lunes, 14 de septiembre de 2015
LECTURA DE UNA FOTOGRAFÍA DONDE ESTÁ UNA BANDERA
¿Tres en una? ¿Acaso el propietario de esta azotea quiso representar en cada escudo un correspondencia para cada color de nuestra bandera?
La lectura es sencilla, como sencillos los elementos: un mazo de flores, un atado de cables, el pretil de una azotea, el asta que detiene la bandera con un lazo, y el cielo. De fondo, siempre, el cielo.
Se sabe que el territorio natural de las banderas son los espacios de altura. En esta temporada, los cielos de México se inundan de banderas. Se ha dicho que la bandera pareciera ser propiedad de las autoridades en el resto del año, cuando sólo la izan en escuelas y edificios públicos. En septiembre, la gente común compra una bandera y la coloca en las paredes, ventanas y azoteas de sus casas. La bandera de esta fotografía tiene la característica de tener tres escudos. Mariana dice que el propietario de la casa compró un lienzo propio para pendón y no para bandera. Existe una ley sobre el uso de la bandera, del escudo y del himno nacional, que son nuestros símbolos patrios. Esta ley indica que la bandera mexicana consta de tres franjas colocadas de manera vertical, con los colores verde, blanco y rojo y un escudo al centro. Así que esta bandera tricolor con tres escudos no corresponde al ciento por ciento con las especificaciones legales, pero, en serio ¿quién se fija? Si a esas vamos, la banda presidencial tiene sus alambres chuecos.
El propietario de esta bandera sólo cumple con su pasión mexicana; se equipara un poco al mexicano que en la noche del grito le agrega el ¡cabrones!, al grito protocolario de ¡Viva México!, que es enunciado por la primera autoridad de la patria, del estado o del municipio.
Por supuesto que esta bandera de tres en una no podría tener cabida en otro mes que no fuese septiembre. En septiembre los excesos se apoderan de nuestro nacionalismo y la pasión va más allá de lo permisible.
Mariana dijo que si ese caos de alambres no era algo como una metáfora que envolvía la bandera de nuestra patria en nuestros tiempos. Dije que no, dije que ese caos sólo representa el caos de las ciudades que crecen sin orden y sin aplicar las leyes. Ella (Mariana, no la patria) dijo que entonces sí le daba la razón. Dijo que aún en septiembre (mes de los excesos patrios) esta bandera no podría estar ondeando por estos rincones, porque sólo contribuía a engrandecer el caos. Entonces, Mariana me preguntó (siempre sabe cómo desarmar mis argumentos) ¿qué mensaje se envía a los escolares al colocar una bandera diferente a la que todos los lunes izan en el patio de su escuela? Estaba a punto de responder cuando ella agregó, ya con la sonrisa en su boca: “¿Acá debe uno saludar tres veces? ¿Hacerlo con tres manos? Iba a decir que la bandera era simpática y que era una bandera sencilla colocada en una modesta azotea de un modesto pueblo mexicano; iba a decir que la confusión de la patria no está en las azoteas de las casas de los mexicanos honestos ni en sus intentos de celebración; iba a decir que esta bandera no era una bandera oficial, de esas bordadas en hilo de oro que penden de los edificios gubernamentales, pero ya nada dije, ¿qué podía decir?
La fotografía es sencilla, como sencillos los elementos que contiene, pero las disquisiciones de Mariana la enredaron un tantito, como enredados los cables que pasan frente a ese mazo de flores que, contagiado del mes patrio, se elevan con gallardía con sus verde hoja y rojo flor.
Nada más dije, sólo vi cómo la bandera, sin hacer caso a la reflexión de Mariana, se desplegaba con emoción al ritmo que le imponía el viento, un viento que sube desde la Ciénega y baña esta azotea que, sin pudor, refrenda su gusto de ser mexicana y de gritar: ¡Viva México, cabrones!