viernes, 18 de marzo de 2016

EL MURO DEL SILENCIO




El silencio absoluto ya no existe. En todos lados hay mucho ruido, mucha interferencia. Imagino a un alpinista, en la cima del Everest, tratando de escuchar el silencio, alejado de todo el rebumbio que abajo se da. Puede ser un mal chiste, pero, tal vez, a la hora que está más absorto, tratando de tocar el pétalo del silencio, un avión pasa a un lado y avienta su chorro de smog chachalaquero.
¿En dónde está el silencio más puro? Seguro que no está en la superficie de la tierra. Como no sé nadar no sé qué sucede en el interior del agua. ¿Qué escucha el nadador cuando bucea en Chukumaltic? Sin duda que el agua provoca un sonido a la hora que fricciona con el cuerpo. ¿Acaso el astronauta a la hora que sale de su nave para arreglar un desperfecto logra estar en mayor contacto con el silencio? O, al contrario, ¿escucha con mayor intensidad el sonido que hace el arpa del universo?
El otro día, Juan Carlos dijo que la bulla de su casa es infinita: escucha el paso de los autos en las calles, los ladridos de los perros, el rasposo sonido del camión que reparte el gas, el ritmo de diástole y sístole del tubo que gotea, el ronroneo del gato, el lamento del aire a la hora que choca contra el cristal de la ventana.
De niño yo pensaba que en la noche, diez u once, a la hora que Comitán dejaba de trabajar para ir a dormir, el silencio se hacía presente. Era un niño inocente, ahora sé (me lo ha contado Sebastián, mi amigo taxista), en las noches es cuando más ruido hay: ruido de putas, de vendedores de tachas, de puñales que entran en carnes, de pasos delincuentes sobre los techos de las casas. Pero pronto, a pesar de que era un niño, descubrí que eso no era cierto. En la noche aparecía otra clase de ruidos que se intensificaban, precisamente porque los ruidos de la mañana ya estaban durmiendo. Cuando estaba en mi cama escuchaba con precisión el sonido del ratón royendo algo adentro del clóset, escuchaba el paseo de las cucarachas encima de la mesa de noche. En ocasiones, prendía la lámpara del buró, porque escuchaba un ruido que provenía del radio, como si éste estirara sus bulbos, así como el gato estira sus patas.
Ahora, de noche, sigo oyendo sonidos extraños. De niño era infrecuente escuchar la sirena de una ambulancia, ahora se da de manera constante. Escucho, como si fuera una manifestación, el instante en que el calentador, colocado en automático, prende de nuevo la llama explosiva. Antes no me daba cuenta del ruido que hace el refrigerador que, como corazón de corredor, se acelera sin descanso.
No hay un solo lugar en que el silencio absoluto tenga cabida. Los seres humanos hemos llenado de ruidos extraños a la Tierra, al universo. ¿Quién no ha despertado por el sonido del reloj que es como un corazón adolescente?
¿Qué escucha el espeleólogo en el interior de una cueva? La Tierra respira. En su interior hay un magma que está en ebullición, como olla de presión. Nunca, tampoco, he estado en el interior de una cueva. No he estado porque, así como no sé nadar, no sé caminar en la oscuridad absoluta. Como tampoco sé volar debo permanecer en la superficie. A veces camino de puntillas, para no hacer mucho ruido, pero, de todos modos, algo como el sonido de un gusano, aparece cada vez que camino.
Ahora que escribo, escucho el paso de un coche en la calle, el sonido que hace la lavadora porque Paty puso ropa a lavar. Este sonido se eleva por encima de todos los demás, incluso del sonido que aparece cada vez que escribo sobre el teclado; cada vez que mis dedos (en forma rápida) aprietan las teclas asoma un sonido que altera la capa de silencio que, en forma ilusoria, parece cubrirnos los domingos.
El silencio absoluto no existe. No podemos imaginar cómo era el universo antes del Big Bang; tampoco podemos imaginar cómo es la muerte. ¿Ahí está esa mano que cubre todo ruido?
Parece que la vida exige llevar ruidos en la mochila; soñar con el cristal translúcido del silencio. ¿Y si el silencio absoluto es Dios? San Pablo (me gusta recordarlo a cada rato) decía que Dios mora en una luz que es imposible de alcanzar. ¿Dios es el silencio absoluto? ¿El silencio absoluto es esa luz imposible de alcanzar?