jueves, 11 de junio de 2015
LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE LOS ÁRBOLES VIEJOS CAMINAN
La imagen no es común: un par de ancianos tomados de la mano. En las zonas indígenas de Chiapas los hombres caminan adelante y las mujeres detrás de sus hombres. Es la costumbre (“el costumbre”). En Comitán también sucede lo mismo. En Comitán, las banquetas son estrechas; por ello, cuando una pareja camina al par, hay un momento en que alguien de los dos debe adelantarse. En las banquetas de Comitán es difícil que quepan dos. Por ello, a veces se ve al hombre caminar delante de la mujer o al contrario. “Es el costumbre”.
La imagen de esta fotografía no es común. No es común que una pareja vaya tomada de la mano. Por lo regular, las parejas caminan de forma individual, apenas acompañándose.
La mayoría de novios sí camina de la mano. Uno sabe cuándo una pareja está en la etapa inicial. Al principio caminan muy juntos, casi sin despegarse. Cuando ya la pareja entra al zaguán del aburrimiento y del hartazgo, las manos se sueltan y cada uno camina de manera individual. Son pareja sólo porque se acompañan, de la misma manera que el nevero se acompaña de su carro; de la misma manera que el pájaro se sostiene en una rama antes de emprender el vuelo.
Acá, los dos viejos son como dos árboles más del paisaje. ¿Ya vieron cómo los árboles del fondo también se acompañan? Los árboles del fondo han crecido así, juntos, sin estorbarse, sin pelear. Han crecido casi casi como hermanos, como amantes. Al principio cada árbol tenía bien delimitado el espacio por donde crecían sus ramas y frondas, pero en el instante en que sus raíces se unieron debajo de la superficie, sus ramas y frondas se tomaron de la mano. Desde ese instante, esos árboles han sido como este par de viejos.
Este par de árboles caminantes han crecido juntos y saben que para continuar el camino deben seguir tomados de la mano. Fue un movimiento natural, acá se aprecia, el viejo tomó la mano de ella y la cubrió, un poco como diciéndole: yo te llevo, yo te guío y ella, sin pleitos feministoides, aceptó la sugerencia y ahí se ve dando el paso, un tanto encorvada porque lleva un peso cargado en el rebozo. El hombre no carga (¿es la costumbre?), él lleva una mano adentro de la bolsa del pantalón, mientras la otra, la que define el mundo, cubre la mano de ella. No es una imagen común, por lo regular, las parejas son como los pájaros que, a las seis de la tarde, vuelan libres por los cielos en busca de una fronda. Por esto, se dice, que hay personas que son como aves y personas que son como árboles. Hay personas que echan raíces y personas que, a cada rato, levantan el vuelo. Las personas que son como aves no deberían echar raíces y las personas que son como árboles no deberían practicar el vuelo.
Este par de viejos, se nota desde el principio, son árboles. Cualquiera diría que son dos más del paisaje. Han caminado juntos, echaron raíces en su relación y caminan juntos el tramo de vida que aún les resta. ¿Cuántos caminos ya recorrieron? ¿Cuántas manos han saludado? Miles, a cada rato (es la costumbre) las personas estiran la mano en señal de saludo. Acá no es un saludo. Acá, el viejo cubrió la mano de la vieja para decir: “caminemos juntos” y, en pareja, ahí donde el sendero es ancho, la vieja dio el paso como si tuviera que aligerar algo.
En las banquetas de Comitán existe un momento en que alguien de los dos debe adelantarse, entonces caminan solos, individuales. Esto es así, porque no van tomados de la mano. Si la pareja va tomada de la mano no importa que el camino sea angosto, siempre habrá un puente que hará ensanchar los senderos, los corazones.