sábado, 4 de junio de 2016
CARTA A MARIANA, DONDE SE CUENTA CÓMO EL MAR SE MUEVE
Querida Mariana: un viejo político decía que “Quien se mueve no sale en la foto”; es decir, todo mundo debía disciplinarse ante la autoridad mayor. Ahora, dicen los avezados en temas políticos: “Quien no se mueve no sale en la foto”, y por esto medio mundo está en pre precampaña, aunque con ello le falte el respeto al jefe.
Digo esto, no porque vaya a escribir sobre temas políticos. ¡No!, sólo lo hago para diferenciar los comportamientos de los tiempos actuales con respecto a las actitudes de tiempos pasados. Antes, los políticos se disciplinaban a los dictados del Poder Ejecutivo; ahora, sin aviso previo, muchos se rebelan. Para ejemplo está ese político que se declaró candidato independiente y ganó la gubernatura del estado de Nuevo León. Antes hubiese sido inconcebible tal comportamiento. Antes, nadie se iba por la libre, todo mundo esperaba el banderazo de salida en donde sólo corría un único participante. Abel Quezada, genial cartonista, creó el personaje de “El tapado”, un tipo que con una capucha representaba al hombre (porque tenía que ser hombre) que sería el candidato presidencial y seguro Presidente de la República. Eso fue así hasta que (ya se sabe) el loquillo de Vicente Fox llegó con sus tepocatas y mandó al destierro a la dictadura perfecta.
La reflexión, entonces, va en el sentido del movimiento y de la inacción. Todo en la vida se reduce a ello. Uno no es científico pero puede imaginar que si un día el universo se paralizara por completo, el universo dejaría de ser. Los sabios dicen que el universo está en constante expansión; es decir, sigue creciendo; si ahora, esa expansión se agotara ¿vendría una contracción? A veces imagino al universo como un enorme globo, que se expande y se expande. Los sabios dicen que esta expansión dejará de serlo algún día y este día habrá la contracción. ¿De veras? En mi ejemplo del globo, ejemplo tonto, lo sé, la vejiga se expande, se expande, hasta que no puede más y ¡explota! Por esto digo que mi ejemplo es tonto, porque los astrónomos dicen que la explosión jamás ocurrirá, aseguran que la explosión ya ocurrió, eso fue el Big Bang.
Una vez, una abeja se paró en mi mejilla izquierda, un amigo me dijo: “¡No te movás!”. No me moví. ¿El resultado? La abeja me puso el cachete como cachete de Quico y mi amigo me puso colorada la mejilla del cachetadón que me soltó. Todo por no moverme. La inacción es mala. Todo en la vida es movimiento, el movimiento da vida.
Por el contrario, otra vez, en el campo, estaba viendo cómo una abejita realizaba la polinización en una flor amarilla, cuando oí un ruido intenso, como una cascada de letras eses cayendo en caída libre, como de un panal. Dejé de ver a la abejita y a la flor y volví la mirada. ¡Dios mío!, un enjambre venía contra mí. Mi amigo me cambió la versión y me dijo: “¡Corré, corré!” y yo le hice caso. ¿El resultado? Treinta y dos piquetes en brazos, cuello y cara, y una luxación de rodilla provocada por la caída en un hueco. Todo por moverme. La acción no siempre es recomendable. En casos de temblor, los servicios de protección civil recomiendan ¡no correr!
El tío Abundio comenzó a quejarse de una dolencia, a sus setenta y dos años. El médico le recomendó hacer ejercicio. Martha, su única hija, le compró una caminadora que instaló en el corredor de la casa, para que su papá hiciera ejercicio por las mañanas. El tío recibió el obsequio con malestar, torció la boca de la misma manera que lo hacía cuando Martha le escondía la botella de comiteco o le partía en dos el cigarro que siempre llevaba en la oreja, para fumarlo después del café de las seis. A la mañana siguiente, Martha estuvo pendiente para ver si el tío usaba la caminadora. El tío se paró a las seis de la mañana, como siempre, se calzó los tenis y salió al corredor. Se llevó la mano a la barbilla y vio hacia un lado y otro del corredor, en uno estaba la caminadora y en el otro la mecedora. Martha salió del cuarto y le recordó que el médico había recomendado que… “Sí, sí -dijo el tío-, pero a mi edad no puedo hacer las cosas de romplón. Comenzaré a ejercitar mis corvas.” Y Martha lo vio sentarse en la mecedora, cerrar los ojos y mecerse rítmicamente. Martha contaba que lo escuchó decir: “Uno, dos, uno, dos…” conforme se hacía para adelante y para atrás.
Esto del tío pareciera una anécdota simple y boba, pero no lo es. Al contrario, demuestra que el movimiento es parte esencial de la vida, pero que tiene etapas. Rodomiro, que era un fanático de la ciencia, pero que era como Jaimito, el famoso cartero que aparece en la serie del Chavo del Ocho, que para “evitar la fatiga” casi no da un paso, sostenía que la tierra tardaba un año en dar la vuelta al Sol. “¿Cuál, entonces, es la prisa?”, preguntaba cuando alguien le reclamaba que no había cumplido en tiempo con algún trabajo.
