jueves, 4 de febrero de 2010

PURA TURA


La "tura" es como un sufijo en mi vida. Desde siempre he andado enredado en ondas terminadas con tura. Desde la calentura (casi siempre de la buena) hasta la literatura, pasando por la aventura (en menor escala), la escritura, la pintura (en escala mayor), la lectura (noche y día) y la fritura (hace diez años la boté, pero mucho tiempo fue mi aliada).
La tura rima con muchas palabras y es parte de la desventura, así como de la magistratura.
¿Tienen los "sufijos" algo que ver con las vocaciones? Aún cuando en sentido estricto la tura no es tal, pareciera que es un agregado como el ismo. Quienes son estudiosos del fenómeno advierten que el ismo es un sufijo serio y solemne. Siempre tiene que ver con ondas ideológicas y conceptos tan de traje y corbata como machismo, comunismo y feminismo. ¡Dios mío, qué complicado! En cambio la tura es como un viento que juega en las montañas más altas. Claro, por andar metido en las alturas a veces tiene que vérselas con osos grises, con avalanchas de nieve, con águilas y con un sinfin de seres que sólo habitan en lugares de más de mil novecientos metros sobre el nivel del mar.
La bronca está cuando los aficionados a la altura se la creen y en lugar de jugar convierten el lugar en un santuario. La altura, entonces, los marea y los convierte en seres fríos. Por esto vemos que muchos compas que se dedican a la escritura y a la pintura caminan como si fueran guajolotes empavonados, sucede que les dio el mal de la altura.
Por esto yo siempre camino por las orillas de las montañas. Se puede vivir adentro de la literatura, de la pintura, de la escritura y de la aventura sin necesidad de escalar las más altas cumbres. A esta altura se mira bien bonito el techo de los pueblos, las cabezas pelonas y peludas de los demás mortales. Desde esta altura se logra levantar papalotes y se aprecia una vegetación muy diferente a la del trópico que, como víbora, repta por el suelo.
Me gusta andar en el borde porque más arriba la vegetación escasea y siempre, siempre, es bueno estar al lado de una que otra orquídea. Además, acá no hace tanto frío, todavía encuentro algo de "calentura" para adobar mis huesos y mis deseos.