miércoles, 26 de diciembre de 2018

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA




Un ventanal, una mesa con libros, un micrófono que nunca se usó, el brazo de una silla de plástico y el conferenciante: Roberto Culebro Jiménez.
El micrófono no se usó porque el espacio de la librería Lalilu es íntimo, muy cercano; Roberto consideró que su voz podía escucharse sin dificultad y así fue.
Si los lectores ven con atención advertirán que la fotografía fue tomada instantes previos a la charla. Es el instante preciso de un instante antes. Roberto (comiteco, con estudios de maestría en literatura mexicana) platicó acerca de la obra de Sergio Pitol, escritor mexicano que falleció en abril de 2018.
Hace años, el escritor chiapaneco Jesús Morales Bermúdez impartió un taller de ensayo en la Casa Museo Dr. Belisario Domínguez. Roberto Culebro asistió a ese taller. Al término, Jesús Morales opinó que Roberto era un joven muy talentoso.
La noche en que Roberto compartió su conocimiento (la del viernes 21 de diciembre de 2018) no hizo más que reafirmar la opinión de Jesús (de Jesús Morales): Es un joven muy talentoso.
Esa noche, Roberto platicó el tema con gran conocimiento y con una gran calidez. Sin poses, sin tufos soberbios, en su charla, los destellos de la obra de Pitol brotaron como brotan los renuevos en los árboles de durazno o como brota el agua en un nacedero.
¿Qué libros había sobre la mesa? Tres libros de Sergio Pitol. El libro que está sobre el atril de acrílico es “El mago de Viena”. Roberto, esa noche, sin ser de Viena, hizo magia con la palabra. Siempre sucede así con lectores inteligentes. Roberto lo es. De la chistera del vacío, el conferenciante fue sacando conejos que, sin ser el de Alicia, la del País de las Maravillas, llevó a la audiencia a los países maravillosos en los que Pitol abrevó y redactó parte de su obra.
Si el lector ve con atención advierte que el ventanal muestra una cuadrícula de fierro que invita a jugar gato o a llenar los cuadros con letras a manera de palabragramas. No fue casualidad que esa noche, el ventanal fuera una retícula de cinco cuadros horizontales y cinco cuadros verticales; no fue casualidad, porque lo que hizo Roberto esa noche fue colocar las letras que forman el apellido de Sergio en cada uno de los cuadros. Al final de la exposición oral, los asistentes hallaron lleno el ventanal con las letras P, I, T, O y L. Pitol de izquierda a derecha, Pitol de arriba abajo. Al término de la charla, todo mundo supo que el juego había sido completado, había sido un éxito, había sido un lujo para Comitán. Porque, seamos honestos, no siempre el pueblo tiene el privilegio de contar con la presencia de sus mejores hijos, que llegan en vacaciones dispuestos a disfrutar de su familia y de Comitán, pero que, además, comparten su conocimiento, para que el árbol de Comitán también presuma sus renuevos.
Y Roberto charló por más de treinta minutos sin necesidad de emplear el micrófono, porque cuando está uno en una reunión de amigos nadie usa micrófonos, bueno, a menos que sea hora del karaoke, hora de beber la cerveza; pero, esa noche, todos los asistentes no bebieron cerveza, bebieron la palabra, sin vaso, así nomás, como se bebe el aire, ¡la vida!
Y Roberto contó que Pitol tuvo tres influencias: Reyes, Vasconcelos y Gabriel Vargas (autor de la Familia Burrón); contó que Pitol comentaba que su humorismo no provenía de los grandes autores literarios ingleses, por ejemplo, sino de la modesta, pero enorme, riqueza cultura popular de don Regino y de doña Borola Tacuche; Roberto contó que la generación de Pitol ya no sólo recibió influencia de la literatura, sino también del cine, de la televisión y de las revistas de monitos (el actual cómic).
La plática fluyó como vuelo de gaviota, como canica desplazándose de proa a popa en barco trasatlántico. Los asistentes fueron de la Rusia de todos los zares a Xalapa, pasando por la sublime Pitolfrontera polaca.
Fue una noche de lujo para Comitán. No todos los días, el pueblo recibe a sus mejores hijos y recibe lo mejor de ellos. Roberto, ya lo dijo Jesús Morales una tarde de hace varios años, es un joven talentoso.
¿Qué se necesita para tener una conferencia llena de guiños inteligentes? Basta un ventanal palabragrama, una mesa sostén de libros, una silla de plástico, tres libros de Pitol, la sala de la librería Lalilu, un micrófono que no se usa y un conferenciante dispuesto a compartir luz.