jueves, 11 de marzo de 2010

COMO FUI HIJO ÚNICO


El otro día saludé al Ing. Xavier González Alonso. Él editó el Boletín IMAGINARTE, durante más de siete años. Un boletín que ya es referente para la historia de Comitán. Ese día me tuvo reservada una sorpresa. Sacó una copia fotostática y me la entregó. Era copia de un textillo que le envié en agosto de 2003 y él hizo favor de publicarlo. Paso copia entonces para los lectores fieles de este cuaderno de notas.

COMO FUI HIJO ÚNICO
Como fui hijo único, mis papás no dejaban que me mojara; así que conocí a la lluvia a través de los cristales de una ventana. Tal vez por eso, a veces, confundo a la lluvia con el llanto. Una tarde en que llovía mucho descubrí dos cosas: el primer descubrimiento me contagió de alegría: ¡qué maravilla ver cómo las gotitas jugaban sobre los techos de teja de Comitán!; el segundo descubrimiento me llenó de terror: ¡la bestial fuerza del torrencial abría enormes baches sobfre el asfalto de las calles! Supe, entonces, que en el mundo hay dos clases de hombres: los que brincan, chapotean y bajo la lluvia se vuelven hombres de sal; y los que observan a la lluvia desde una ventana. Yo soy de estos últimos. He visto mil lluvias, mil torrenciales; una vez salí a la lluvia, pero mi piel de desierto se comenzó a deslavar. ¿Qué lluvias provocan los baches en el espíritu? Supe entonces, y lo sabré siempre, que -gracias a lo que me dieron mis padres y Comitán- soy tarde sosegada, soy un hombre ventana que gusta más del sol que de la sal.