domingo, 15 de junio de 2014

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE APARECE UNA PLAYERA VERDE




Pudo ocurrir en cualquier ciudad, pero ocurrió en ésta. En esta ciudad llena de lajas y de piedras. Ocurrió una mañana cualquiera. La gente caminaba y veía dos playeras sobre el suelo: una blanca (con letras bordadas, en azul) y una verde (la verde que todo mundo lleva puesta). Nadie de los caminantes se preguntó por qué estaban esas dos playeras tiradas en el piso. Nadie se pregunta por qué aparece ropa tirada sobre las banquetas. Puede ocurrir en cualquier ciudad. A veces aparecen prendas tiradas a media calle, pueden ser pantaletas, brasieres, faldas o playeras. ¿Quién sabe qué ocurre en esas calles? Nadie lo pregunta. La gente lleva prisa para ir a cumplir sus tareas. La gente camina apurada, en medio de esas prendas que perdieron su vocación y dejaron de cubrir cuerpos para dedicarse a cubrir la miseria de las calles.
Pero basta detenerse un instante para pensar que esas prendas no son dejadas ahí al mediodía, en plena cúspide de la mañana. No. Estas prendas son abandonadas durante la noche. ¿Quién se despoja del vestido, de los zapatos, de las pantaletas y de los brasieres? ¿Hay algún misterio lleno de moho y de mierda en esas historias? ¿Por qué aparecen pantaletas sucias a mitad de la banqueta? ¿Quién las tira?
¿Quién se quitó la playera blanca? ¿Quién tiró la playera verde? La playera blanca tiene palabras bordadas en azul. Ahí está el nombre de la propietaria, el logotipo de la institución donde estudia. ¿Por qué se la quitó? ¿A qué hora? ¿Iba en un carro y aventó sus prendas: la playera verde y la blanca? ¿Qué hacía adentro del carro? ¿Iba acompañada con su novio?
Pudo ocurrir en cualquier ciudad. Ocurre frecuentemente. Por algún motivo extraño, durante la madrugada, algunos avientan la ropa a mitad de la calle. Cuando la mujer que va a misa abre la puerta encuentra, a mitad de la banqueta, prendas que una noche anterior no estaban. Algo sucede en las noches, en las madrugadas.
Pudo ser que el novio deseaba ver la luz de los pechos de ella y la desnudó y tiró las prendas, pero, ella ¿con qué se cubrió su seno? Tal vez eso fue. Él besó y lamió sus pezones y cuando llegaron a casa de ella, ésta sólo se cubrió el pecho con el suéter azul que llevaba en su bolso. Ella abrió la puerta de su casa, se quitó las zapatillas y entró a su cuarto, con la sensación agradable de ir desnuda, cubierta sólo con el suéter azul que su mamá le tejió cuando cumplió quince años.