Fidel Velázquez (eterno líder de la CTM), ya lo dije, recomendaba no moverse para salir en la foto. Él aplicaba el dicho en su persona, porque era un líder enquistado que, como caracol, se movía sólo de vez en vez, en un mar de baba y siempre salía en la foto.
En la actualidad los jóvenes se mueven a velocidades supersónicas. Los egresados de las universidades sueñan con comerse el mundo y andan de un lado para otro, tratando de impresionar, pero, poco a poco, se van enquistando y hacen concha, porque saben que quien se mueve de más hace olas y el mar es mejor cuando está en calma.
Dije mar y pensé en huracanes y tsunamis; es decir, en movimientos que ocasionan tragedias. La gente no desea estas desdichas, pero la ciencia recomienda (a los viejos, sobre todo) a estar como el mar, siempre en movimiento; es decir, ir de un lado para otro, como si uno fuese el universo y debiera estar en constante expansión.
Posdata: El mundo se mueve. La vida se mueve. A la muerte le sucede la vida y viceversa. El otro día amanecimos con la noticia del nacimiento de Emiliano, hijito de Carlos y de Alicia (a quienes mando un abrazo sostenido) y, minutos después conocimos la noticia de la muerte de Ramón Durón Ruiz, el famoso Filósofo de Güemez, quien era Doctor en Derecho, por la UNAM, pero que es conocidísimo por sus frases plagadas de una obviedad obvia. ¿Recordás algunas de sus frases que, dentro de su simpleza, mueven a risa? (Mover a risa; es decir, imprimirle movimiento al gusto por la vida). Acá te van algunos ejemplos: “No hay de otra, cuando te pica una hormiga nomás hay dos cosas por hacer: rascarse y esperar que te salga la roncha”. “Todo tiempo pasado fue anterior”. ¡Era genial!, ¿verdad? Acá va otra, que alguien puede decir que es un dicho comiteco: “Se está muriendo gente que no se había muerto nunca”. Uno más, que es sublime por su grado máximo de bobera: “El que quiera azul celeste, que mezcle azul con blanco”.
El Filósofo era ingeniosito. Basaba su ingenio en la obviedad. En Comitán recordamos a tío Elí que decía, de igual manera, cosas obvias y simples: “Si estás subiendo, quiere decir que no estás bajando”. También recordamos a don Panchón que era de ingenio más subido. Se cuenta que en una ocasión ofreció una flor a una reina de feria que cojeaba tantito. Avanzó hasta el estrado, con una flor en la mano izquierda y otra en la derecha, y, ya frente a la soberana, dijo: “Entre el clavel y la rosa, ¡su majestad escoja!”. ¡Tremendo don Panchón!
Vos sabés que, por el voseo que usamos en Comitán, decimos “velo” cuando queremos que alguien vea alguna cosa, y su sinónimo es “miralo”, así, sin tilde en la i. Por eso, el tío Elí, todos los domingos, antes de ir a misa de doce, le decía a su mujer: “Velo es miralo, así que ponete tu miralo” (era costumbre que las mujeres llevaran un velo para colocarse encima de la cabeza). Sí, el tío Elí también era ingeniosito. Tenía unas que eran muy semejantes a las del Filósofo de Güemes: “Si estás en San Sebastián, no estás en La Pila”. “Si te agarra el sueño en las Siete Esquinas, ¡no podés dormir!, porque toda la noche te la pasás decidiendo en cuál esquina dormir”. “El Río Grande, ni es río ni es grande”.
Cuentan que “Kid Garrochas” era muy valiente arriba del ring, pero que su mujer le pegaba, así que tío Elí decía: “La mujer del Garrochas es tan dulce que pura “trompada” le da de postre”, esto en alusión a ese dulce tradicional que se llama “trompada”.
Al tío Elí también se le atribuye la famosa bomba que dice: “Bomba, bomba. En el patio de mi casa hay un árbol de limones, no lo agarro a chingadazos porque se caen los chiquitíos”.
Pancho Pitirjijas dice que Don Panchón era un hombre muy alto y fornido, como un sabino, y con una voz de trueno. Era groserón. El Pitirijas dice que una vez se paró frente a un grupo de reinas de feria y dijo: “Reina sólo una: ¡La Virgen María! Las demás ¡cagan!”.
Todo está en movimiento: la palabra y el silencio. La palabra viene y va, como ola de mar. La palabra nos provoca enojo, lágrimas, risas. El silencio también es provocador. A veces estamos en medio de una gran algarabía y de pronto algo sucede y el pájaro del silencio llega aleteando, se para sobre una rama y cesa de moverse. El silencio es como una piedra, pero, minutos después, alguien llega y la avienta a mitad de un lago y provoca una serie de círculos que se expanden, como el universo y aparece el ruido, en recuerdo del Big Bang.