lunes, 30 de junio de 2014

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE SE HACE UN CAMINITO




Las hormigas hacen caminitos. Las hormigas son más que los hombres. Los hombres hacen caminos, también, pero los hacen para que transiten los autos. Las hormigas (más sabias) hacen caminos para que transiten ellas. El espectador ve que las hormigas no sólo hacen un camino sino que ellas mismas son el camino. Los niños, en el jardín, se sientan sobre el pasto y ven cómo las hormigas forman un camino. Van una tras otra, en un incesante movimiento. Ningún mortal puede explicar bien a bien el comportamiento de las hormigas. Por esto, los humanos se enojan y, sin razón aparente, juegan a joder a las hormigas, les echan agua hirviendo en sus cavernas, les borran el rastro para que ellas se confundan. Nada logra el ser humano contra las hormigas, porque desde que el mundo es mundo ellas son las dueñas de extensos territorios sin necesidad de un acta notarial.
En la foto se ve una imagen inusual. Las hormigas juegan a hacer un caminito, pero lo hacen adentro de una impresora con escáner. Un día, alguien (una muchacha bonita) subió la tapa de la impresora para escanear un documento, un documento importante, por supuesto, un título universitario. Se sabe que los hombres y mujeres sólo hacen acciones importantes. Si hacen un camino lo hacen para que sus autos se desplacen con gran velocidad. En cambio, las hormigas (seres inferiores) hacen caminos para cargar hojitas verdes. ¡Qué bobera!, dicen los hombres. Los hombres cargan troncos de enormes árboles que talaron en la selva. Las hormigas, qué bobas, sólo cargan hojitas verdes, hojitas secas.
La muchacha bonita, apurada como siempre, colocó el documento sobre el cristal y bajó la tapa. “Le dijo” a la computadora que escaneara el documento, pero el escáner no cumplió la orden. La muchacha se molestó tantito, porque se sabe que las máquinas fueron inventadas para seguir las instrucciones al pie de la letra. La muchacha hizo dos o tres intentos más, pero la máquina se rebeló a ejecutar la acción. Llamó a un amigo y le explicó. El muchacho, con cara de experto de la NASA, subió la tapa y vio lo que acá se ve. “¡Ya viste!”, dijo. La muchacha, entonces, se acercó y, con cara de experta en fuegos de artificio, dijo: “¡Qué onda!”. Y con esta expresión denotó su asombro. El asombro de ver cientos de hormigas (con huevitos incluidos) haciendo caminitos adentro del escáner. ¡Qué onda!
Cualquiera diría que esto es como hallar una cola de ratón adentro de una hamburguesa. ¿Cómo decirles a los fabricantes de esta Epson que su máquina ha sido invadida por cientos de hormigas? ¿Cómo decirles que cientos de hormigas usan esta casa de plástico como su hogar? El lema de EPSON es “Exceed your vision” y en esta ocasión, en efecto, la visión fue rebasada. Cientos de hormigas convirtieron esta impresora en su hogar, ¡su mundo!
Después de la mueca de asombro, la muchacha bonita dijo que eso era un prodigio y llamó a sus amigos y les enseñó esa maravilla natural. Por el momento, la impresora sigue siendo la casa de cientos de hormigas. La muchacha bonita, todas las mañanas, abre la impresora y confirma cómo la población de hormigas se hace más grande. Los huevitos ya son crías y éstas andan de un lado para otro, debajo del cristal del escáner. Ahora, la pregunta es: ¿qué hacer? Un amigo sugirió emplear una aspiradora (koblenz, por supuesto), pero otra amiga (amiga de los animales) dijo que eso era un absurdo y trató de neofascista al remedo de oso hormiguero.
La impresora no funciona, el escáner no funciona. El objeto perdió su vocación. Cualquiera dirá que es una pena, pero la muchacha bonita (dueña del chunche) ya le encontró el lado bonito a la historia y, siguiendo el lema de Epson, ha excedido su visión y dice que la impresora y el escáner siguen funcionando a la perfección y explica: “estoy “impresionada”, miren”, y saca una hoja tamaño corta donde se ve un corazón lleno de luces como caminos hechos por hormiguitas traviesas y cachondas.