martes, 9 de marzo de 2010

MIL ENTRADAS


El fenómeno del Milenarismo sigue estando presente en nuestra cultura occidental. No son pocos los que esperan un tiempo donde Jesús reine durante mil años.
Hoy, por cuestiones de analogía, recordé lo anterior. Sucede que abrí el blog para subir la colaboración diaria y hallé que corresponde a la entrada número mil. Algo sucede en el corazón del hombre cuando encuentra cifras exactas. No es casual que ahora la república promueva con bombo y platillo el Centenario de la Revolución y el Bicentenario de la Independencia. Así pues, el día de hoy, cuando menos, celebro el primer "milenio". Como si cada entrada hubiese sido un año.
¿Qué se festeja? No sé qué relevancia pueda tener, pero significa que durante mil veces, cuando menos, he estado sentado frente a este chunche, escribiendo. Significa entonces ¡mil instantes!
No creo que exista un lector que haya estado conmigo en esos mil instantes; es decir, que desde el primer día haya leído la entrada inaugural, pero lo que sí me queda claro es que "todos juntos" han hecho que estas mil entradas se multipliquen. ¡Esta es la magia! Me he colocado mil veces frente al espejo, acá en la intimidad de la casa; pero el mundo (nunca tan bien expresado este término) ha visto mi rostro muchas más veces.
Si le hago caso al contador, en este instante indica 32336 visitas. Pero este contador es el segundo. El primero comenzó a llevar el recuento de manera puntual, pero un día desapareció y fue necesario "solicitar" otro. El primero llevaba un registro como de quince mil visitas. Es decir, desde la entrada número uno, hasta la número mil, ha recibido la visita de cincuenta mil compas. Jesús, por ahora, está lejos de cumplir la promesa del milenarismo, pero algo similar debió haber hecho cuando hizo aquél maravilloso acto de multiplicar los panes.
Las mil entradas se han multiplicado, cuando menos, por cincuenta. ¡Esto, entonces, sí es digno de festejo!
Vayan pues cohetes, reja de papel de china, triques, dianas con la marimba del maestro Cheyo, copita de comiteco (de ese bueno, el "perlado")y harto confeti. Va para un pueblo llamado Comitán y va, también, para cada uno de los lectores fieles que algo encuentran en este cuaderno. Gracias al pueblo y a la gente de todo el mundo porque cada vez que me miro al espejo sé que hay otros que también están poniendo sus barbas a remojar. Gracias.
Mientras Dios lo permita ¡acá seguimos!