miércoles, 24 de diciembre de 2014

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA TOMADA ANTES DE LA NOCHEBUENA





La imagen es muy sencilla: la punta de un árbol sin hojas y un ave, un gavilancillo. Los gavilancillos, cuando vuelan se detienen en el aire, aletean y (como helicópteros) permanecen en suspenso en un mismo punto. Es casi casi como si armaran (en forma virtual) un árbol invisible y desde ahí miraran el mundo, tal como en esta fotografía lo hace. El ave mira hacia un punto, siempre hacia abajo. Los pájaros que están en la punta de un árbol jamás ven hacia el horizonte, nunca miran hacia arriba, siempre ven hacia abajo, como si supieran que nadie puede estar por encima de ellos, como si supieran que ellos tienen el mundo a sus pies.
La imagen es casi simple. Está tomada un día antes de la nochebuena. El cielo (los conocedores podrán advertirlo) es el cielo de Tenam, una zona arqueológica cercana a Comitán. Tenam significa “Muro o Defensa”; por esto, el ave que acá se ve es como un vigía, como si estuviese en lo alto de una atalaya y su único cometido fuese proteger esos cielos y esos territorios.
La fotografía fue tomada un día antes de la nochebuena; es decir, un día antes de la celebración y el festejo. Si el lector ve con atención observará que el cielo presagia placidez, es un cielo ajeno a lo que en la Tierra se celebra. El cielo no tiene estrellas ni luces ni cohetes; es un cielo como un manto puro, como una tela sin alardes y sin lentejuelas, un poco como, cuenta la leyenda, fue el manto con el que su madre cubrió el cuerpo del niño Jesús.
Esta fotografía es reveladora del sentido de la natividad: no hay obsequios de oro, incienso y mirra; tampoco hay presencia de reyes magos. La magia no se lleva con la nobleza y viceversa. Al contrario, la nobleza está ausente de todo fasto, es tan sencilla y enorme como este azul del cielo; tan noble como la dignidad de este gavilancillo que observa el mundo desde su privilegiado torreón.
Las ramas están desnudas, como desnudo estuvo el cuerpo del niño que nació la noche del veinticuatro (según la tradición occidental). Esta imagen es como la síntesis perfecta de la reflexión y del acto de contrición. No hay un solo elemento que hable de afanes materiales, todo está como si estuviese colocado en la mano de Dios. Son elementos naturales, como piedras livianas: un cielo, unas ramas y un ave. No más. Sin embargo, si el lector ve con atención observará que ahí, detrás de ese cielo, está el Universo; ahí, detrás de esas ramas secas, está la esperanza del renuevo en primavera; ahí, detrás de esa ave, está la promesa de la vida, de la vida sosegada, de esa vida a que tanto aspiró el poeta.
Es una imagen de un día antes de la nochebuena. Los excesos de la nochebuena y la timidez de la armonía ya son parte de otra historia.
Esta ave es síntesis de la nube llamada Tenam, que significa muro, defensa.