lunes, 7 de octubre de 2024

CARTA A MARIANA, CON BOTANAS Y LA PALABRA COTZ

Querida Mariana: el otro día tuve dos gratos instantes. Un instante prodigioso fue conocer al papá y a la mamá de los propietarios del restaurante Mahi Mahi; el otro instante maravilloso fue toparme con este letrero luminoso en el restaurante 340 Jardín Botanero. Como siempre en la vida, los dos momentos se unieron. Primero fue porque ambos instantes se dieron en dos maravillosos restaurantes: el Mahi Mahi y el 340 Jardín Botanero, lugares donde se come riquísimo, con el agregado que tienen espacios al aire libre, geniales. ¿Cuál fue el segundo puente que se dio en estos hallazgos? La palabra cotz. Don José Luis Cortés Rodas, quien vivió en el pueblo y ahora radica en Tuxtla Gutiérrez es originario de la zona de Simojovel y en la plática asomaron diversos modismos de Comitán y de su lugar de nacimiento. Cuando asomó la palabra cotz (a mí me había asomado antes en el 340 Jardín Botanero) dijo que en su tierra la usan como sinónimo de coscorrón; es decir, cuando alguien le atiza un “coco” en el coco, con la mano empuñada y el índice sobresaliendo, dice: ¡cotz! Ya quedamos que, parece, nadie me lo ha comprobado al ciento por ciento, la palabra cotz proviene del tzotzil y no del tojolabal como sostienen muchas personas. Don José Luis me dijo que en su tierra muchas personas hablan tzotzil. Diré una bobera, sin sustento científico (¡pucha!), pero cuando Don José Luis me contó lo anterior, pensé: ¡ahí está la explicación! En Comitán usamos el término cotz como sinónimo de acto sexual. ¡Claro! Los chicos les dan un “coco” a las chicas cuando hacen el acto, les dan “coshquetes”. Es una bobera, pero mientras no exista una explicación racional sobre el uso de la palabra como acto sexual, me quedaré con esta versión que acabo de aventarme. Sí, tenés razón, es una chaqueta mental, un mero juego. La vida me sorprende, me da elementos en apariencia desunidos, pero que tienen alguna cuerda que sirve para disfrutar los instantes. Estuve en dos maravillosos restaurantes de mi pueblo y hallé puntos de coincidencia, en ambos se disfruta la convivencia con amigos y afectos; los dos tienen amplios espacios donde el espíritu se regocija, nada de paredes cerradas. Ah, el cielo comiteco acompaña los platillos y las bebidas y esto resulta halagador. Lo sabés, odio los lugares cerrados; me encantan los lugares a cielo abierto, donde mi mirada vuela como bumerang y regresa fortalecida, alegre, como mariposa arrecha. En mi juventud, con la palomilla, iba al Camechín (lugar cerradísimo, ¡uf!), al original Tono Gallos (nos sentábamos en el patio de la casa de Don Tono, en el mismo lugar donde el fin de semana había peleas de gallos. ¿Mirás? ¡Un desagradable símbolo!), y en la mítica cantina La Jungla. Tal vez mis mejores recuerdos están en este restaurante, porque había árboles, los muretes eran de madera, pero a la altura de un metro, lo que permitía que la vista volara tantito. En todos los lugares que he mencionado, eso sí, se comía riquísimo, en todos servían botanas excelentes. No es casual el lugar de privilegio que tiene Tono Gallos en el imaginario colectivo, pero La Jungla tenía el ingrediente de la naturaleza, de los cielos, del verde de los árboles, del aire puro. En la actualidad tengo restaurantes preferidos: el 1813, Tío Javi, el 340 Jardín Botanero, el Mahi Mahi y Portobello. Este último es un espacio cerrado, pero está lleno de plantas y tiene doble altura, con mezanine, lo que lo hace muy agradable, además de que, igual que en los mencionados, se come riquísimo con una atención maravillosa. Fuimos al 340 Jardín Botanero con Paty Cajcam, fuimos a saludar a la licenciada Adriana y me topé con este símbolo de identidad. Hemos dicho que estos conceptos nos dan identidad. El grito de ¡cotz! es uno de los más emblemáticos. Ahora sé que también en Simojovel lo emplean, pero no le dan la misma connotación que nosotros, nosotros somos más pícaros. En Simojovel lo dicen cuando dan un zape, un coshquete; nosotros cuando hacemos travesuras de cama. ¡Cotz! Posdata: casi puedo decir que nosotros pepenamos la palabra de allá, de Simojovel, de aquella zona donde el tzotzil es cosa de todos los días. La voz no es tojolabal, me han explicado, es tzotzil. ¡Va cotz! Antes se escribía la palabra cotz en las paredes, hoy tenemos letreros luminosos. ¿Querés una tu foto del recuerdo de un cotz siglo XXI? Andá a tomártela en el 340 Jardín Botanero y de paso disfrutás una buena botana con bebida refrescante. ¡Tzatz Comitán! (el tzatz sí es voz tojolabal, significa ¡fuerza!)