domingo, 1 de junio de 2014

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA PARA ELIMINAR EL DOLOR DE CABEZA




Son dos letreros oxidados. Están trepados, como palomas, sobre la parte alta de un techo de tejas. El letrero de atrás anuncia cigarros; el letrero más “visible” anuncia “Mejoral”. Están en lo alto del techo, en una esquina casi inadvertida. Tal vez, en los años sesenta del siglo pasado era la estrategia publicitaria: colocar letreros en los lugares inadvertidos; tal vez todo era como un juego. Así como ahora los muchachos y muchachas juegan a ver el cielo y hallar forma a las nubes, en aquel tiempo, la gente levantaba la vista y buscaba las aves en los techos llenos de teja de Comitán. Tal vez, por eso, los publicistas encaramaban los anuncios de lámina, de una lámina delgada que bien podía doblarse a la hora que se insertaban debajo de un alero.
Estos dos anuncios olvidaron jugar a lo que jugaron los demás compañeros. Olvidaron camuflarse de palomas y emprender el vuelo. Se quedaron atados por siempre. Por esto ahora si algún despistado eleva la vista los encuentra así, deteriorados, llenos de óxido, con un color de arena deslavada. Habrá que reconocer que, aún dentro de la miseria de su destino, conservan cierto aire de dignidad. Otros ya se hubiesen ahorcado con los cables que están a su alcance.
Cuando estuvieron jóvenes, la gente fumaba “Gratos” y tomaba “Mejoral”. Los “Marlboro” y los “Next” no eran palomas de estos cielos. La gente, sentada en el parque, tomando una “gaseosita verde”, contando los hechos del día pasado, sentados en las bancas de granito del parque central, cantaba aquello de “Mejor mejora Mejoral”. Jingle inventado por uno de los más brillantes poetas de México: Salvador Novo. Los expertos nos enseñan que el slogan es casi perfecto. Lo es porque Novo incorpora una letra a cada palabra y eso es como si le insertara alas para lograr una sonoridad de ola, de viento, de mar: mejor mejor-a mejora-l. ¡Ah, qué maravilla!
Ahora, en pleno siglo de la modernidad, en el año 2014, algún despistado eleva la mirada y se encuentra estas dos láminas, humildes, sencillas, que hablan de otros tiempos en que la vida, de igual manera, era más humilde y más sencilla. De tiempos en que la gente cantaba: “Mejor mejora Mejoral”, y bastaba una pastilla para encandilar a un dolor de cabeza que nunca fue producto de ese albañal que ahora se llama stress.