miércoles, 23 de septiembre de 2015

LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DE HOMENAJE




La maestra Matilde Mandujano fue homenajeada. Ella murió hace años. Una mañana, en el Colegio Mariano N. Ruiz (escuela donde ella laboró), las autoridades educativas le rindieron un homenaje. Un homenaje modesto pero emotivo. En la entrada de un salón se escribió su nombre y en el interior se colocó una fotografía, sólo para decir que ella sigue presente; sólo para que las nuevas generaciones sepan que el mundo camina no únicamente por la labor actual sino por el trabajo de quienes precedieron la acción.
En todas partes del mundo hay instantes en que los maestros son recordados. En este país (como en algunos otros) se instauró el Día del Maestro. Los alumnos recuerdan con afecto y veneración a algunos de sus maestros y maestras; algunos otros los ignoran y no caen en la cuenta del servicio recibido; y algunos alumnos más tienen un recuerdo ingrato de algunos de ellos. Porque, ya lo dijo la sentencia bíblica: “De todo hay en la viña del señor”, y así como hay alumnos malcriados, también hay maestros jodones y negativos. Ah, pero cuando un alumno se topa con un verdadero maestro, el camino se ilumina y todo en la vida suena al agua limpia que fluye por las venas de la Tierra.
La maestra Maty fue una maestra de fluir transparente. Se “especializó” en el primer grado y enseñó a leer y a escribir a cientos de chiquitíos. ¿Cuántos años dedicó a la docencia? No sé, pero yo tuve la fortuna de ser su compañero de trabajo durante varios años y fui testigo de su labor comprometida. Ella, igual que la madre Sara, despreciaba los días de asueto. Sabía que la constancia es la maestra de la vida. En su casa aceptaba, por las tardes, a los alumnos que andaban un poco rezagados con respecto al avance de los demás compañeros. Lo hacía como una verdadera labor de apostolado; sólo para dar, para hacer que el mundo de la pequeña parcela tuviera mejor cosecha. Además, a mí me sorprendía su capacidad de descansar “haciendo adobes”. Había ratos en que sacaba un comal al patio y hacía caramelos de miel. Ah, qué labor tan difícil, qué pesado dar forma con los dedos a la miel hirviendo. Al final le quedaban unos caramelos casi perfectos en su redondez. Listos para llevarlos a la boca, para endulzar la vida. Tal vez esto sintetizaba la vida de la maestra.
En esta fotografía está el cuadro de honor donde ella aparece; luego está el Arenillero. A continuación Miguel (quien, durante el tiempo en que la maestra Maty laboraba, impartía la clase de Mecanografía. No faltó el alumno abusivo que le decía Maestro Teclas); luego está Lulú (actual directora del nivel preescolar); Roberto (subdirector de los niveles de secundaria y bachillerato); Kena (directora del nivel primaria), Jorge (Director General Emérito de la institución): Geny (impartió clases en nivel secundaria, durante algún tiempo); Lolita (hija de la maestra Maty); Carlos Arturo (nieto que heredó la vocación); Carlos, bisnieto; Juan Roberto (ex alumno de la maestra, en los años setenta); y Verónica (secretaria de la institución, en el nivel secundaria).
El acto de homenaje fue un acto modesto. Hay millones de escuelas en el mundo. ¿Cuántas maestras como la maestra Maty? Por fortuna, también muchas. De igual manera, es una fortuna que el colegio Mariano N. Ruiz reconozca la labor de quienes han dejado lo mejor de sí. Abrir las manos y dar, dar con la convicción de que el Universo llena de luz las palmas para que se iluminen los corazones y las mentes de los chiquitíos. ¿Qué sucede cuando un alumno aprende a leer y a escribir? No es posible advertir el prodigio, pero es como si la semilla hubiese “prendido” para que un árbol comience a nacer. ¿Hasta dónde llega ese árbol? ¿Cuántos nidos aceptará en sus ramas? ¿Cuánto oxígeno proveerá a la humanidad? La maestra Maty fue sembradora de semillas buenas. ¡Ah, qué bendición saber que en el mundo hay millones y millones de maestras que hacen lo mismo! De las maestras jodonas ¡líbranos Señor! ¡Danos más campanas transparentes que suenen como sonaba el espíritu de la maestra Maty!