viernes, 26 de marzo de 2010
MUJERES QUE FUNCIONAN CON ENERGÍA ELÉCTRICA
A veces divido el mundo en dos. Ayer lo dividí en: mujeres que son como papel mojado, y mujeres que son como un libro electrónico.
La mujer libro electrónico es conocida como la “ibuk” y tiene la ventaja de llevar en su corazón de plasma más de mil libros. Su antepasada del siglo XIX era una mujer llena de polvo con cientos de volúmenes con olor a viejo y a naftalina. Debido a que los hombres comenzaron a ignorarla, en la década de los noventas del siglo pasado, la mamá de la ibuk se volvió una mujer con la “estantería” abierta. Sus amados la gozaron como nunca pues ella estaba siempre dispuesta y cualquiera podía “meter” mano entre sus estantes. Pero, como sucede en la vida, pronto, sus amados la abandonaron porque la mujer videojuego apareció. Pero ella pensó: renovarse o morir en el abandono del amado y ¡ella se renovó!
Los hombres que gozan amar a una mujer envueltos en la flama de una vela no deben acercarse a una ibuk. Esta mujer es para los hombres que están acostumbrados a pasar el dedo sobre la pantalla con la misma facilidad con que lo pasan sobre los labios o sobre el cabello de las muchachas bonitas. Esta mujer es para los amados que disfrutan con el voyerismo, ya que ella está llena de imágenes digitales.
La gran ventaja es que ella tiene todo a la mano. Ya no hay necesidad de bajarse de la cama para ir por una cita bíblica o por un verso de Sabines o de Efraín Bartolomé.
La gran desventaja es que, durante todo el tiempo que dura el acto del amor, esta mujer no apaga su pantalla. Los amados que disfrutan la oscuridad total, los que juegan a ser ciegos y lamen cada tramo de piel como si estuvieran adentro de una gruta ¡no se sienten bien ante la ibuk!
Los lectores inteligentes ya apreciaron que esta mujer se convierte en algo menos que un mueble inútil cuando la luz se va.
Pedro me contó que, recientemente, estuvo con una ibuk, la conoció en uno de esos llamados Antros. La mujer era deslumbrante, como si estuviese llena de efectos especiales. Mi afecto se deslumbró, la sedujo y, por fin, la llevó a su departamento de soltero (bueno, así le llama él, pero en realidad es su departamento de la infidelidad ya que él es casado). Pedro estaba emocionadísimo ya que ella poseía casi todo el conocimiento amoroso del mundo. Cuando a Pedro se le agotó la imaginación, ella buscó en su pecho la posición ochenta y cuatro del kamasutra, la que apareció con “pelos” y señales en la pantalla de su corazón. Pero, ¡oh, qué lástima!, cuando más emocionados estaban dándole al juego del “pad”, ella cerró sus ojitos, bajó las manos, sus tetas se fueron hacia abajo como si fueran mangos marchitos e hincando su barbilla sobre su pecho dijo: “La batería se agotó”. Pedro dice que la dejó en su departamento y regresó a su casa donde su mujer siempre tiene prendida la vela.
A veces divido el mundo en dos. Mañana lo dividiré en: mujeres que son como pizarrones blancos, y mujeres que son como botes de pintura acrílica.