lunes, 20 de julio de 2015

CUANDO ES DIFÍCIL IR DIRECTAMENTE AL GRANO



La librería Lalilu organizó una jornada en homenaje a Roberto Bolaño. Me invitaron a participar. Paso copia del textillo que leí.



Samy me preguntó: “¿Cómo va tu texto acerca de Bolaño?”. Me hice tacuatz, vi el cielo y le dije que esa mañana era una mañana limpia en Comitán. Recordé que Samy me invitó a participar en esta Jornada Bolaño que la Librería Lalilu impulsa.
¿Qué decir acerca de este escritor? Tal vez decir que la primera vez que oí su nombre fue en un texto de Nadia Villafuerte; tal vez decir que, hasta hace poco, nada había leído de él, y, a la fecha, sólo he leído “Los detectives salvajes”, algunos cuentos, y el inicio de “2666”. Decir que no estoy de acuerdo con un crítico que dijo que “Los detectives salvajes” superaba a “Rayuela”. ¿Cómo decirle a ese crítico que la literatura no es una carrera de caballos, donde el 7 gana por una nariz a la yegua de pura sangre marcada con el número 2?
¿Qué decir de Bolaño, Samy? Nada tengo qué decir. Salvo que ahora sé que es de Chile y que su obra, dicen lo que saben, no sólo es de chile, sino de dulce y de manteca.
Pero, igual, apenas hace dos o tres meses me enteré que el famoso grupo musical “Los ángeles negros” es de Chile. Germain de la Fuente, cantante del grupo, es paisano de Bolaño. Debo reconocer entonces que Germain me dice más que Bolaño. ¡Qué pena! ¡Cómo me atrevo a señalar esto en un acto que es en reconocimiento a un escritor muy leído y aclamado! En los años setenta, década en que el grupo musical fue exitoso, tomé licor acompañado por música de “Los ángeles negros”. Íbamos al departamento de Paco Gamboa y él, en un modular que tenía luces azules, programaba la discada. Ponía Frank Pourcel y a la hora que estimaba que ya estaríamos medio bolencones bajaba el disco de Los ángeles negros. Hace apenas pocos meses, la televisión dio a conocer la historia de uno de los integrantes del grupo: vive en la indigencia, en una zona conurbada del Distrito Federal. Quien, en los setenta, gozó de la fama ahora sobrevive de lo que los vecinos le pasan a dejar en una combi en ruinas que le sirve como morada. Ahora pienso que si Bolaño viviera tal vez escribiría un cuento con la vida de este hombre.
Google informa que Bolaño nació en 1953, en el mismo país que, pocos años después, nacen Los ángeles. Cuando Bolaño tiene veinte años, la agrupación musical se presenta en toda Latinoamérica, con gran éxito. Bolaño vive en la Ciudad de México, pero justo, cuando cumple los veinte regresa a Chile y, ¡oh, Dios mío!, justo ese año, los ángeles llegan a instalarse en México. Esto lo digo para preguntarme: ¿Bolaño escuchó alguna canción en la voz de Germain de la Fuente? Hasta el momento, de lo poco que he leído de su obra, jamás me he topado con una mención del grupo. Por esto, tal vez, ahora, como mero pretexto, quise unir a estos dos chilenos.
Bolaño regresa a México en 1974, año en que nosotros también viajamos hacia allá, para estudiar la Universidad. Así pues, no es difícil que alguna mañana, Roberto haya estado en la Librería del Sótano y nosotros (los estudiantes universitarios de ese tiempo), a la hora de tomar un libro de un estante, hayamos chocado con él, y le hubiéramos pedido disculpa. Mientras Bolaño escribía, nosotros, en el departamento de Paco, tomábamos trago y escuchábamos a los Ángeles.
Y ahora insisto: ¿escuchó Bolaño a sus paisanos? Casi quiero decir que sí. Es imposible que no los haya escuchado. En ese tiempo, Los ángeles negros se escuchaban en todas las radios, por ello no es difícil que él, mientras cenaba unos tacos de suadero, en mesas con mantel de plástico, escuchara “Mañana me iré, amor mío, qué triste estaré, te digo…”, así, como fondo musical, como un sonido más enredado en el bullicio de los cláxones y de los enfrenones de los camiones urbanos de ese tiempo. Pero, la pregunta es: ¿los identificaría como sus paisanos? ¿Algo en su mente y en su corazón lo remitirían a su país de origen? Digo que he leído poco de Bolaño, pero parece que hay más México que Chile en su obra. ¿Por qué?
Qué pena, Samy me invitó a escribir un textillo a propósito de Bolaño, y vean con qué salí. Para no hacer evidente lo que acá he narrado y la gente crea que nada digo de él, concluyo diciendo que me gusta la constancia de Bolaño. Sus biógrafos narran que él se levantaba de madrugada y escribía, escribía mucho. Puede ser un mito. Quien bebe trago no se levanta de madrugada, pero, bueno, quiero creer que así era y esto me da mucho gusto, porque yo, siempre he recomendado a mis jóvenes amigos escritores que sean constantes, que escriban siempre, mucho, para que algún día, como a Bolaño, acá en Lalilu les dediquen una semana de homenaje, no a ellos, sino a su obra, una obra que llegue a toda Latinoamérica y que dé cuenta de los grupos musicales que hayan alimentado sus madrugadas cuando fueron jóvenes.
Pues sí, Samy, por esto me hice tacuatz aquella mañana. Me preguntaste: “¿Cómo va tu texto acerca de Bolaño?”. Hablé de la mañana, porque me dio pena decirte que nada tengo por decir acerca de Bolaño, lo he leído poco, apenas “Los detectives Salvajes”, algunos cuentos y el principio de 2666. En cambio, he escuchado mucha música de Los ángeles negros.