de manera frugal! (esto quiere decir que no hay que comer cochito, ni tasajo con pepita, ni llenarse la panza con diez caguamas). Las panzas llenas tienen “el corazón contento”, pero la mente vacía.
7.- Sentirse orgulloso por permanecer inédito y tener la suficiente dignidad para no arrastrarse ante sus “augustas majestades” de Coneculta Chiapas mendigando una limosna editorial.
8.- Comprar en la tienda de doña Mariana un chunche para inflar nubes y no para inflar egos. Las nubes siempre provocan lluvias y, de vez en vez, producen truenos y rayos.
9.- Leer con humildad a los demás compas escritores chiapanecos y reconocer a los escritores talentosos y, asimismo, reconocer a los farsantes para botarlos al basurero.
10.- Jamás ir -todas las tardes- al café de la Casa de la Cultura, en Comitán. Quedarse en casa a escribir. Recordar que la principal misión de un escritor es, precisamente, ¡escribir!
11.- Estar atento a las críticas de los lectores, sin olvidar que uno no es “monedita de oro”.
12.- Si por ahí asoma un afecto que alaba los textos no sentirse agua bendita ni esponjarse como “guajolote”.
13.- Reconocer que Laco Zepeda “escribió” muy buenos cuentos (tiempo pasado).
14.- Reconocer que Efraín Bartolomé “escribió” excelentes poemas y sigue haciéndolo (tiempo presente y futuro).
15.- Leer la poesía de Evo Livo, porque Angélica lo sugiere (lo escribo como me sonó, pero ya busqué en el Internet y el tipo debe ser alguien que se llama Olavo Bilac); y leer más a Fabio Morábito (por sugerencia de Mariana).
16.- Levantarse a las cuatro y media de la madrugada y escribir treinta líneas de lo que sea, sólo como disciplina. Al final del año, reunir todas las líneas y decir que se tiene una “novela inédita”.
17.- Nunca meterse a terrenos ajenos para cortar frutas del árbol del bien y del mal. Siempre cosechar lo que uno siembra, aunque los jitomates no sean los mejores del universo.
18.- Dejar al escritor en casa y caminar por la calle con el traje diario y cotidiano.
19.- Reconocer que, después de todo, las palabras “se las lleva el viento” y el papel periódico sirve para “envolver pescado”, y
20.- Saber que hay textos de agua, de luz, de viento y, también, los terrenales y mínimos textos hechos con arena o con Arenilla que desaparecen en cuanto la ola araña la playa.