sábado, 13 de febrero de 2010
LA BOLSA DEL MANDADO
Mariana dice que la imagen que define mejor su mente es la bolsa. Cuando va al mercado le encanta el instante en que mete algo a la bolsa. Le digo que el símil no es correcto. Nuestra mente es ilimitada, en cambio la bolsa es muy limitadita. Pero ella insiste en pensar que su mente es como la bolsa del mandado.
A la hora que se acuesta a dormir vacía todo lo que "adquirió" durante el día. Agarra su bolsa y la vacía sobre la cama. Mariana dice que le sorprende la cantidad de chunches que levanta en todos lados: en la escuela, en casa de su novio, en el cine, en el parque central, en la biblioteca, en su estudio, en el baño o en cualquier calle.
Las primeras veces no logró comprender cómo su bolsa resistía tanto; pero, poco a poco, se fue acostumbrando. Ahora le resulta natural contemplar la bola de chunches; lo que aún le cuesta trabajo entender es por qué no logra desarrollar la capacidad para evitar que tanta bobera llegue hasta su bolsa.
Disfruta el momento en que, como si separara frijoles buenos de los que tienen gorgojo, escarba entre todos los chunches y elimina los inútiles. Por lo regular, me cuenta, dos minutos después se queda sólo con dos o tres chunches valiosos. Pero (y esto es lo más bello de su día) un segundo después también bota estos chunches, de tal suerte que la cama queda sin algo. La bolsa, vacía, la sacude y la cuelga. Queda lista para pepenar boberas al día siguiente.
No creo que la bolsa de mandado sea el mejor símil para la mente, pero admiro a Mariana porque muy poca gente tiene la capacidad de eliminar todos los chunches que pepenó en el día. Al contrario, la mayoría conserva de más. No sé cómo le hacen para que su bolsa resista tanto. No cabe duda que el universo es infinito y tolerante.