miércoles, 30 de octubre de 2024
CARTA A MARIANA, CON UN MARAVILLOSO OBSEQUIO
Querida Mariana: abrí el WhatsApp y hallé esta felicitación. Ah, me sentí chento, iluminado. La felicitación me llegó desde el estado de México. ¿Sabés quién me la envió? Quise proponerte que jugáramos, que contabas con tres oportunidades para descubrir el nombre de la remitente, digo la, porque es una mujer la hermosa persona que me la envió, pero, luego pensé que nos íbamos a pasar todo el día, vos diciendo nombres y yo diciendo frío, frío.
Como sé que tenés mucho trabajo, dejo el juego y te comparto mi alegría junto con el nombre de la persona que me envió, con cariño, esta felicitación.
¿Sabés quién fue? ¡Mi hermana! Mi pichita hermosa siempre está pendiente de lo que hago en el pueblo, siempre pendiente de lo que ocurre en Comitán, se ha convertido en una experta viajera (en forma virtual), entra a páginas que hablan del pueblo y camina por las calles y plazas de Comitán, casi casi podría decir que es una enamorada de la cultura comiteca, ya debe saber algunos modismos y debe emplearlos.
Cuando le llamo por teléfono, lo hago muy temprano y le pregunto si ya se activó y dejó de estar de huevoncita, ella ríe y dice que sí, que ya se bañó y que está activada. Mi hermana, lo sabés, nació en 1945 en la Ciudad de México, ahora tiene 79 años bien cumplidos, bien vividos. Un día de hace mucho tiempo se casó, tuvo hijos e hijas y ahora tiene varios nietos y nietas. No me dijo, pero sé que una de estas mañanas alguien la ayudó a hacer la etiqueta de felicitación, porque mi hermana no es tan ducha en cuestión de diseño digital, pero su cariño supera todos los escollos y mandó un abrazo virtual a su hermano por el cumpleaños siete de nuestra revista ARENILLA.
¿Cómo no estar feliz? Recibí la felicitación virtual y me sentí contento. Digo, cuando menos, mi hermana recordó nuestro cumpleaños, el galardón dorado está nimbado con un aro de libros que, como palomas, vuelan alrededor.
Ella sabe que mi vida, la vida de la revista, es cercana a la literatura; reconoce que mi vida está hecha de palabras, que soy un hombre de letras, que éstas abonan mis raíces y son ellas las que permiten que enviemos nuestro mensaje a nuestra comunidad.
Siete años se dicen muy fácil, pero ese tiempo significa un largo camino. Nunca nos cansamos, al contrario, toda nuestra chamba la hacemos con mucho cariño, con el mismo cariño que mi hermana Esther Molinari Alcázar me envía sus mensajes cada día, con el mismo cariño con que me envió esta felicitación.
Siempre he dicho que me encanta recibir obsequios relacionados con mi profesión. Si querés hacerme feliz regalame libros o artículos relacionados con el arte. Mi hermana me envió, hace tiempo, un estuche de pinturas acrílicas, con las cuales he pintado mis obras más recientes.
Ahora, en forma virtual me envió su afecto, que es enorme, como enorme la Pirámide de la Luna que queda muy cerca de su casa.
Cuando recibí su abrazo virtual supe que ella reconoce el trabajo que hago, al lado de mi equipo. Lo hacemos por Comitán, por toda la región. Un amigo me dijo que cuando recibe su ejemplar impreso de Arenilla piensa que nosotros regamos gránulos de luz en su alma, que poco a poco hemos ido haciendo una playa luminosa, un territorio amable, inteligente.
Posdata: mi hermana sabe que no tengo más que palabras, es lo que poseo, es mi tesoro, por esto, ahora le mando este bonche para decirle que agradezco profundamente su generoso abrazo. Como ahora dicen los chavos y chavas: ¡me hizo el día! ¡Me hace más humano, más solidario! La felicitación la extiendo a mis compañeros de trabajo, gracias a su talento, a su entrega y a su pasión, hacemos una revista que habla bien del pueblo, que le hace bien al pueblo. Cumplimos siete años y mi hermana lo recordó. Gracias, gracias por siempre.
¡Tzatz Comitán!