lunes, 28 de octubre de 2024

CARTA A MARIANA, CON DOBLETE DEL GRAN ANTÚN

Querida Mariana: el artista plástico Antún Kojtom Lam estuvo en Comitán. Dos actividades marcaron su presencia: la primera fue la inauguración de su obra más reciente, con el título “Rostros”, celebrada en el Museo Hermila Domínguez de Castellanos, el viernes 25 de octubre 2024; y luego, el día sábado estuvo en el Centro Cultural Rosario Castellanos para la presentación del catálogo “Pinceles de fuego ancestral. Sbonobil Sk’ak Mam Me’chunil”. En la portada del catálogo, editado por Coneculta Chiapas, se lee que Antún fue merecedor de la Medalla Rosario Castellanos, en el 2022. Así que su presencia volvió a estar unida a la cinta luminosa de la gran escritora. El poeta Arbey Rivera dice que “En el corazón de Antún Kojtom está el fuego que crepita desde niño en su memoria, se expande desde la cocina de la casa de su abuela en Chixaltontick, Tenejapa, hasta su estudio en San Cristóbal de Las Casas, y en cualquier latitud del mundo, donde él tenga un lienzo en sus manos o un muro frente a su mirada”. Arbey tiene razón, Antún contó que está en el proceso creativo desde la edad de dieciocho años. Él nació en un pueblo donde no había libros, sus libros, dice “eran las memorias ancestrales”, de ahí pepenó lo que ahora plasma en sus cuadros. Él asegura que los artistas mayas contemporáneos buscan las esencias en las voces ancestrales. Antún es sabio, es un hombre sencillo que tiene apersogada la rica tradición de sus mayores y la traslada, con la cinta de lo contemporáneo, a este tiempo. Cuando tenía dieciocho años viajó a Puerto Vallarta y ahí conoció otro entorno: el mar lo rodeó. Comenzó a laborar en un taller donde había lienzos y pinturas, un día se atrevió a hacer una pintura en una pequeña tela y ahí suscribió su destino. Se apasionó de la pintura de tal forma que los amigos del taller le pusieron como sobrenombre el de “El rápido del Sur”. El apodo le estuvo bien aplicado, porque él es como un rápido en un río que fluye, que provoca turbulencias de mil colores. Se ha dedicado en cuerpo y alma a la práctica de su oficio, de su arte. No hay día de Dios que no pinte. En su taller de San Cristóbal de Las Casas trabaja todos los días. Es un verdadero profesional. Su constancia, su mirada sencilla y luminosa, le ha permitido que hoy sea considerado uno de los grandes artistas plásticos de Chiapas. Se siente orgulloso de sus raíces, del conocimiento Maya. Como te conté el otro día, él tiene el conocimiento del tiempo maya, sabe que cuando un ser humano cumple cincuenta y dos años de edad, se abre el portal que cierra la primera etapa y da paso a la siguiente etapa, la del florecimiento, la de la sabiduría. Antún ya recorre ese camino y lo comparte con generosidad. Vino a Comitán, en octubre de 2024, a participar en el Festival que honra a nuestra escritora, su presencia contribuyó a dar lustre, porque hay personas que hablan de que dicho festival no tiene la dignidad de antes. El maestro Iván Ibáñez insiste en que debería ser un festival donde hubiese presencia de grandes escritores de Chiapas, de todo México, de Latinoamérica y de otros continentes. Antún vino a darle altura a este festival medianón, vino a compartir su conocimiento, las piedras de jade que comienza a levantar en esta segunda etapa de su vida, abrió sus manos, su corazón, y nos compartió la abundancia de la naturaleza, lo que nos da vida, nos dijo, con palabras sencillas y con imágenes transparentes, que todo elemento que nos rodea tiene chulel (alma). Posdata: Antún fue campesino, sigue sembrando, sigue cosechando, abre sus manos, las muestra con el aroma de la tierra; él viene de la tierra, ahora vuela, sus alas están hechas con la esencia del color. Vino a Comitán y como si fuese un gran beisbolista se aventó un doblete: presentó su obra más reciente y nos obsequió el catálogo de su obra que Coneculta imprimió. ¡Tzatz Comitán!